Ahora le toca a Margarita
Como viene pasando en los años recientes, cuando llegan las vacaciones de agosto, comienzan las penurias de apagones en Margarita. Desde hace tiempo hemos alertado sobre la precaria situación de las empresas del sector eléctrico por una congelación de tarifas que las tiene al borde de la quiebra, no les permite hacer las inversiones necesarias para mantener la calidad del servicio, e inclusive se les dificulta cubrir sus costos operativos.
El criterio que parece regir es “¿por qué vamos a subir las tarifas si los precios del petróleo están altos?”. Es un criterio tan absurdo que si lo extendiéramos conduciría a subsidiar toda la economía bajo el pretexto de que los precios del petróleo están altos: por qué vamos a subir los útiles escolares, o la carne, o la leche, o la ropa, o………….
Ante la imposibilidad, el subsidio se concentra en los servicios públicos como el agua, el gas y la electricidad, extendiéndose sólo a otros bienes emblemáticos como los combustibles, que favorecen abiertamente a los ricos. Y a pesar de la congelación de todos estos rubros, la inflación acumulada en el año ya supera el 8%. La justificación de la congelación está en pensar algo así como: ¿Imagínense cuál sería la inflación si sinceráramos los precios de estos servicios públicos?
Pero el razonamiento es errado. La congelación a juro de ciertos productos y servicios conduce a la distorsión de los precios relativos que orienta la asignación de recursos en la economía. Así, los bienes subsidiados estimulan el despilfarro que sin duda está influyendo en el alto crecimiento del consumo de electricidad. Adicionalmente, la precaria situación de las empresas conduce a la mala calidad del servicio que, a la postre, se traduce en una pérdida de competitividad de la industria y al encarecimiento de los bienes industriales.
Por otra parte, pensar que el petróleo lo pagará todo es una ilusión. El dinero del petróleo llega a una sola caja grande y no hay capacidad de gestión para atender centralizadamente a todas las necesidades. Ese es el caso de Margarita.
Desde 1998, cuando se privatizó el servicio eléctrico de Nueva Esparta, la mejora fue sustancial. La empresa invirtió para aumentar la capacidad de generación y eliminar cuellos de botella en distribución a lo largo de la isla. Pero desde hace cuatro años las tarifas casi se congelaron, lo que deja a la empresa sin recursos y sin incentivos para seguir invirtiendo. Pero la demanda sigue subiendo y se están presentando problemas para atenderla.
¿Cómo hacer para que el dinero del petróleo fluya hacia Nueva Esparta y reemplace lo que debería proveer el flujo de caja propio de la empresa? Pues bien, tal parece que la solución que se encuentra es transferir equipos de Cadafe para reforzar la generación eléctrica en la isla y encargar a esta empresa de parte del servicio ¿Solución estructural? Para nada, sólo un pañito caliente que hará a la isla más dependiente y vulnerable.
Y, por otra parte, ¿Está en capacidad Cadafe, con todos los problemas de calidad de servicio que afronta a lo largo del país, de asumir tareas adicionales? Obviamente no. Cadafe dejará de atender los graves problemas de distribución que tiene a lo largo del país y que cuando se comparan hacen ver a Margarita como una tacita de plata.
Tal vez lo que se pretende es alentar a las voces que quieren estatizar el servicio eléctrico. Primero se estrangula a las empresas privadas hasta que se deteriora el servicio y luego ya esta servida la mesa con la excusa para la intervención del estado. Algo similar está sucediendo con Elebol.