Confesiones
Vierma, el Vicepresidente de la Pdvsa roja, se confesó. Por razones conocidas no lo hizo ante el padre Palmar, quien lo ha denunciado por hechos que se están investigando. Prefirió el confesionario de la Asamblea Nacional, quizá buscando la comprensión de quienes cobran sin legislar. Los pecados de Vierma, y por extensión de la Directiva de Pdvsa, no son veniales. Más bien son muy graves y mortales por el daño ocasionado a nuestra principal industria y al país. Seguramente no son las Confesiones de San Agustín, ya que no mostró propósitos de enmienda y dudamos que se convierta como el obispo de Hipona. Todos eran pecados conocidos, denunciados desde el 2003 por Gente del Petróleo pero, como todavía había escépticos, es importante que el pecador haya confesado y quizá induzca a que el ministro-presidente que se paga y se da el vuelto, también admita los suyos. Confesó que no han podido adquirir taladros, lo cual es admitir que la producción no puede estar en 3.100.00 barriles por día como nos habían dicho, sino que la cifra correcta es la que suministran nuestros socios de la OPEP, es decir menos de 2.400.000 barriles por día. Igualmente reconoció que no tienen personal capacitado para producir petróleo y que entrenarlo implicará un período de más de diez años. Sin decirlo, con el anterior reconocimiento está aceptando que fue un error el haber despedido casi 23.000 trabajadores a raíz del paro cívico del 2003 Este personal tenía un promedio de 15 años de experiencia y muchos de ellos con maestrías y doctorados obtenidos no en universidades bolivarianas, sino en centros académicos de prestigio mundial. Como pecador no arrepentido, ocultó información, no mencionando que ese recurso humano que se requiere tuvo que exiliarse porque aquí no le permiten laborar y por ello se encuentra disperso en 21 países. Es decir, el personal que Venezuela formó y que necesita, está ayudando a explorar, producir y refinar petróleo a nuestros competidores. También confesó otros pecados, tales como el otorgamiento a dedo de contratos para comprar taladros a empresas de maletín, pero trató de desviar la culpa hacia la Comisión de Licitación. Sin duda fue una confesión chucuta, pero algo es algo. Ahora bien, ¿qué decidirán los confesores? ¿Cuál será la penitencia? Si siguen la línea de conducta del CNE, que apenas multó al ministro-presidente con una suma inferior a su sueldo mensual por el grave delito de obligar a los empleados a ser rojos-rojitos, la penitencia será insignificante. Si actuaran en resguardo de los intereses del país, la penitencia debería ser el cese de sus funciones y la apertura de una investigación para determinar daños y perjuicios. Ante esta confesión ¿qué dirá el Gerente Funcional de Investigaciones de Pdvsa, señor José Joaquín Chourio Fuenmayor, quien viene citando por la prensa a docentes, investigadores y personal administrativo para investigarlos por supuestos daños al patrimonio de Pdvsa por la huelga, admitida como tal por la OIT, del 2 de diciembre del 2002? Los venezolanos exigimos una penitencia acorde con los pecados cometidos e instamos a toda la directiva y altos gerentes a acercarse al confesionario. Ahora bien, si estos pecadores confiesan que no pueden elevar la producción de petróleo, ¿cómo el teniente coronel pretende obligarlos a crear ocho filiales para que realicen actividades que competen al sector privado en la mayoría de los casos o a ministerios e institutos autónomos en otro? La culpa no es del ciego