Con fe y escasez caraqueños persisten en tradición del Nazareno de San Pablo
Los preparativos para la realización de la cuatricentenaria procesión del Nazareno de San Pablo, no estuvieron exentos de la crisis.
La tradición, que este miércoles, 28 de marzo, hace parte de las actividades de la Semana Santa y que se realiza en la Basílica de Santa Teresa, en Caracas, ha tenido que afrontar la carencia de materiales e insumos para mantenerse vigente, pero ha logrado sobrevivir gracias al entusiasmo de sus fieles devotos y sus organizadores.
Fueron miles los obstáculos para realizar los actos, que constan de una misa y la multitudinaria procesión de la imagen de Jesús con la cruz a cuestas, como miles son las orquídeas que adornan la escultura, que requiere de mínimo 4.500 flores de esa especie, de color morado, que este año rondan un precio de 900.000 bolívares por unidad, según el testimonio de feligreses.
“Todos los años le llevo sus orquídeas, en una época hasta un ramo le llevé, pero ahora están inalcanzables con esos precios. Como pude le conseguí una, porque tampoco se consiguen las moradas. Lo importante es mantener la fe”, contó Nancy Ibarra, seguidora de la tradición desde que era niña, debido a una promesa por una tosferina que padeció y por la que su madre ofrendó la penitencia de acompañar y rendir tributo cada año, todos los Miércoles Santo.
Pero la fe aún logra mover montañas, pese a que no se recolectaron las 9.000 flores que el año pasado adornaron al Nazareno, fieles y voluntarios lograron reunir alrededor de 6.500 orquídeas moradas, informaron cofrades, que realizan voluntariamente, el servicio de arreglar al santo para la ocasión.
El costo de una promesa
La vestimenta es otro aspecto a tomar en cuenta. Las túnicas moradas que cientos de feligreses utilizan para acompañar al Nazareno, como símbolo de respeto y reverencia, o simplemente para cumplir con una promesa, se consiguen entre 400.000 y 450.000 bolívares, monto que, en cualquiera de los casos, está por encima del salario mínimo actual, fijado el pasado 1° de marzo en 392.646 bolívares mensuales.
“Desde hace tres años vengo con mi hija menor. La bata de ella hay que modificarla cada año, la mía es la misma que uso desde hace seis años, antes la cambiaba cada dos años, pero ahora es imposible. La iba a mandar a hacer para que me saliera más barata, pero la tela de ese color no se consigue”, reveló Yudit Arguinzones, quien asiste a la procesión desde hace 25 años.
Reciclaje de la fe
Los altos costos han obligado a la feligresía y a los organizadores a prescindir de algunos componentes, que por siglos han configurado esta costumbre, profundamente arraigada como parte del acervo histórico, religioso y cultural de los caraqueños. Pero hay elementos de la liturgia que no pueden ser excluidos, pues son parte de una estricta doctrina.
Las velas, pero en especial los cirios pascuales, elaborados con cera de abeja, material que hace que se consuman en más lentamente y duren más tiempo, como lo indica la liturgia romana, durante la denominada Vigilia Pascual, que se efectúa en la noche del Sábado Santo, como signo de Cristo resucitado, y su luz, en esta ocasión ha estado a punto de permanecer en la oscuridad por su elevado precio. En algunos lugares puede costar hasta 8.000.000 de bolívares.
En algunas parroquias, donde también se sigue el ritual, han tenido que optar por el reciclaje de velas y cirios, la utilización de flores artificiales y hasta la disminución del número de hostias que se reparten en las misas. Todas estas medidas buscar preservar la esperanza de que todo mejore y Venezuela encuentre su propia resurrección. El viacrucis continúa.