Declinación y caída del Petro-Estado venezolano
“La diversidad entre países en mediciones de ingreso
per capita es literalmente demasiado grande para ser creída.”
“Una vez que se comienza a pensar en él (crecimiento económico), es difícil pensar en algo diferente.”
R. E. Lucas (1988), On The Mechanics of Economic Development.
A manera de introducción
Estas notas intentan presentar algunos de los problemas centrales que tiene la economía venezolana. Están motivadas por la prolongada declinación que ha vivido la economía, y la abrupta caída de los últimos años. Ello parece indicar que sería limitado abordar estos problemas sólo a través del análisis de la coyuntura. Obviamente estamos en una recesión y se requiere superarla, pero es difícil suponer que sólo con políticas macroeconómicas tradicionales, orientadas al corto plazo, podría retomarse una senda de crecimiento perdida hace más de veintitantos años y donde en los últimos cuatro se ha acentuado el comportamiento negativo. De una u otra manera se necesita una visión más amplia, lo cual implica considerar aspectos que inciden en el desempeño de largo plazo, incluyendo la estructura institucional (normas y organizaciones).
1. Declinación y caída
Es necesario darse cuenta de lo prolongado de la declinación venezolana y de la magnitud de la caída en el actual cuatrienio. Las figura 1 muestra la evolución del producto per capita desde 1950 hasta 2002, suponiendo que en este último año exista un decrecimiento de 5-7% del PIB, como estiman la mayoría de las proyecciones.
Como puede observarse en la figura, existe una trayectoria general de crecimiento positivo hasta aproximadamente 1977, donde se produce un quiebre, y luego la trayectoria tiene un comportamiento negativo. El promedio interanual de crecimiento per capita entre 1950-1977 es de 2,8%, y de 1978-1998 existe un decrecimiento anual promedio de 1%. Suponiendo una caída de 5% del producto en el 2002, el promedio de decrecimiento anual per capita del último cuatrienio sería de 3,3%. Con una caída de 7%, el promedio de decrecimiento anual per capita del último cuatrienio sería de 3,8%.
Figura 1
Producto per capita 1950-2002
(%=Image(9400388,»C»)%)
En el cuadro 1 se muestran las tasas de crecimiento por “décadas”, diferenciado el actual cuatrienio.
Cuadro 1
Tasa de crecimiento anual del producto, la población y del producto per capita
(%=Image(7437543,»C»)%)
Fuente: Puente (2002) y estimaciones propias para el período 1999-2002.
Lo que revela el cuadro es que existió un crecimiento muy favorable en los cincuenta, luego una declinación a partir de la década de los sesenta, acentuada en el lapso 1980-89, y la caída del último cuatrienio.
Lo que llama la atención es lo prolongado de la declinación y la actual caída. Este no es un comportamiento “normal” en términos mundiales. De hecho, Venezuela está en el quintil de países del mundo con más bajo crecimiento, los llamados países “perdedores”.
Para ilustrar lo que este prolongado decrecimiento significa se lo puede comparar con un crecimiento hipotético de 2,8% per capita similar al del período 1950-1977, o con un crecimiento de 4% per capita, similar al quintil de países con más alto crecimiento en el mundo. En el caso venezolano real se trata de una caída de 18% del producto real per capita entre 1978-1998. Sí el crecimiento promedio anual per capita hubiese sido de 2,8%, Venezuela habría crecido 74% en ese lapso, y sí el crecimiento anual promedio per capita hubiese sido 4%, Venezuela habría crecido 119%, duplicando en casi 20% su ingreso.
En el actual cuatrienio, con el supuesto de un decrecimiento del producto de 5% para el 2002, la caída global del producto per capita durante el cuatrienio sería de 12,6%, equivalente al 70% de la caída porcentual que se produjo en los veinte años anteriores; una acentuación sorprendente del comportamiento negativo. Sí este año la economía decrece 7%, la caída sería de 14,5% en el cuatrienio, lo cual equivale al 81% de la caída porcentual del lapso 1978-98. Ambos supuestos implican la caída más pronunciada de la economía en un cuatrienio desde 1950.
