Concierto Económico Mundial y Venezuela
En el concierto económico mundial nunca será preferible ser observador a ser protagonista de alguno de los acuerdos, tratados yo instrumentos de comercio e intercambio, así como ser receptor de inversiones y actividades económicas privadas creadoras de valor, empleos y riqueza -para no mencionar los aportes fiscales nacionales, estatales y municipales alrededor de la actividad económica privada y las empresas privadas-. Lo anterior implica que el comercio no constituye un juego suma cero, sobre lo cual existe un consenso bastante general por parte de los economistas. Sin embargo, los grupos de intereses, bien económicos o políticos, suelen hacer de este tema un problema político o de captura de los gobiernos, estos últimos responsables de la política exterior pero nunca quienes comercian efectivamente, ya que son las empresas las que comercian entre sí.
Lamentablemente, Venezuela se rezaga y postra en una economía prácticamente monoproductora donde nuestra dependencia y falta de soberanía económica radica en una economía de un único commodity -el petróleo-.
Mientras la preocupación de las economías más avanzadas radica en que lo que hasta la fecha había implicado una fortaleza -el mínimo peso relativo de su sector externo, entiéndase importaciones y exportaciones, como porcentaje del valor de la economía doméstica-, hoy lo ven como cierto riesgo ante la exposición los ciclos internos de la economía.
Por el contrario, Venezuela se encuentra exclusivamente expuesta y dependiente de los ciclos y shocks externos, afianzando un modelo de economía de puerto que no puede sino significar la depauperación de la economía y los venezolanos -fundamentalmente lo que ha hecho la gestión Chavez es redistribuir pobreza haciéndolo ver como una política de justicia social, cuando la destrucción del valor colectivo y la eficiencia económica podría ser considerada un crimen, especialmente cuando se hace ex profeso-.
En el concierto económico mundial, Venezuela está cada vez más ausente, aun cuando seamos de las economías peor dotadas -no exógena sino endógenamente- de las condiciones para aislarnos y pretender ser autárquicos.
Nuestra única vinculación con el exterior es la importación cada vez mayor de bienes terminados y semiterminados, la exportación de petróleo, así como un convenio con China, que aun cuando resulta innegable su creciente importancia en el mundo, resulta desigual porque beneficia mayoritariamente a la futura y hambrienta en lo energético, potencia asiática.
Resulta altamente preocupante observar en foros internacionales como los países desarrollados posan sus miradas e inversiones directas en países en vías de desarrollo como China, India, Brasil, pero fundamentalmente en el pacífico asiático; aunado al hecho que las empresas que realizarán inversiones, transferencia de tecnologías y creación de empleos, lo harán en aquellos países que deseen efectivamente negociar y crear las condiciones e incentivos en favor de la actividad económica privada.
El problema radica en que en el concierto económico mundial, mientras más tarde se llegue más difícil resultará encontrar espacio, instrumento y partitura que desempeñar.
La política exterior venezolana de aislamiento y dependencia resultará extremadamente costosa para los venezolanos, de hoy y de mañana.
Necesitamos iniciar la construcción de un país próspero de inmediato, así como paralizar el aislamiento y la profundización de la dependencia y el riesgo por ausencia de soberanía económica. Entendemos que deben existir muchas alternativas, nuevos caminos.
Economista. Master in Competition and Market Regulation. Master in Industrial Organization and Markets. Especialización en Economía de los Sectores Energía, Telecomunicaciones, Transporte, Farmacia, Agua y Banca. Programa Avanzado en Política de Competencia. Profesor universitario de las asignaturas Regulación Económica y Regulación de Competencia.
