George Weah, el Balón de Oro africano, es principal aspirante a presidir Liberia
Los grandes goleadores no se vienen abajo por fallar un tanto importante, y siempre siguen intentándolo. George Weah no parece una excepción: el único Balón de Oro africano (1995) es el principal candidato en la segunda vuelta de las presidenciales de Liberia de mañana tras perder en 2005.
El exfutbolista, de 51 años, se enfrentará como representante del Congreso por el Cambio Democrático (CCD) en las urnas al actual vicepresidente, Joseph Boakai (Partido por la Unidad, PU), que obtuvo un 28,8 % en la primera vuelta por el 38,4 % de Weah a pesar de partir como favorito en las encuestas.
La actual presidenta, Ellen Jonhson-Sirleaf, venció en la segunda vuelta de unos comicios, los de 2005, que Weah consideró «fraudulentos» tras denunciar una votación que «fue de todo menos democrática, libre y transparente».
Finalmente, aceptó el resultado tras las reiteradas peticiones de la comunidad internacional, que quería evitar una nueva crisis en Liberia.
Esto no le quitó las ganas de seguir en política: en las elecciones de 2011, Weah, que sopesaba volver a presentarse a la presidencia, finalmente lo hizo como número dos de Winston Tubman, sobrino de William Tubman, el presidente más longevo del país (1944-1971), aunque resultó perdedor una vez más.
El considerado por la FIFA como mejor jugador africano del siglo XX es actualmente senador por la circunscripción de Montserrado, en la que ganó con un 78 % de los votos ante el hijo de la presidenta, Robert Sirleaf.
En la primera vuelta de las elecciones, Weah venció en 11 de los 15 condados del país, incluyendo el de Montserrado, el más poblado.
Es quizá la experiencia de haber derrotado a un político cercano a la Presidencia lo que le da la esperanza de que a la tercera pueda ir la vencida, y Weah parece contar con los apoyos necesarios para hacerlo: ninguno de los tres candidatos minoritarios ha apoyado activamente a su rival, algo que ni siquiera la presidenta ha hecho.
Parece empeñado en reeditar como político los éxitos de su vida futbolística, en la que, especialmente en los años 90 y de mano de equipos como el Mónaco o el París Saint-Germain en Francia y el Milan en Italia, se convirtió en un ídolo para los liberianos, para cuya selección marcó 22 goles en 60 partidos.
Acompañado de su número dos en la candidatura, la exprimera dama Jewel Taylor, ha prometido a lo largo de su campaña educación gratuita desde la guardería al instituto y acelerar la creación de empleo.
En el campo rival, el PU de Boakai tiene argumentos para pedir la reelección: desde que llegó al poder hace 11 años, el país ha aumentado su PIB en un 248 %, pasando de 604 a 2.101 millones de dólares, una mejora económica que ha repercutido en la esperanza de vida, que ha avanzado desde los 56 años hasta los 62.
No obstante, desde la crisis del ébola que en 2014 mató casi 5.000 personas, la economía se ha visto afectada, y 2016 finalizó con un decrecimiento del 1,6 % del PIB.
El actual vicepresidente ha prometido una menor dependencia de la ayuda extranjera, reforzar la lucha contra la corrupción, mejorar las infraestructuras del país y, al igual que Weah, crear más empleos.
Los principales candidatos minoritarios en la primera vuelta no parecen ver con malos ojos un acceso de Weah a la Presidencia, aunque tan solo el exguerrillero Prince Johnson, que consiguió el 8,2 % de los votos, le ha apoyado activamente.
El tercero en discordia, Charles Brumskine (9,6 %), apoya a Weah aunque influyentes sectores de su partido hagan lo propio con Boakai, por lo que el voto de su electorado sigue siendo una incógnita, mientras que el quinto, Alexander Cummings (7,2 %), ha sido muy crítico durante la campaña con un Boakai a quien calificó de «obsoleto».
Sea quien sea el elegido, deberá continuar con la herencia de Johnson-Sirleaf, bajo cuyo mandato se consiguió la retirada de la misión de paz de la ONU en Liberia, activa desde 2003 a 2016, así como la retirada de todas las sanciones que Naciones Unidas había aplicado al país por el conflicto.
El entonces secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, elogió los «enormes progresos» que Liberia había registrado bajo el Gobierno de Johnson-Sirleaf, entre los que destacó la «continua mejora de la seguridad y la estabilidad» del país.
Liberia sufrió dos guerras civiles (1989-1996 y 1999-2003) que costaron la vida a más de 150.000 personas y causaron centenares de miles de desplazados y refugiados, por lo que la labor del nuevo presidente será mantener la paz que tanto ha costado conseguir.
Este será el primer traspaso de poderes en Liberia entre dos presidentes elegidos democráticamente en 73 años.