2. Fuentes del crecimiento
Siguiendo el trabajo pionero de Solow (1957), es usual identificar las fuentes contables del crecimiento del producto diferenciando el crecimiento de los insumos factoriales, básicamente el capital y el trabajo, del aumento de la eficacia con la cual se usan estos factores, ya bien por cambios tecnológicos u otros aspectos. Aquella parte del crecimiento del producto no explicada por la evolución de los factores productivos se denomina “residuo de Solow” o también “productividad total de los factores”. Un estudio recientemente realizado por Puente (2002) hace este tipo de análisis para Venezuela en el lapso 1950-1998. En el cuadro 2 se muestran algunos de los resultados.
Cuadro 2
Tasa de crecimiento del producto, tasa de crecimiento factorial y de productividad total
(%=Image(4247212,»C»)%)
Este análisis contable sugiere dos elementos para explicar el comportamiento declinante del producto. En primer lugar, la baja en la acumulación del capital físico a partir de los sesenta, (exceptuando la década de los setenta) como elemento para explicar el desempeño económico declinante En segundo lugar, la reducida o negativa contribución de la eficacia (productividad total de los factores) al crecimiento del producto, especialmente en los setenta y ochenta cuando se hace negativa. Desde esta perspectiva, el problema para retomar una senda de crecimiento positiva no estaría sólo en acumulación factorial, sino en mejorar radicalmente la eficacia con la cual son usados estos insumos.
3. Petro-Estado y rentismo
Venezuela es desde hace bastante tiempo una economía petrolera, esto es, una economía con dependencia de las exportaciones petroleras. Esta dependencia se puede evaluar por la importancia de las exportaciones petroleras y por la dimensión fiscal, es decir la importancia del sector petrolero en los ingresos fiscales del gobierno.
En aquellos países donde el Estado se conformó bajo el impacto petrolero, se tiende a producir una estructura institucional que la literatura especializada denomina Petro-Estados. Esta se caracterizaría por que los ingresos externos petroleros se trasmiten a la sociedad vía el Estado y, al mismo tiempo, estos ingresos serían un soporte básico para el funcionamiento del Estado. El Estado, en medida importante, no depende de los ingresos domésticos sino de los ingresos externos que provee el petróleo. Ello tendería a extender las atribuciones del Estado y su rol en la sociedad, sin que ello sea soportado por impuestos domésticos que permitiesen estimular los mecanismos de contrapeso y control al Estado por parte de la sociedad. Como consecuencia de esta asimetría se manifiesta una tendencia importante a la ineficacia, discrecionalidad y falta de transparencia en la asignación de los recursos, subsidios generalizados, comportamiento acentuado de búsqueda de renta (y simple corrupción); así como a acentuar las luchas por el poder político (el control del poder económico y potenciales acceso a la percepción de renta).
Los Petro-Estados tienen elementos rentísticos intrínsicos y en cierta manera es una de sus características económicas centrales. Son los principales países exportadores de petróleo (excluyendo a Indonesia, los miembros de la OPEP exportan el 80% del total de las exportaciones netas del mundo). Por factores ligados al hecho de que tienen por mucho la mayor parte de las reservas naturales de petróleo, bajos costos de producción (con alta capacidad ociosa en forma global) y la conformación del cartel de la OPEP; poseen un poder de mercado importante que les permite extraer una renta económica significativa del mercado internacional del petróleo.
4. Rentismo y crecimiento
En el cuadro 3 se muestra el crecimiento del producto petrolero, de sus insumos factoriales y de la productividad total de los factores del sector.
