En 2020 el Tour se gana subiendo
El mandato de Christian Prudhomme sobre la ronda gala está marcado por la ventaja a los escaladores
Como viene sucediendo en los últimos años, el Tour de 2020 se ganará subiendo, en una edición en la que la montaña está repartida por todo el recorrido, presentado este martes en París, y donde incluso los kilómetros cronometrados se centran en las rampas que ascienden a La Planche des Belles Filles.
El mandato de Christian Prudhomme sobre la ronda gala está marcado por la ventaja a los escaladores, él que se confiesa ferviente admirador de Federico Martín Bahamontes y, sobre todo, de Luis Ocaña, sin olvidar a Eddy Merckx o Bernard Hinault, que también considera subidores más que otra cosa.
Por eso, desde que se hizo con los mandos de la carrera, ha ido relegando las cronos y buscando en la geografía francesa nuevos desafíos, inéditos, con un punto en común: la montaña.
No será una excepción la edición de 2020, que comenzará en Niza el 27 de junio, una semana antes de lo habitual para no pisarse con los Juegos de Tokio, y que tras atravesar los cinco macizos del país (Alpes, Central, Pirineos, Jura y Vosgos) acabará el 19 de julio en los Campos Elíseos.
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Prudhomme sueña con «un Tour como el de 2019», en el que Egan Bernal inscribió a Colombia en al palmarés por vez primera tras una competición trepidante, más que la edición anterior, marcada por la atonía y el dominio indiscutible del Ineos.
Para ello ha dispuesto 9 jornadas llanas, tres accidentadas, ocho de montaña, con cuatro metas en alto, y la guinda de una contrarreloj que acaba en las duras rampas de La Planche des Belles Filles.
En ese camino, el Tour de 2020 sigue buscando rampas lejos de Alpes y Pirineos, su terreno por antonomasia, para dar entrada a otros nuevos puertos, muchas veces inéditos que Prudhomme sueña con ver asentarse en el futuro como clásicos.
En una edición en la que los Pirineos han quedado relegados a un segundo plano, con solo dos etapas al término de la primera semana, estas dos últimas citas se perfilan como el elemento decisivo de la general.
Tres etapas alpinas, con especial atención al ascenso de la Loze, que se hará por una carretera recién asfaltada que, en palabras de Prudhomme «es diferente de todo lo que hasta ahora existía en Francia».
A la general solo le quedará el toque final, que se hará en los 36 kilómetros de crono entre Lure y La Planche des Belles Filles, repartidos en tres tercios, uno plano, apto para especialistas, otro más exigente de falso llano y el último en las rampas del ya mítico puerto, con una pendiente media del 8,5 %.
Las limitaciones logísticas han impedido añadir el último kilómetro que se ascendió el año pasado, lo que no resta carácter decisivo a una etapa que, prometen los organizadores, mantendrá el suspense hasta el final, que solo se conocerá durante el paseo triunfal por los Campos Elíseos.