350.000 viviendas
No han logrado construir 300.000 en doce años, muchos con precios del petróleo por las nubes, pero ahora, por boca de su más autorizado vocero, el gobierno “revolucionario” anuncia que construirá 350.000 en los próximos dos años. Se trata, para decirlo de una vez, de una promesa irresponsable, quizá más exactamente de una oferta engañosa con la vista puesta en las elecciones de 2012.
Tampoco los gobiernos anteriores destacaron por su ponderación y discreción a la hora de las promesas, pero jamás llegaron a la desmesura que sin rubor se exhibe hoy. Quizá la explicación resida en que, mal que bien, en el pasado tanto gobiernos como partidos contaban con profesionales calificados que obligaban a los políticos a mantener sus ofertas dentro de límites razonables; ahora, si existen, no se oyen.
Para producir viviendas hay que producir primero (o en paralelo) ciudad: calles, cloacas, acueductos, escuelas, equipamiento sanitario, plazas y parques, instalaciones deportivas, comercios, equipamiento comunitario, transporte público, redes eléctricas, de gas y teléfonos y pare de contar. Todo lo cual requiere además de planificación, y planificación de largo plazo, como, por su misma naturaleza, exigen las ciudades. Pero incluso la producción de la unidad de vivienda misma es un proceso complejo que, además de disponer de terrenos adecuados, requiere de la colaboración y coordinación entre distintas industrias: cemento, hierro, aluminio y acero, vidrio, madera, alfarería, cerámica, piedra y arena, instalaciones eléctricas, piezas sanitarias, tuberías para aguas negras y blancas, pinturas y materiales aislantes. Y aunque como parecen demostrar nuestros barrios populares, cualquiera puede levantar una unidad de vivienda, si se lo quiere hacer bien y eficazmente se necesitan especialistas y un mínimo de obreros calificados. Nada de lo cual parece compatible con esa suerte de montonera que sigue siendo el gobierno “revolucionario”.
Ironías del destino, la semana pasada falleció inesperadamente Jacobo Rubinstein, vice-presidente de la Fundación de la Vivienda Popular y uno de los profesionales que más aportes teóricos y prácticos dio al tema en nuestro país. Una pérdida dolorosa en lo afectivo que se hará notar con fuerza redoblada en este reino de la improvisación.