Cuadro 3
Sector petrolero. Tasa de crecimiento del producto, tasa de crecimiento factorial y de productividad total
(%=Image(4104507,»C»)%)
En los años cincuenta se produce un crecimiento acelerado del sector (8,38%), similar al de la economía en su conjunto (ver el cuadro 1). Así mismo existe un crecimiento muy importante del capital petrolero y un aporte muy significativo de la productividad total factorial al crecimiento. En los setenta, bajo el influjo del más importante boom en los precios del petróleo, el crecimiento del sector se vuelve negativo y la contribución de la productividad total factorial pasa a ser negativa. En los ochenta también es negativo el crecimiento a pesar del aumento de la inversión y la contribución de la productividad total al crecimiento se vuelve negativa en grado extremo.
La segunda mitad de los setenta y el primer quinquenio de los ochenta representan un ejemplo del enfoque “rentista” extremo. Se reduce en forma muy importante la oferta petrolera y aumenta la obtención de renta por los altos precios del petróleo, que conduce a incrementar el gasto del Estado. Es interesante notar que el “rentismo” estuvo asociado a un bajo crecimiento de la economía (tanto del sector petrolero como global) y a alta ineficiencia. En el período 90-98, se recupera el crecimiento del sector petrolero y del capital petrolero, existiendo una recuperación del crecimiento global del producto. En el período 1999-2002 se retorna al enfoque “rentista” a través de reducción de la producción petrolera con ampliación de las atribuciones del Estado. En este período se produce la caída más acentuada que haya tenido la economía para un período similar desde 1950.
La figura 2 muestra la evolución del producto petrolero real per capita.
Figura 2
Producto petrolero real per capita
1968-2002
(%=Image(5718830,»C»)%)
A partir de los años setenta se produce una reducción importante en la producción. Por ejemplo, en el año 1985 sólo se producía el 49% de lo producido en 1970. Suponiendo que en el año 2002 el sector petrolero tenga una caída cercana al 6-7%, el producto petrolero del cuatrienio en términos constantes se reduciría en aproximadamente 12% respecto a la de 1998. Como muestra la figura 2, el producto petrolero real per capita tuvo una brusca caída en los setenta e inicios de los ochenta, inicia una recuperación en los noventa, y en el actual cuatrienio se vuelve a la política de reducción. ,p>
Las vías por la cuales el “rentismo” puede inducir al bajo crecimiento han sido analizadas por distintos autores, y ciertamente resulta un tanto paradójico que países con amplia dotación de recursos naturales y con la posibilidad de captar sobre esta base altos ingresos externos puedan estar acompañados de un desempeño económico pobre o negativo. De hecho, Venezuela no es un caso aislado de país petrolero con pobre desempeño económico, sino que se trata de una condición común de los llamados Petro-Estados
En la economía venezolana el sector petrolero representa algo menos del 30% del producto total, con conexiones importantes con otros sectores de la economía. Por tanto, es de esperar que restricciones o caídas reales en el sector tengan repercusiones negativas en el comportamiento global del producto, ya bien por vía directa o por los efectos multiplicadores inter-sectoriales. Ello podría ser compensado sí el “efecto renta” vía el alza de los precios petroleros, su apropiación por el gobierno y los efectos multiplicadores del gasto de gobierno; superan o igualan los efectos negativos de la restricción en el sector petrolero. Tanto por la ineficacia gubernamental como por la disminución del efecto renta, este tipo de dinámica es cada vez más pobre.
Existen otras explicaciones donde se enfatiza la conexión entre el corto y el largo plazo. Las economías que reciben altos ingresos externos con base a recursos naturales sufren la llamada “Enfermedad Holandesa” o sesgo hacia la producción de bienes no transables Sí a ello se añade la hipótesis Balassa-Samuelson, según la cual el crecimiento de la productividad tiende a concentrarse en los sectores transables distintos a las materias primas, básicamente en el sector industrial; se tendría una potencial explicación para un desempeño pobre o negativo en el largo plazo.
