Ataque? Iraní Contra el Dólar a Través de la OPEP
El lunes 7 de abril de 2008; este era el precio del dólar estadounidense en las siguientes monedas de otros países: 103 yenes japoneses; 24 rublos rusos; 7 yuanes chinos; 1 dólar canadiense; 0,64 euros europeos; y 0,50 libras británicas.
El Presidente de la República Islámica de Irán; Mahmoud Ahmadinejad, le solicitó a sus socios de la OPEP (Organización de Países Exportadores de Petróleo), que abandonen la práctica de valorar en dólares al barril de petróleo “para proteger los intereses de sus miembros”; observando que la moneda estadounidense se ha devaluado desde 0,83 euros (cuando nació esta moneda en enero de 2002); hasta los actuales 0,64 euros en 2008, (una depreciación del 30 por ciento en los últimos 6 años).
Eso deja en el aire una importante pregunta: Siendo los Estados Unidos de América, el líder mundial de la economía de libre mercado (la verdadera economía), ¿Cómo es posible que haya permitido la continua depreciación de su moneda frente a otras divisas y no haya hecho algo al respecto para corregirlo?
¡Elemental querido Watson!, como diría el famoso detective; Sherlock Holmes, creado por el escritor británico Sir Arthur Conan Doyle: porque la devaluación del dólar BENEFICIA a la economía estadounidense, catapultando sus exportaciones de todo tipo, al convertir en más baratos a todos los productos de exportación estadounidenses; mientras convierte simultáneamente en más caros a todos los productos de todos los países cuyas monedas tengan un precio superior al del dólar estadounidense.
Y si los iraníes—y sus socios de la OPEP—revisan lo que le ha ocurrido a la moneda británica (la libra esterlina), observarán que se ha depreciado en la misma forma que el dólar estadounidense—y después que hayan comprobado esto último—continúen examinando a la economía británica, para que comprueben como se ha fortalecido en todos los parámetros más importantes.
Así que; puede que tener un país con una moneda que “valga más que el dólar estadounidense”, sea un importante factor psicológico que llene de orgullo a los habitantes de dicho país—pero la economía no es algo psicológico; sino un fenómeno natural, sumamente complejo controlado por sus propias leyes—por lo que intentar manipular a la economía con posturas simples como el precio psicológico de las monedas, en vez de conducirla hacia la prosperidad, la conduce a terrenos desconocidos, que si no son transitados por verdaderos economistas—y no políticos profesionales, puede conducir al desastre.
La economía no puede manejarse por decreto, como lo hace la “economía” (muy entre comillas), inventada por el pensador alemán; Karl Heinrich Marx, también llamada: “economía socialista o centralmente planificada”—porque como ha demostrado el colapso económico de todos los Socialismos Reales que han existido, manejar a la economía mediante decreto, sólo conduce al desastre.
No existe un camino de rosas que conduzca a la prosperidad económica; eso sólo puede lograrse si un nutrido grupo de personas expertas en economía, están constantemente monitorizando los indicadores económicos, para tomar las acciones que correspondan: los indicadores económicos son como las formas de vida (vegetal y animal) que existen en la naturaleza: están todos intrincadamente relacionados y dependen los unos de los otros.
Cómo dicen algunos venezolanos: es como un cuero seco: si lo pisas de un lado, se levanta del otro.
Esta es la base fundamental de la economía: el ser humano (económico) es movido por el egoísmo y el afán de lucro, como descubriera; y después publicara el Padre de la Economía; el pensador escocés Adam Smith, en su obra cumbre del 9 de marzo de 1776: “An Inquiry into the Nature and Causes of the Wealth of Nations” (Una Indagación sobre la Naturaleza y Causa de la Riqueza de las Naciones): y por muy antipático que ese descubrimiento de Adam Smith, le parezca a algunas personas, es una realidad de la naturaleza humana, que no podemos cambiar, sino conocerla a profundidad, y administrarla hacia el beneficio de la mayoría, hacia el beneficio común.
