!!!Aló… aquí hay un apagón!!!
Al saber que los venezolanos tenemos la posibilidad de conectarnos
a Internet por banda ancha desde cualquier pueblo remoto de
Venezuela, desde una posada en la playa o a la altura de un pueblo
de montaña, siento la satisfacción de haber contribuido a impulsar
la apertura de las telecomunicaciones y la privatización de la
CANTV. En 1991, cuando la ejecutamos, estábamos convencidos de que
ésa era una de las grandes jugadas para modernizar a Venezuela, con
miras a mejorar nuestra calidad de vida y a hacer más eficiente y
competitiva nuestra economía. En efecto, la apertura del sector a
la inversión privada trajo significativos beneficios al país. A los
más jóvenes les costará creer que en esa época anterior a la
privatización, el tiempo de espera promedio para obtener una línea
de teléfono en Venezuela era de 8 años, y por ello, uno de los
favores que más comúnmente nos pedían a quienes estábamos en
función de gobierno consistía justamente en conseguir una línea de
teléfono. La calidad del servicio era muy pobre; se invertía largo
tiempo para lograr el tono y las llamadas se entremezclaban.
Tampoco contábamos con telefonía celular y el gobierno no disponía
de los recursos para hacer las inversiones que se requerían en
aquel entonces y que el sector privado ha hecho en todos estos años.
Sin embargo, ahora el gobierno ha anunciado su intención de
estatizar nuevamente la empresa. Este sería el primer caso de
reversión de las privatizaciones que en telecomunicaciones
comenzaron a darse en el mundo entero desde finales de los 80,
tanto en países en desarrollo como en países industrializados tales
como Alemania; privatizaciones que continúan impulsándose hoy en
día por la plena vigencia de sus fundamentos y resultados. Aun
cuando en algunos países se han revertido procesos de
privatización; por ejemplo en el campo del agua y en concesiones de
carreteras, esto se ha debido a problemas en la calidad de los
servicios o a incumplimientos de metas pero no a razones
ideológicas. Nadie en el mundo estatiza empresas hoy por razones
ideológicas, excepto Venezuela. Fanatismo ideológico del Presidente
de la República, aunque gente de su gobierno haya manifestado en
distintos momentos, su acuerdo con la privatización de la CANTV. Es
el caso, por ejemplo, de Jessie Chacón quien siendo director de
CONATEL en 2003, declaró a la prensa que consideraba que la
privatización de CANTV era un paso correcto; o su propia gente,
quien en la que en la Constitución de 1999 estableció la apertura
del gas al sector privado; esa industria que también hoy el
Presidente quiere reservar al Estado.
Lo que el gobierno se propone ahora carece totalmente de sentido.
Si avanzara con las estatizaciones con las cuales amenaza, la de
los proyectos petroleros de la Faja, la CANTV y la Electricidad de
Caracas, la compensación de sus propietarios supondría alrededor de
25 millardos de dólares lo que equivale a aproximadamente un 20% de
la riqueza total creada en un año en todo el país, y
aproximadamente el 50% de lo que se estima es el déficit de
inversión en infraestructura. Es decir, el gobierno estaría
invirtiendo recursos para comprar o tomar el control de empresas
que funcionan bastante bien y descuidando áreas de la
infraestructura que están por el suelo. Peor aún: si el gobierno
pagase esa cantidad por esas empresas, ese dinero pagado se irá del
país en forma de dólares. O sea, en términos netos, habría una
desinversión de enorme tamaño en la economía venezolana. Además,
habría que contemplar no sólo lo que se pagaría o se comprometería
ahora para adquirir esas compañías sino también los flujos de
inversión que sería necesario mantener si se quieren desarrollar
adecuadamente los sectores en los cuales esas empresas operan. Ni
mencionar las exigencias gerenciales adicionales que impondrían
estas complejas empresas sobre un gobierno ya rebasado, que no
puede ni controlar el hampa y que ha de reciclar constantemente su
“personal”.
El caso de la electricidad es dramático. El país necesita
inversiones en el sector eléctrico que se han estimado por el orden
de los 5 millardos de dólares. Estados en el interior del país
sufren continuos apagones. De hecho, las interrupciones mayores de
100 megavatios se han venido incrementando sistemáticamente en el
país y han pasado de 24 episodios en 2000 a 99 episodios en 2005.
Falcón y Monagas son estados donde la electricidad se interrumpe
hasta por tres horas. Ahora resulta que en vez de invertir en
expandir y mejorar la generación y distribución de electricidad, el
gobierno quiere invertir en comprar la empresa de electricidad más
eficiente del país, una con la cual -según diversas mediciones
hechas- los consumidores se encuentran satisfechos.
Por último, está el caso de las empresas en la faja del Orinoco. La
producción nacional de petróleo ha venido cayendo, los precios
están a la baja y la demanda interna de combustibles está disparada
por diversas razones, reduciendo aún más las cantidades disponibles
para exportar. Si algo tendría que estar haciendo el gobierno en el
sector es incentivando mayor inversión extranjera para expandir
aceleradamente la producción.
Pero por lo que vemos, y por lo pronto, en vez de más producción y
mejores servicios tendremos más fanatismo ideológico.