Otras hipótesis enfatizan los aspectos institucionales ligados a la dotación de recursos naturales, por ejemplo la de Lane y Turner (1995). Estos autores argumentan que las economías ricas en recursos naturales relativamente escasos están sujetas a un comportamiento de búsqueda de renta más extremo. Sí en estas economías se produce una situación de ingresos externos más altos de los normales debido a una evolución positiva de los términos de intercambio (alza relativa de los precios petroleros), ello puede conducir a exacerbar el comportamiento de búsqueda renta y el uso ineficiente de los recursos.
Posiblemente las explicaciones más consistentes son aquellas en las cuales los aspectos económicos interactúan con la dinámica institucional y política. Por ejemplo, en el caso de Venezuela (y de otros Petro-Estados), la violenta alza de los términos de intercambio que se produjo en los setenta y ochenta, condujo no sólo a una expansión importante del gasto público y de las atribuciones del Estado, sino a un endeudamiento significativo para planes de inversión de carácter Estatal que fracasaron. Pasado el boom, no sólo resulta doloroso el ajuste del gasto, sino que el peso de la deuda representa un fardo importante para el gobierno. En este cuatrienio, buena parte de los actuales problemas fiscales se deben al crecimiento masivo de la deuda interna durante el 2000 y 2001 en el contexto de un mini-boom petrolero.
4. Agotamiento del esquema
El agotamiento del esquema se produce por la pérdida de dinamismo de sus fundamentos básicos y una evolución negativa del marco institucional, especialmente en el último cuatrienio, donde se revirtieron los intentos reformadores de los noventa, se coloca en entredicho los derechos de propiedad y se acentúan rasgos negativos del Petro-Estado.
Las exportaciones petroleras reales per capita venezolanas han tenido un comportamiento general declinante interrumpido por el boom de los setenta y ochenta, como muestra la figura 3. Las exportaciones promedio reales del actual cuatrienio oscilan aproximadamente entre 500-1.000 dólares per capita y las previas al boom que se inicia en los setenta oscilaron entre 1.000-2.500 dólares.
Figura 3
Exportaciones petroleras reales per capita
1950-2002
(%=Image(5122174,»C»)%)
Al mismo tiempo, la contribución del sector petrolero al fisco se ha reducido en forma importante, como lo indica la figura 4.
Figura 4
Ingresos fiscales petroleros reales per capita
1968-2002
(%=Image(7826734,»C»)%)
Tanto el “motor” de los ingresos externos petroleros como “la correa de transmisión” para impulsar la demanda agregada, el aporte del sector petrolero al fisco que luego se vierte a la sociedad en forma de gasto, han declinado. Como era de esperar, al fallar las bases centrales del esquema, sin que existan cambios fundamentales en el arreglo institucional, se produce una prolongada declinación. En el último cuatrienio existe una caída importante, ligada no sólo a aspectos económicos sino también al deterioro institucional y reformas que han colocado en entredicho los derechos de propiedad.
5. El problema fiscal
El problema fiscal venezolano se puede plantear como las dificultades que han existido para ajustarse a la declinación del aporte fiscal del sector petrolero y las repercusiones negativas que ello ha tenido para el comportamiento económico. Estas dificultades han conllevado a aparición de déficit fiscales recurrentes, aumento del nivel de endeudamiento, desmejoramiento sensible en la calidad del gasto y aumento de la presión tributaria no petrolera.
A partir de 1986 se presenta una situación recurrente y continua de déficit fiscal, con muy pocas excepciones (sólo 1996 y 1997), ligadas a una importante maxi-devaluación. Ello implica que no existe solvencia fiscal intertemporal, esto es una situación de balance fiscal que permita estabilizar el cociente deuda-producto.
