Degenkolb resurge en las piedras de Roubaix
El alemán John Degenkolb (Trek) resurgió en la temida jornada de adoquines y volvió a firmar una gran victoria en la novena etapa del Tour de Francia disputada entre Arras y Roubaix con un recorrido de 156,5 kilómetros, en la que el belga Greg Van Avermaet (BMC) reforzó el maillot de líder con el segundo puesto.
En una jornada de gran dureza que no causó estragos en la general y los favoritos se mantuvieron en sus posiciones, Degenkolb, un esprinter y clasicómano nacido en Gera hace 29 años, volvió a ganar en Roubaix, pero no en el famoso velódromo donde se impuso en el «Infierno del Norte» de 2015.
Esta vez levantó los brazos en el centro de la ciudad batiendo en duelo directo al líder Van Avermaet y al otro belga de la escapada definitiva, Yves Lampaert (Quick Step). Una disputa entre especialistas que se resolvió por velocidad entre solo tres corredores, los únicos que fueron capaces de saltarse la disciplina del grupo de favoritos.
La colaboración del trío ganador les permitió legar a meta con 17 segundos de adelanto sobre un grupo que lideró Peter Sagan y 27 respecto al grupo principal donde estaban casi todos: Alejandro Valverde, Quintana, Froome y Dumoulin. A 7 segundos de los anteriores Mikel Landa y Bardet, todo un éxito teniendo en cuenta que el primero sufrió una caída y le tocó perseguir y el segundo tuvo un rosario de pinchazos y averías.
El único perjudicado por la etapa del pavé fue el colombiano Rigoberto Urán (EF), que se dejó en meta 1.28 minutos sobre sus rivales directos.
Avermaet supo defender el maillot amarillo y luchó por la etapa. Disfrutará la jornada de descanso como líder. Le sigue Geraint Thomas a 43 segundos y el belga Gilbert a 44. Entre los candidatos de la general el primero es Valverde a 1.31, y le siguen Froome a 1.42, Landa con el mismo tiempo, Nibali a 1.48, Dumoulin a 2.03, Quintana a 2.50 y Urán a 2.53. Con estas diferencias, para nada definitivas, entrarán los elegidos a los Alpes.
Era la etapa del miedo, la que quitó muchas horas de sueño, ka que exigía cambios materiales, como ruedas especiales con presión menor para amortiguar el trote, y un despliegue excepcional de auxiliares por los tramos adoquinados, 40 del Sky, uno cada 600 metros con agua y ruedas. Movistar con un despliegue de 42 juegos de ruedas.
Esperaban 21,7 kilómetros de pavés repartidos en 15 sectores. Aroma a «Infierno del Norte». Al final nadie se quemó en el infierno de los adoquines, pero caídas, pinchazos y sustos hubo de todos los colores.
Un comienzo, efectivamente, de miedo. Una caída temprana mandó al hospital, por segundo año consecutivo, al australiano Richie Porte (BMC), uno de los favoritos, y al español José Joaquín Rojas, el hombre que debía cuidar de Nairo Quintana durante toda la etapa.
Los primeros adoquines a 109 kilómetros de Roubaix rompieron la bicicleta de Bardet y pinchó una rueda a Dumoulin. Mientras, 10 hombres marchaban adelantados, entre ellos Omar Fraile, Calmejane y de Gendt. En el pelotón el mando lo llevaba el Bora de Peter Sagan, ganador este año de la París-Roubaix.
Bora empezó mostrándose en los primeros tramos, pero a diferencia de la clásica de primavera, donde se corre sin respiro desde el primer sector adoquinado, en el Tour se encadenaron los tiranos y los momentos de reagrupamiento.
Sky siempre estuvo atento en la entrada a las piedras, con Kwiatkowski de locomotora hasta que el polaco se fue al suelo, pero el Quick Step asomaba de vez en cuando, como en el sector 8 de Mons-en-Pèvèle cuando atacaron Lampaert y Gilbert poco después de una caída de Froome y su compañero Moscon.
Hubo cortes y favoritos en apuros. Dumoulin quedó cortado, Bardet mil veces en agonía, en un día aciago que solventó con nota. Y muchos lo intentaron a medida que se acercaba la meta. A 34 de Roubaix saltó Peter Sagan, pero al triple campeón mundial no se le permitió la fuga.
Se formó un grupo de 30 unidades con todos los nombres ilustres. Iba a ser la selección definitiva. Pero en el adoquinado nadie se puede relajar. Mikel Landa aterrizó en un tramo de asfalto. El accidente se produjo cuando pisó un obstáculo mientras bebía. A perseguir. Menos mal que el trabajo de Amador, Erviti y Bennati le metió en el grupo en la recta de meta.
La clave llegó en el penúltimo sector, el de Camphin en Pévéle, a 16 de meta, cuando atacó el campeón belga Lampaert. Solo le siguieron Van Avermaet y Degenkolb. Abrieron hueco y se decidió la etapa. Tres ciclistas de postín, dos de ellos ganadores de «la clásica de las clásicas» de primavera.
Por detrás hubo conformismo, aunque lo intentó Valverde, sin permiso del pelotón. Los favoritos se dieron la mano y el trío de cabeza se la jugaron con un final propia del ciclismo en pista. Como si estuvieran en el velódromo. Miradas, amagos y Degenkolg que zanja el asunto con una arrancada letal.
El ganador de la Roubaix y San Remo en 2015, quien se dio a conocer en la Vuelta 2012 con 5 victorias, además de 4 en 2014 y 1 en 2015, volvió a lucir con un triunfo inolvidable. Una forma de olvidar definitivamente el accidente que sufrió en 2016 mientras se entrenaba en Calpe con sus compañeros.
La etapa del pavés asustó pero no causó estragos. Movistar salvó a sus lideres en una gran etapa y todo queda para los próximos asaltos en los Alpes.
Este lunes el Tour de Francia disfrutará de la primera jornada de descanso.