Culminó Caruachi ¿Y ahora qué?
Con la entrega del proyecto Caruachi se cumplió otro paso fundamental en el desarrollo del potencial hidroeléctrico del Bajo Caroní. Con Guri se construyó la gran central del río y además se creó el reservorio que permite su regulación; con Macagua II y III se logró aprovechar en su totalidad el potencial de los saltos inferiores y ahora con Caruachi se utiliza la mitad de la energía existente en el tramo entre Guri y Macagua. Ya está en camino Tocoma, que hará útil la mitad restante y significará la conclusión del Bajo Caroní.
Pero Tocoma está lejos. Con buena suerte sus primeras unidades empezarán a entrar en servicio en 2014 y, en cualquier caso, representará una contribución menor para un país con necesidades energéticas crecientes. Será un aporte económica y ambientalmente importantísimo, pero de un alcance limitado.
Los proyectos del Bajo Caroní han venido teniendo una importancia decreciente. Guri, además de ser el más grande, se integraba a un país relativamente pequeño. Ofrecía una energía de 40 TWh a un país que consumía 40 TWh, de modo que aportaba un excedente del 100% y brindaba un exceso de energía a precios competitivos y capacidad para impulsar un desarrollo industrial electro intensivo de grandes proporciones. Este desarrollo nunca se logró, por motivos que no es el caso exponer aquí, pero el país siguió creciendo y fue comiéndose el excedente. Cuando entró en operación Macagua II y III la situación era muy distinta. El proyecto sumó una energía firme de 12.5 TWh en un país que consumía 76, de modo que aportaba el 16% de las necesidades, con una importancia relativa muy inferior a Guri. Ahora, cuando concluye Caruachi, su aporte de 11.3 TWh significa sólo el 11% del la producción del país, que en 2005 alcanzó 104 Twh. Cuando se incorpore Tocoma, y agregue sus 11 TWh, el país tendrá una demanda de 150, con lo cual el proyecto aportará apenas el 7% de las necesidades, algo que se puede absorber en un solo año de buen crecimiento.
Estas cifras indican que la importancia del Caroní disminuirá. Quien tenga temor por la excesiva atadura del país a nuestro río insignia debería quedarse tranquilo, ya que la dependencia ira bajando de manera gradual en forma natural.
Hay un aspecto que merece resaltarse. A pesar de culminar en 2006, Caruachi ya entregó toda su energía en 2005. En efecto, las centrales del Bajo Caroní garantizan una generación de 65 TWh, pero en 2005 generaron 76 TWh, es decir 11 TWh por encima de su energía garantizada. Esto se pudo lograr gracias a una hidrología favorable en los últimos años, pero la generación deberá ajustarse hacia abajo cuando venga un período seco. Y hay que subrayar que los años secos siempre llegan. Gracias a la capacidad del embalse de Guri, en 2006 no tendremos problemas y, con alta probabilidad, en 2007 tampoco. Pero el año 2008 vuelve a ser una incógnita.
En los próximos años el país tendrá que instalar muchas centrales adicionales. Tendrán que ser plantas térmicas, usando gas u otros combustibles. Los cálculos más conservadores indican que se tienen que instalar alrededor de 1.000 MW todos los años para seguir los pasos que marca el crecimiento. Con los parámetros económicos actuales, no hay forma de que el sector privado contribuya con el esfuerzo que se requiere, de modo que toda la inversión debe apoyarse sobre los hombros del estado. Las únicas iniciativas privadas, como el ciclo combinado de Termobarrancas, se sustentan sobre subsidios muy costosos para la nación.
Este es el ambiente que vive la generación de electricidad hoy. Hay que seguir construyendo Tocoma, pero antes que concluya hay que instalar al menos 8.000 MW térmicos, es decir, el equivalente a cuatro Tocomas. Esto no es fácil. Se requiere un gran esfuerzo de inversión y de gerencia. En los últimos 28 años la electricidad en Venezuela ha vivido gracias a la visión de largo plazo de Edelca, ahora le toca al Caroní ceder la batuta.