Desde el punto de vista de los ingresos, existe una declinación de los ingresos fiscales petroleros y el aumento en la proporción de los ingresos no petroleros. La declinación del aporte fiscal del sector petrolero puede estar ligada no sólo a la declinación de las exportaciones petroleras reales, sino también a posibles aumentos en los costos operativos de PDVSA, causados ya bien por bajas en la calidad de los yacimientos o ineficiencias. La evolución del balance fiscal muestra la aparición reiterada de balances deficitarios anteriormente señalada. En los gastos se produce un deterioro significativo de la calidad, como se manifiesta en el crecimiento dramático de gastos destinados al pago de intereses de la deuda. En síntesis, no existe solvencia fiscal, lo cual dificulta en forma importante estabilizar la economía, y el canal fiscal ha perdido capacidad dinamizadora, tanto en el corto como en el largo plazo.
La actual situación fiscal, donde existe una situación deficitaria a pesar de ingresos por exportaciones petroleras relativamente holgados, acompañada de necesidades de financiamiento muy altas y un bajo nivel de calidad en el gasto (con un uso político del mismo); son una indicación que se requiere un enfoque global y estructural para reformar la fiscalidad. Es necesario redefinir las funciones del gobierno y la calidad del gasto, las cargas tributarias, la transparencia y rendición de cuentas en el manejo fiscal y enfoques novedosos para hacer frente al servicio de la deuda. Desde el punto de vista de la coyuntura, hubiese sido importante el uso de activos físicos o naturales para cancelar pasivos de deuda.
6. Inversión y la balanza de pagos
Las figuras 5 muestran la evolución de la inversión real privada y pública como proporción del producto. Se ha producido una declinación muy significativa en la inversión, ya identificada en el análisis de la evolución del stock de capital físico.
Figura 5
Inversión privada y pública. 1968-2001
(%=Image(6354703,»C»)%)
Lo importante de destacar en este punto es que ello se ha producido una situación donde ha sido común balances superavitarios de la cuenta corriente (acompañados por balances fiscales deficitarios). Esto indica que la limitante de la inversión no es básicamente la falta de ahorro o de divisas, sino ausencias de oportunidades de inversión por un marco institucional no adecuado o aversión al riesgo por ausencia de estabilidad económica y política. La contrapartida ha sido la transformación del ahorro nacional en activos externos, simple y llanamente la fuga de capitales. En el último cuatrienio este problema se ha agravado en forma importante.
7. Pobreza y mercado laboral
Obviamente la declinación y la caída han estado acompañadas del deterioro del mercado laboral y el aumento de la pobreza. La figura 6 muestra la evolución de la tasa de desempleo y la figura 7 la evolución del salario real. En ambos casos se produce un deterioro pronunciado. Así mismo, en el mercado laboral el empleo se ha sesgado hacia el sector informal (55%), y en el sector formal ha aumentado la participación del sector público.
Figura 6
Tasa de desempleo. 1968-2001
(%=Image(1043088,»C»)%)
Figura 7
Salario real. 1968-2001
(%=Image(3875913,»C»)%)
Según el estudio sobre la pobreza de Ruitort (2002), la pobreza aumentará en forma importante en el actual cuatrienio. La proporción de familias en el nivel de pobreza podría alcanzar el 67% en el 2002, y el 31% de las familias podrían colocarse en la pobreza extrema.
8. Sugerencias de políticas alternas
En este aparte se presentan algunas sugerencias de políticas y reformas estructurales orientadas a recuperar el crecimiento, mejorar la equidad e intentar estabilizar la economía. Ellas no representan el total de las reformas necesarias, sino las que están más ligadas con los problemas anteriormente identificados. De una u otra manera implican una transformación del actual arreglo institucional venezolano. Un aspecto importante no tocado en estas sugerencias es el relativo a los derechos de propiedad. En el actual cuatrienio se han colocado en entredicho los derechos de propiedad y ha aumentado en forma importante la inseguridad, incluyendo la jurídica. La Nueva Economía Institucional (NEI) y la experiencia mundial indican que una de las bases del crecimiento es la reducción de los costos transacionales, lo que implica reforzar los derechos de propiedad. Se podría considerar que las sugerencias mas abajo indicadas estarían dentro de un marco de reforzamiento de los derechos de propiedad.
