Algunas percepciones de la IV Cumbre de las Américas
La recientemente finalizada IV Cumbre de las Américas realizada en Mar del Plata (Argentina) durante el 4 y 5 de noviembre de los corrientes, produce varias percepciones e interpretaciones que son, en ocasiones, equivocadas.
La más abarcante es la que -entre otros- el Presidente Chávez plantea como la muerte del ALCA. Realmente ALCA como proyecto de integración hemisférica se continuará planteando y ejecutando por la vía de acuerdos parciales o regionales y, numerosos países, continúan en un franco interés de articularse con EE.UU. y Canadá. Más relevante es el hecho de que las negociaciones y los planteamientos de problematización y solución a problemas de negociación comercial atinentes al ALCA –que son parte fundamental del proyecto- no avanzaron y se han estancado, independientemente de lo sucedido en Mar del Plata.
La segunda percepción presente en algunos políticos es que, los EE.UU. salieron derrotados en sus afanes políticos y económicos. Realmente los EE.UU. antes de llegar a Mar del Plata ya habían expresado a través de su Presidente el interés en las soluciones o discusiones de la Ronda Doha o Ronda del Desarrollo de la OMC y que continúan en diciembre próximo (en una reunión en Hong Kong que será solamente, según balances diversos sobre tales menesteres, una de las numerosas que para llegar a la finalización de las negociaciones todavía hay que realizar). No es claro a esta altura del desarrollo de los flujos de comercio internacional que los EE.UU. tengan un deseo incontrolable de abarrotar a América Latina con sus productos. Algunos países presentan, incluso, demasiados problemas para poder impulsar formas de comercio en tal perfil. Las apreciaciones, la preparación y la experticia de los EE.UU. en la defensa de sus intereses comerciales es notablemente ingenuo equipararlas a un episodio en la IV Cumbre de las Américas.
La tercera percepción es que se está fortaleciendo un eje Caracas-Brasilia-Buenos Aires que, en el plano político y económico estaría detrás de los resultados de la IV Cumbre de las Américas. Lo que puede percibirse es que Brasil jugó -como lo sabe hacer- en afán de sus propios intereses. Muy gris la participación de Lula cuando uno la compara con la de Cardoso (aun apartando diferencias intelectuales y de otro tipo en uno y otro personaje) en la Cumbre de Santiago en el año 1998. Es entendible, no por el hecho de que el Presidente de los EE.UU. partía de la IV Cumbre de las Américas a Brasil, sino porque el problema de Brasil dentro del MERCOSUR y en la economía internacional trasciende los intereses de ALCA (en tal sentido es poco precisa la apreciación del Presidente Chávez en cuanto a que “Fuimos como cinco mosqueteros” –(%=Link(«mailto:[email protected]»,»[email protected]»)%)-; en realidad se trató de la posición de MERCOSUR y Venezuela). Brasil, con otros países –inclusive fuera de América-, tiene su propio perfil de interpretación sobre sus problemas comerciales con los EEUU. Podría incluso uno preguntarse a esta altura y de manera impertinente: ¿es más peligroso para Venezuela ALCA que MERCOSUR?
Otra percepción es la de que las apreciaciones equivocadas o con intereses específicos desde las posiciones de algunos países, vistas por algunos como éxitos, habrían tenido reflejo en lo que finalmente se decidió. Los dos o tres párrafos que resumieron las discrepancias atinentes a si se estaba preparado ya para el ALCA o era menester esperar los resultados de la Ronda del Desarrollo iniciada en Doha, no se distancian de otros redactados en el mundo en circunstancias similares o cercanas en perfiles de diplomacia comercial. El papel final asumido por México y Colombia en cuanto a defensa del ALCA o gestiones en adelante para evaluar sus posibilidades –correspondientemente-, reflejan, entre otros elementos, el pragmatismo y la velocidad que estas dos naciones han acumulado en materia de comercio y defensa de los intereses que se plantean como convenientes.
Una quinta percepción, más de corte político, es la de que la contracumbre o las actividades en el estadium de Mar del Plata reflejarían un repunte del socialismo o de la esperanza de cambio radical en América Latina. Realmente, con los financiamientos, mecanismos, propagandas y apoyos que se conocen o intuyen tuvo tal evento, no es algo apoteósico haber reunido, para oponerse al neoliberalismo o al imperio, alrededor de 10.000 o 15.000 personas, como varias fuentes internacionales señalaron estaban presentes. En este aspecto es evidente el apoyo dado por Venezuela a esa actividad y, en tal sentido, los críticos tienden a adjudicarle al Presidente Chávez el financiamiento de su protagonismo e intereses. Puede resaltarse que, otros Presidentes venezolanos, también lo han hecho y además habría que destacar hasta donde son también de importancia las actitudes de numerosos beneficiarios no venezolanos de tales apoyos. Lo que también debe acentuarse es la diferencia notoria entre las protestas que en distintas reuniones internacionales han organizado los llamados globofóbicos –concentrando también numerosas personas- y las actividades de marcha y concentración política en el estadium referido, que tuvieron un sesgo político más definido y resumido -para gusto de muchos- en la expresión socialismo o barbarie. En cualquier caso, recordar las Malvinas y esperanzas revolucionarias en naciones que han tenido de las peores dictaduras militares de la región y experiencias diversas en insurgencia revolucionaria y cambios de posiciones políticas, son ejercicios calificables de complejos, en lo mínimo.
Una última percepción es la atinente al papel de Venezuela. El Presidente de Venezuela ha planteado la importancia de los referéndums para las decisiones trascendentales de la nación. Cualquier analista que mida el valor de los activos de inversión y que, mas aun, conozca los agudos problemas que presenta la población venezolana y en la solución de los cuales la administración actual ha expresado interés en actuar, puede medir la trascendentalidad de que un administrador de la nación ofrezca la cantidad de 10.000 millones de dólares para acciones en las cuales no se han ni ofrecido ni comprometido otras naciones. ¿Bajo que criterio un administrador puede decidir con una camarilla algo de tantas repercusiones para una nación?
En fin, la IV Cumbre de las Américas, llevada a cabo en Mar del Plata, produjo mas ruido que nueces, se perciba en sentido favorable o contrario al ALCA. Los asuntos que debía atender, que eran los de la pobreza no fueron considerablemente atendidos, porque ellos en si mismos son problemas estructurales y de estrategias y posibilidades de desarrollo. Pero, además, porque los problemas de la pobreza en los perfiles de las negociaciones se incluyeron y ampliaron desde la Cumbre de Santiago en 1998, en parte por que a los latinoamericanos les gustan las soluciones globales e integrales, aunque esto no sea más -en algunos casos- que mecanismos para excusarse en la desatención de sus propias responsabilidades. Y, también, porque las asimetrías y el desbalance en lo niveles de desarrollo y de preparación para las negociaciones comerciales, son agudas cuando uno evalúa la realidad latinoamericana. No siempre es el imperio, es que también las economías persisten en numerosos problemas estructurales e institucionales.
Más allá de las alegrías de unos y de las nostalgias de otros, Brasil seguirá avanzando en la defensa de sus intereses comerciales y los centroamericanos, no en número insignificante, se seguirán sintiendo contentos con lo que han avanzado en sus arreglos comerciales con los EEUU en base a CAFTA. El sistema y los subsistemas de comercio internacional, tienen tantos problemas y mecanismos dinámicos -aun dentro de sus irregularidades- que, criticar al libre comercio o al hecho de que realmente no existe, no tiene en la dinámica de la cumbre de Mar del Plata más que un episodio adicional. Solo eso tiene.