Crisis Eléctrica y el Paquete Ortodoxo Neo-liberal
Según la teoría económica de mercado la solución ortodoxa a una situación de congestión de infraestructura, en específico en sectores de servicios de red como lo es el sector eléctrico, pasa por un ajuste al alza de las tarifas que impliquen simultáneamente: un reconocimiento de la escases relativa de la infraestructura -generadora y en la distribución en nuestro caso-, configurar esquemas de incentivos que equiparen y restituyan el equilibrio entre la oferta y la demanda vía señales de precios o tarifas y finalmente, tutelando la eficiencia económica.
El ajuste tarifario por medio de tasas implícitas superiores contentivas de sanciones o multas no solo coadyuva a reducir el rezago acumulado de las tarifas, sino que resguarda la eficiencia económica toda vez que garantiza que la mayor demanda de energía eléctrica será realizada por aquellos individuos con mayor disponibilidad de pago por este servicio. Si bien este principio parece entrar en conflicto con la retórica ideológica que hasta la fecha la actual gestión de Gobierno ha vociferado, si apunta a que la insuficiente y mermada oferta y capacidad generadora se encuentre orientada a favor de aquellos agentes económicos con mayor capacidad y disponibilidad de pago.
Al final de cuentas la política es de liberalización de tarifas en un escenario de oferta rígida. Lo anterior incrementará el precio promedio del servicio eléctrico no solo por el aumento per se, sino igualmente por la racionalización del consumo hacia los consumidores con mayor disponibilidad de pago y su peso relativo sobre la demanda total. Asimismo, esta política de congestión hacia la demanda vía tarifas incrementadas, producto de las multas o sanciones, tendrá su reflejo sobre la cesta de bienes y servicios utilizada para medir el nivel de precios en la economía y la inflación.
Si bien el Estado venezolano ha contado con la ingesta de recursos suficiente, así como con un extenso periodo de gestión (correspondería al tercer periodo presidencial de los antiguos) e igualmente contó con las advertencias realizadas por expertos eléctricos sobre la necesidad de haber realizado las inversiones y planes de mediano y largo plazo que hubiesen evitado la situación actual, una vez enfrentados a una situación de congestión o insuficiencia de infraestructura, el “manual” neoliberal y de economía de mercado y la teoría económica capitalista apuntan al diseño de alzas en los precios o las tarifas vía impuestos pigouvianos para corregir las externalidades negativas producto de la congestión.
Adicionalmente, resulta cierto que la actual gestión de Gobierno contó con los suficientes recursos y el tiempo para diversificar la matriz primaria de energía en el país y diversificar la dependencia tecnológica de la generación eléctrica de la hidroeléctrica hacia cualquier otra tecnología (térmica en sus distintos tipos, eólica, solar, etc.). Sin embargo, no fue así y hoy nos encontramos con una tremenda dependencia y una situación de congestión, que requiere de políticas de congestión hacia la demanda.
Otras de las disposiciones que forman parte del paquete ortodoxo neo-liberal planteado por el Presidente de la República y el Ejecutivo Nacional es la convocatoria a la autogeneración, es decir a la generación privada de electricidad e incluso incorporarla al sistema interconectado de electricidad (¿reprivatización solapada o parcial?). Más allá, incluso se ha hablado de incentivos positivos hacia los autogenerados y a aquellos agentes económicos privados autogenerados que se conecten a la red nacional, lo que implicaría en un inicio un regreso al esquema privado.
Lo anterior constituye posiblemente uno de los mayores reconocimientos de fallas de gobierno, ineficacia y falta de incentivos concretos por parte del Estado y la Administración pública para garantizar el suministro energético. Así las cosas, se reconoce la necesidad de la actividad económica privada y de los incentivos y aportes privados en la actividad económica de generación y en general.
Ciertamente esta “magistral” instrumentación de política neo-liberal hubiese sido la envidia de Pérez y sus ministros durante su segunda gestión de gobierno. A final de cuenta, a la actual gestión de gobierno, a la hora de la chiquita y ante problemas serios las soluciones neoliberales le lucen universales, calcando y adoptando paquetes basados en los principios de la economía de mercado.