Alfonso Ravard y Sucre Figarella: pioneros del desarrollo endógeno de Guayana
(%=Image(5232548,»LRCN»)%) En estos tiempos en los que el desarrollo endógeno se nos ha convertido en un discurso permanente, sin que tengamos claro de qué se trata, es bueno que miremos atrás para recordar la obra de estos dos pioneros que están entre los principales responsables de La Guayana que tenemos hoy.
Se puede decir que el desarrollo de la Guayana moderna comenzó hace 50 años cuando se creó la Comisión de Estudios para la Electrificación del Caroní en 1953 y se inició la construcción de Macagua I en 1956. En aquellos tiempos comenzaba la explotación del mineral de hierro y los núcleos urbanos que formarían Ciudad Guayana no llegaban a los 5.000 habitantes y Ciudad Bolívar a unos 40.000.
Pero nuestros pioneros concibieron un desarrollo urbano capaz de albergar a millones y no sólo lo concibieron, sino que emprendieron la obra. A la promoción de proyectos hidroeléctricos e industriales que generaran empleo agregaron la construcción de infraestructura y la instalación de obras educativas y de servicios por parte del sector privado.
El general Rafael Alfonso Ravard (RAR) concebía a la CVG como una institución promotora y que el peso de la actividad industrial debía recaer en el sector privado. Pero tenía muy claro que la hidroelectricidad era el motor que impulsaría el desarrollo industrial.
Así se elaboró el Plan de Ciudad Guayana, por profesionales venezolanos con la asesoría del MIT, cuyo urbanismo contemplaba que los pobladores de ambos lados del Caroní formaran una sola ciudad. Hay que decir que hasta obras como el segundo puente sobre el Orinoco ya estaban incluidas en dicho plan. Desde Guayana se impulsó la unificación de la frecuencia eléctrica, que permitió la interconexión eléctrica de todo el país y le abrió las puertas a Guri, proyecto que arrancó en 1963. Se puede afirmar que todo el desarrollo industrial de Guayana, desde el aluminio y el acero hasta las plantaciones de pinos al otro lado del Orinoco, se proyectó y comenzó en aquellos años.
Después de dedicarle más de 20 años a Guayana RAR dejó el cargo en 1974 para ser poco más tarde, en 1976, el primer presidente de la industria petrolera nacionalizada, cargo que ocupó hasta 1983.
Por esos años llegó a CVG Leopoldo Sucre Figarella (LSF), quien ya tenía una larga carrera al servicio del Estado, donde había sido gobernador de Bolívar y Ministro de Obras Públicas. Con una visión distinta a RAR, al priorizar más la participación del Estado como productor, LSF fue un maestro en la construcción de obras públicas. A él se le debe la mayor parte de la infraestructura vial del estado Bolívar. Completó el enlace vial desde Santa Elena de Uairén hasta Puerto Ayacucho. Durante su gestión se construyó la V línea de Venalum y la central Macagua II, con toda la integración vial y recreacional del proyecto a la ciudad. Realizó numerosas obras: El puente Angosturita, las autopistas San Félix-Upata y Ciudad Guayana-Ciudad Bolívar, la ampliación de la Av. Guayana hasta San Félix. Inclusive se puede celebrar que durante su gestión había agua y luz en el estado.
Dos visiones distintas pero el mismo amor por Guayana y por Venezuela. Con ambos pioneros la CVG fue una institución dinámica, con músculo para impulsar el desarrollo de la región, generar corrientes migratorias desde otras áreas del país y motivar a sus ciudadanos a emprender proyectos, crecer y progresar.
Ahora que tanto despotricamos de la IV República, mientras nos enredamos en cambios institucionales: CVG, MIBAM, CONABI, EPS, Cooperativas, refundaciones, etc. En estos 7 años en que hemos tenido cinco presidentes de CVG y un Ministerio de ñapa, deberíamos reflexionar con objetividad sobre el por qué no se ha hecho otra cosa que continuar Caruachi, que ya estaba en camino, y un puente que ya va para cinco años, mientras los servicios se han deteriorado a niveles inaceptables.
