Ayudas vergonzosas
Todas las ayudas deben ser oportunas para resolver determinados problemas; encauzar las asistencias hacia el socorro del prójimo es algo loable, los apoyos al servicio del conocimiento también lo son. Pero las ayudas que estamos viendo en los últimos períodos son desteñidas y afrentosas. No obedecen a programa alguno, no son planificadas, ni están asignadas a determinados entes para que sean perdurables en el tiempo.
Chávez, cree que ayudar es ofender, obligar e intimidar. De ellas, parte en esta Venezuela la pobreza y la riqueza. Las ayudas a los grupos oligárquicos de la “revolución”, contribuyen a enriquecer a unos aventureros que, ahora comercian con todo apoderándose del erario público y sus derivados. Las colaboraciones a los pobres son una casi limosna, imprecisas con las misiones, de poca duración y sin resultados visibles.
La corrupción es tanta en este tipo de obvenciones, que nos topamos con los llamados bonos a la productividad en la administración pública, instrumentos de presión para obligar a los ciudadanos a comprometerse con el “proceso”, a movilizarse en las marchas, o a inscribirse el PSUV. Según hemos escuchado ya las Alcaldías están atrasadas en estos pagos y no cuentan con recursos para los próximos meses. Esos bonos marcan un contraste social y vimos en oportunidades como se llenaron de carros las ciudades con estas “ayudas”. La mayoría se guindaron de esas canonjías sacrificando cualquier principio, llegando a comprometer sus conductas con el régimen.
Las “ayudas” en ocasiones abarcaron a la economía informal, quienes entusiastamente engolaban para vociferar a favor de su comandante, hoy están más que arrepentidos, viendo la persecución de las “autoridades” y los desalojos impetuosos de los cuales son objeto. Ya el régimen no quiere buhoneros, por ello, no les cumplen con los supuestos centros comerciales, desaparecidos del mapa. De esta manera, no les queda más remedio que jugarse la vida a diario cargando las mercaderías para la venta encima, en su propia anatomía, otros terminaron en la ruina, agrandando las cifras de indigentes. ¡Así le responde el comandante a su pueblo!
Los empleados al servicio del régimen están en permanente inestabilidad, bajo la figura de “contratado”, extirpándoles ciertos beneficios, y en continua preocupación de si continuarán devengando sus salarios. De esta forma los “auxilian” para presionarlos cuando hay movilizaciones o actos del PSUV. Quién no vaya, está automáticamente botado. Lamentable para quienes caen y cayeron con Chávez y sus “ayudas,” se convirtieron en sus muñecos serviles que, ahora no saben como sacudírselo y de paso no les pagan sino menudencias.
Venezuela, se desangra con la violencia e inseguridad, el pobre pernocta en las calles o deambula por ellas, persiguiendo auxilios refractarios, el vivo está en Miraflores encarneciendo cada vez más. Toda la burguesía oficialista se llenó, los resquicios quedan para “ayudar” a los miserables. Miserables que en la Venezuela del futuro habrá que reeducar, mostrándoles el verdadero camino honesto. Capacitándoles para trabajar, devolviéndoles su dignidad. Somos un país de indigentes aunque algunos lleven los bolsillos repletos de Bolívares “fuertes” o de dólares “débiles,” haciendo alarde de su boato. El crecimiento económico del país parece reflejarse certeramente en cuentas sembradas en bancos del extranjero por los nuevos ricos “revolucionarios”
El hollín de esta “revolución” todos lo sabemos, será la ruina; pero hay quienes persisten en exprimir a la nación, patria de algún “ínclito” venezolano. Expoliar y expoliar con mayor avidez mientras haya, hay que aprovechar. Puesto que las “ayudas” arruinaron en vez de solucionar un problema a alguien. Quedará Venezuela patas arriba, cuando fenezca el “proceso” y no en distinta posición los seres vivientes que la poblamos. Sin un programa que contar, sin una obra que celebrar…Dándole paso seguramente a una nueva generación que esperamos no sea de rufianes. Seguiremos siendo un país de pobres porque los ricos se marcharán.