Carta económica al presidente Chávez
Señor presidente, espero que desde su lecho de convalecencia tenga la oportunidad de leer estas cortas líneas, donde trato cinco asuntos de interés nacional. El primero tiene que ver con las cifras del BCV relativas a la actividad económica.
El producto interno bruto (PIB) aumentó 2,5% en el segundo trimestre de 2011, sensiblemente inferior al primer trimestre cuando la economía se expandió 4,8% después de haber pasado por una recesión de dos años. Ese crecimiento de 2,5% ocurrió en un contexto donde el precio petrolero fue superior en 48% a la cotización durante los primeros tres meses de 2010.
Eso debería llamarle la atención, el hecho de que la economía cada vez responde menos al incremento de los precios del crudo. Usted debería pedirle al gabinete económico que le presente un estudio sobre este hecho y seguro ello lo hará reflexionar. Por otra parte, con todo y el crecimiento del semestre, el nivel del PIB todavía esta por debajo en 2,0% del valor alcanzado en 2008, lo que refleja lo débil del crecimiento de la economía. Sería una tragedia para Venezuela una disminución de los precios del petróleo. Actualmente, el ingreso por habitante es inferior en 8,8% al del año 1978, lo que da una idea del retroceso que el país ha sufrido desde 1983.
En segundo lugar, quisiera llamar la atención acerca de la exacerbada dependencia de la economía venezolana. Efectivamente al cierre del primer semestre de 2011, de cada cien dólares exportados, noventa y cinco provienen del petróleo, en contraste con 1998, cuando esa cifra era setenta. Es decir, desde el Estado se ha aplicado una política para favorecer las importaciones y liquidar las exportaciones, al punto de haber satanizado a los exportadores como contrabandistas.
El resultado es que hoy somos una factoría petrolera y esas importaciones y el pago de la deuda externa están consumiendo casi todo el ingreso petrolero. Pero observe este dato: por cada punto que crece el PIB las importaciones aumentan diez puntos. Exija al equipo económico del gobierno que le muestre las estimaciones de la elasticidad de las importaciones al PIB y seguramente ese cálculo le va a llamar la atención. Todo esto es el resultado de una política que en todas partes ha fracasado, y si no lo cree pregúntele al presidente Correa que es economista, y es aquella que pretende bajar la inflación dejando fijo el tipo de cambio, tal como el ministro Giordani ha sugerido y usted ha aceptado, al altísimo costo de perder sostenidamente reservas internacionales.
El tercer punto que trato en esta misiva pública es el de la deuda. A este ritmo que lleva el endeudamiento, el país, en un futuro no muy lejano, va a pagar más en el servicio de la deuda de lo que se gasta en educación y salud, cuadro similar a los nefastos años ochenta y noventa que tanto mal causó a los venezolanos.
Según el BCV, la deuda externa financiera, es decir, documentada en títulos, del sector publico, al cierre del primer semestre de 2011 se cifró en US$ 74.274 millones, frente a US$ 50.584 millones en el semestre homólogo de 2010, lo que refleja un aumento de 46,6%.
Si a ello se suma la deuda interna y los compromisos con China la deuda total puede tocar fácilmente la cota de 50% del PIB, si éste se mide correctamente al tipo de cambio promedio de la economía. No permita que le presenten cifras que no son. Ahora bien, este endeudamiento, es la otra cara de los déficit fiscales persistentes que mantiene el gobierno y esto es muy peligroso y lo es más todavía cuando se ve que la inversión en lugar de aumentar disminuye y que la producción petrolera en lugar de incrementarse se contrae. Entonces, ¿para qué se endeuda el país?
El déficit fiscal se origina no en la insuficiencia de ingresos sino en un Estado macrocefálico que devora los recursos que toca. Ello hace que la gestión fiscal sea estructuralmente deficitaria y que el umbral de precios petroleros que equilibra el presupuesto siga una trayectoria creciente. Mientras más se invierte en empresas menos gasto se asigna, proporcionalmente a la salud, educación e infraestructura, hoy literalmente desecha.
En cuarto lugar quiero referirme a la inflación. De veras, la inflación no tiene que ver con márgenes de ganancia o especulación porque una cosa es el nivel de precios y otra diferente la velocidad a la cual aquellos aumentan. Un país puede tener precios altos e inflación baja, como Japón por ejemplo. Otros como Venezuela, tiene precios altos e inflación elevada. Dígale a sus ministros del área económica que le recopilen y sinteticen todos los estudios económicos sobre la inflación en Venezuela y va a percatarse del efecto del déficit fiscal, la devaluación, los ajustes salariales, entre otros.
Ahora la situación de la inflación se ha agravado con la caída de la producción de alimentos al punto que según el BCV, la producción de alimentos en el primer trimestre de 2011, es apenas 7,0% mayor que la de 1997. Finalmente, el tema de la educación no puede faltar. La ampliación de la UNEFA y la creación de la UBV significaron una oportunidad apara aquellos estudiantes que no encontraban cupo en las universidades nacionales y no pueden pagar una institución privada. Pero llegó la hora de revisar la calidad de esas universidades.
Un solo indicador, el 90% de sus profesores son egresado de las tres principales universidades nacionales, tanto públicas como privadas y no tienen título de postgrado en universidades de calidad. ¿Qué puede enseñar un recién egresado que no haya completado estudios de cuarto nivel? Pero tal vez lo más crítico es la calamitosa situación de la educación pública media hace imposible que sus egresados puedan ingresar y proseguir en las mejores universidades. Espero que recupere su salud lo más pronto posible.