8.1. Política petrolera
La política petrolera requiere un cambio radical. Sugerimos que el cambio podría estar representado por cuatro elementos.
En primer lugar, pasar de una estrategia restrictiva de corte “rentístico” a una política expansiva o productiva. Venezuela tiene aproximadamente 74-76.000 millones de barriles de reservas probadas de crudo convencional y un mínimo de 270.000 millones de barriles de crudo extra-pesado comercialmente explotable. Es el país con las reservas naturales más amplias del mundo (aunque con alta proporción de crudo extra-pesado) y el cociente producción-reservas es extremadamente bajo. Los costos de producción no son altos y podrían reducirse por mejoras en la eficiencia. Los costos de producción del barril de crudo convencional son aproximadamente de 4 dólares el barril, y los del barril de crudo extra-pesado son aproximadamente de 6-7 dólares el barril, incluyendo en los costos las mejoras que requieren estos crudos para comercializarlos. Así mismo, Venezuela tiene ventajas de localización por la cercanía a los Estados Unidos, el principal mercado importador del mundo. Es decir, los fundamentos apuntan a la posibilidad y conveniencia de una política de crecimiento productivo. Obviamente, el paso a esta política puede presentar dificultades, sobre todo en el corto plazo. Es importante intentar minimizar los peligros de una “guerra de precios”, donde países como Arabia Saudita, con costos de producción más bajos y alta capacidad ociosa (aproximadamente 3 millones de barriles diarios), podrían tener ventajas.
En segundo lugar, se requiere instrumentar una real apertura en el sector petrolero, a través de una reforma que permita la entrada de capital doméstico e internacional en la producción de petróleo. Obviamente ello requiere una reforma institucional de envergadura. La empresa Estatal venezolana, en parte por los compromisos fiscales, no está en capacidad por sí sola (al menos en las actuales condiciones) de realizar las inversiones necesarias para la expansión requerida. La apertura puede tener distintas formas y modalidades. Se sugiere que tanto desde el punto de vista económico como social sería importante garantizar la participación de la población y organizaciones venezolanas en la apertura, por ejemplo a través de fondos de pensiones de capitalización individual.
En tercer lugar, es necesario considerar las reservas naturales de petróleo como un activo que puede ser utilizado en forma inteligente para cancelar pasivos del Estado y así contribuir a reducir en forma importante a reducir el peso de la deuda pública (especialmente del gobierno central) en la política y calidad del gasto fiscal. Obviamente este aspecto puede estar ligado al proceso de apertura. En cierta manera es un contrasentido que teniendo un volumen tan alto de activos naturales, una parte reducida de ellos no pueda ser usada para cancelar pasivos de deuda.
Por último, se requiere pasar a un nivel de eficiencia mayor en la producción petrolera. Ello implica introducir elementos de competencia en el sector y racionalizar los costos laborales. En el sector, dado el monopolio Estatal, se ha conformado un mercado laboral de insiders–outsiders, donde la fuerza sindical (insiders) puede extraer parte de la renta por su posición de dominio del mercado y aumentar en forma desproporcionada los costos de producción.
8.2. Política fiscal, reforma del Estado y privatizaciones
Anteriormente señalábamos la necesidad de reestructurar la fiscalidad. Ello implica no sólo atacar el problema de los ingresos y gastos fiscales, sino una reforma importante del Estado. La política fiscal debe recapturar su rol de crear externalidades positivas para el crecimiento e incidir positivamente para mejorar la equidad. Ello implica mejorar la calidad del gasto, concentrándolo en aquellos tipos de gasto que inciden positivamente en el crecimiento. Básicamente la creación de infraestructura física, formación de capital humano, subsidios y transferencias focalizadas a los grupos más pobres, y funciones de seguridad y de supervisión del cumplimiento de la normativa social. En este sentido se requiere redefinir las funciones del Estado, los bienes y servicios que serían provistos públicamente y posiblemente reducir su personal. Es necesario reconocer las fallas del Estado como productor o proveedor de algunos bienes y servicios que no tienen carácter de “bienes públicos” y acompañar la reforma del Estado con un proceso bien pensado de privatizaciones, donde la venta de activos también pueda ser utilizada para cancelar pasivos de deuda.
