Apuntes críticos del derecho del trabajo
En la realidad actual de un gobierno supuestamente socialista, que pospone las disposiciones transitorias de un nueva ley orgánica de trabajo y la ley orgánica de hacienda pública estatal; fundamentalmente para implantar la relación capital-trabajo y adentrarse en la descentralización fiscal, se hace pertinente leer con ojo crítico la concepción del derecho de trabajo; que aún permanece en los ámbitos universitarios, institucionales y empresariales.
La definición clásica del derecho del trabajo, por ejemplo, del Dr. Rafael Alonso Guzmán, “como el conjunto de preceptos de orden público regulador de las relaciones que tienen por causa el trabajo por cuenta y bajo la dependencia ajena, con el objeto de garantizar, a quien la ejecuta, su pleno desarrollo como persona humana y, a la comunidad, la efectiva integración del individuo en el cuerpo social y la regularización de los conflictos entre los sujetos de sus relaciones”; esconde verdaderos azotes de la relación de trabajo nacional. En primer término, al integrar sólo a quienes trabajan en organizaciones constituidas, deja por fuera el trabajador informal, los que les trabajan a éstos y toda una gama de trabajadores no reconocidos como tal, caso de prostitutas, ficheras, damas de compañía, el albañil independiente, el vendedor de casa en casa, el relojero con su pequeño cubículo, entre tantos y tantos que efectúan trabajos sin que necesariamente laboren en una empresa o entidad pública. Por lo que cómo regular el conflicto en una sociedad que no abre la seguridad social de estos compatriotas, cómo efectivamente socialibilizarlos con programas de turismo laboral, actualización en sus oficios, dignificarlos en su autoestima y autoconcepto; si el marco jurídico laboral los excluye.
El populismo socialista en las primeras de cambio- sobre todo en la fallida reforma constitucional- planteaba darle seguridad social a los trabajadores informales; la propuesta por cierto no ha sido camuflada en ninguna ley, como si lo ha hecho con las atinentes al dominio del poder del estado y del gobierno por la camarilla militar; que desde hace más de una década mancilla la república. La respuesta para contener en apariencia el conflicto social trabajo, ha sido las ya casi veintena de decretos de inamovilidad laboral, sin que necesariamente en lo concreto real se respete; darle una que otra prioridad en el Tribunal Supremo de Justicia, en su sala social, a la juicios laborales; una que otra modernización física y tecnológica de las insectorías del trabajo; es decir, indicadores de impacto que, por lo general, favorecen la imagen corporativa del gobierno; pero que no se concreta en celeridad, equidad y justicia para la masa trabajadora. Sin dejar de mencionar el fraccionamiento del movimiento sindical, que se ha propuesto y logrado el oficialismo; como ayer lo hizo el perejimenismo cuando la otrora Acción Democrática, era baluarte del movimiento sindical en hombres como Valmore Rodríguez, Celestino Mata y Augusto Malavé Villalba, entre otros.
En las viejas encíclicas de la iglesia católica referente al hecho trabajo, se hablaba del salario familiar, sería pertinente saber los abismos que median entre la remuneración a los factores de producción. Los salarios, en sí, el paquete por ejemplo de un directivo de Pdvsa, un magistrado del mencionado Tribunal Supremo; o el farandulero de turno, el beisbolero estrella, los directivos de muchas organizaciones privadas con fines y sin fines de lucro; sinceramente son siderales, ante un paquete para el común del trabajador dependiente, que apenas rozará los quince mil bolívares fuertes anual. En dicho panorama, los principios del derecho del trabajo referentes a la prevalencia de la realidad sobre las formas o apariencias, la irrenunciabilidad de los derechos laborales, la norma que más favorezca al trabajador, lo que muy ideológicamente un asesor eterno laboral de Fedecamaras, de apellido Arbeloa, dio en llamar El paternalismo Benévolo a la Venezolana; centrar en la responsabilidad de no cumplimiento del contrato laboral sólo en la malicia del patrono; la sanción aparente de la discriminación de todo tipo y el cuido del joven trabajador; no son más que formalismos cuando lo diario es una caída en picada del salario efectivo, aquel que se queda atrás con respecto a la inflación y devaluación, sin que el trabajador puede cumplir con la cesta básica menos con la normativa. En la práctica es notorio como el trabajador debe someterse a condiciones de trabajo sin ninguna regularización, y medianos conflictos se vuelven metafísicos en los tribunales. El trabajo de menor es una canallada, sólo se debe salir a las calles de pueblos y ciudades y se verá un ejército de niñas y niños laborando; cuando debería estar estudiando, jugando y ayudando en faenas básicas del hogar y su propia comunidad.
Mucho de mentiras en la cátedra y verdadera realidad en las organizaciones y la calle; donde ciertamente se confronta el derecho del trabajo; por lo que profesor Guzmán, “los conflictos entre lo sujetos de la relación”, parece que por Ahora no tienen fin. El chavismo entre sus ironías llegó para ahondar la contradicción capital-trabajo a favor del patrón y la elite militar, política y burocrática del país.