Por otro lado, se requiere una reforma importante de los procedimientos y funcionamiento del Estado, orientados a dar transparencia a la gestión pública, permitir la evaluación del personal y garantizar la rendición de cuentas.
Desde el punto macroeconómico, es necesario alcanzar en un período relativamente breve (dos o tres años) la solvencia fiscal, esto es un superávit primario que permita estabilizar el cociente deuda-producto de manera que se pueda estabilizar la economía. Es necesario diseñar una senda hacia la solvencia fiscal, donde debe mejorar en forma radical la eficiencia tributaria. Así mismo, se requiere mejorar el perfil de servicio de la deuda, lo cual está ligado a la utilización de los activos naturales y de capital físico publico para cancelar pasivos de deuda.
De las reformas estructurales que requiere la economía, la reforma del Estado es posiblemente la más difícil y urgente.
8.3 Aspectos macroeconómicos
Las propuestas o sugerencias anteriormente señaladas tienen básicamente el carácter de reformas estructurales. Desde la perspectiva macroeconómica, se requiere estabilizar la economía, lo cual impone acciones en tres áreas: la fiscal, el área monetaria y la cambiaria. En el área cambiaria se debe desechar la idea de utilizar el tipo de cambio como ancla nominal para controlar la inflación. El tipo de cambio real que debería buscar la economía sería el “tipo de cambio real deseado”, compatible con los equilibrios internos y externos. Seguramente este se podría alcanzar, sí existe una política fiscal coherente, dentro de un régimen de cambio flotante (flotación sucia) con “inflation targeting”. Es importante evitar una sobre-valuación del tipo de cambio real que pueda dificultar el proceso de reindustrialización que requiere la nación.
En este sentido, en el corto y mediano plazo, es posible que se requiera de pactos o acuerdos institucionales (por ejemplo, política de ingresos) entre las distintas fuerzas sociales y el gobierno para acelerar la trayectoria hacia la estabilidad macroeconómica.
9. Los riesgos de la “trampa de la pobreza”
En la literatura sobre el desarrollo y el crecimiento endógeno uno de los temas peculiares considerados es la llamada “trampa de la pobreza”. Esta situación se presenta cuando las economías tienden, en el largo plazo, hacia una situación en la cual existen bajos niveles de producto per capita y bajos niveles de stock de capital, físico y humano. Es decir, la economía no tiene una evolución de crecimiento sino que se encontraría estancada en la pobreza.
Se puede llegar a este tipo de situación sí la economía alterna períodos donde existen externalidades positivas con rendimientos crecientes del capital global, seguido por situaciones de rendimientos decrecientes, que conducen la economía de nuevo a la pobreza y no la dejan escapar de los niveles bajos de producto per capita.
Uno de los potenciales riesgos de la economía venezolana es que se presente un proceso semejante al descrito, asumiendo que el factor histórico que en forma determinante contribuyó a los rendimientos crecientes del periodo “dorado” fueron los altos ingresos que produjeron los activos petroleros. Debilitado el efecto positivo de los activos petroleros, ya bien por aspectos propios del mercado petrolero como por las políticas y las características negativas del arreglo institucional, se puede presentar una situación de retorno a bajos niveles de producto per capita como dinámica a la cual tiende la economía. El punto importante es producir las modificaciones institucionales requeridas para obtener de nuevo rendimientos crecientes, en el contexto del debilitamiento del motor petrolero y del Petro-Estado. Sí la inercia y dificultades para transformar el arreglo institucional se imponen, no podrá obtenerse una trayectoria relativamente larga e importante de crecimiento.
Septiembre, 2002