Cruyff y Muhammad Alí: 2016 despidió a dos mitos del deporte
El año 2016 se despidió con la marcha de grandes figuras que dejaron un vacío tremendo en el mundo del deporte, que se quedó huérfano con la muerte de dos mitos, el futbolista holandés Johan Cruyff y el boxeador estadounidense Muhammad Alí, dos figuras que traspasaron las frontera del terreno deportivo.
Fueron los nombres más relevantes de una larga lista en la que también destacaron el dirigente Joao Havelange, el boxeador Perico Fernández, los futbolistas Manuel Velázquez, Rafael Iriondo, José Parra, Cesare Maldini, Carlos Alberto y, sobre todo, los 19 jugadores y miembros del cuerpo técnico del Chapecoense, fallecidos en un trágico accidente aéreo.
Pero las desapariciones de más renombre fueron las dos citadas anteriormente, Cruyff y Alí. El primero se despidió el 24 de marzo a los 68 años de edad y por culpa de un cáncer pulmonar, mientras que el segundo se apagó con 74 años algo menos de tres meses después, el 4 de junio.
Cruyff dejó un legado deportivo impresionante, pero su indomable carácter no pasó desapercibido. Fue la base del Ajax que ganó tres Copas de Europa consecutivas entre 1971 y 1973, el timón que guió a la Naranja Mecánica hacía la final del Mundial de Alemania 1974 con un fútbol revolucionario y el revulsivo que devolvió al Barcelona al trono de la Liga española.
Jugó al fútbol entre 1964 y 1984 y ganó 9 Ligas y 6 Copas de Holanda, una Liga y una Copa de España, una Copa Intercontinental, una Supercopa de Europa y, además, las ya nombradas 3 Copas de Europa. Sin duda, junto a Pelé, Maradona y Di Stéfano, es uno de los mejores jugadores de la historia.
Después inició una carrera en los banquillos para crear un estilo que influyó en otros entrenadores como Pep Guardiola. El Barcelona se benefició de su sabiduría y el «Dream Team» ganó 4 Ligas seguidas y una Copa de Europa, la primera del club azulgrana.
Pero Cruyff se convirtió en un icono dentro y fuera del campo. Muchas son las anécdotas que le rodean para mostrar un carácter rotundo. Con Holanda, se negó a jugar el Mundial de Argentina 1978 en protesta por la dictadura de Videla, aunque años después reveló que no quiso jugar por miedo tras el secuestro que sufrió con anterioridad.
También fue el único jugador de Holanda que no jugó el Mundial de 1974 con la camiseta de la firma Adidas. Se negó: «Hacía dos años que el fútbol era profesional. Las empresas venían, había promociones, Y la Federación, en esa época, negoció con Adidas. Querían que lleváramos su camiseta, y yo pedí mi parte. Me la negaron diciendo que la camiseta era suya, y yo les dije que la cabeza era mía».
La huella de Alí
Esos fueron solo algunos ejemplos de su carácter, el mismo que tuvo Alí, que también traspasó fronteras desde el panteón de una de las figuras más importantes del deporte norteamericano. El tricampeón mundial de los pesos pesados y oro olímpico con 18 años dejó el mundo siendo un icono que explicó el significado de ser estadounidense desde las fracturas sociales de los años 60 hasta la llegada del primer afroamericano a la Casa Blanca.
Su rechazo a luchar en Vietnam, su conversión al Islam (su nombre de nacimiento era Cassius Marcellus Clay) o sus gestos fuera del cuadrilatero dejaron huella y fueron un espejo para una población, la estadounidense, a la que no dejó indiferente.
Aquejado de Parkinson en sus últimos 35 años de vida, tuvo tiempo para dejar un último recado a Donald Trump cuando anunció que vetaría la entrada de musulmanes a Estados Unidos: «Nosotros, como musulmanes, debemos enfrentarnos a quienes quieren usar el islám para imponer su agenda personal», dijo en el mes de diciembre. Después, su voz se apagó.
Un legado centenario
Con más años, en concreto 100, desapareció el brasileño Joao Havelange, presidente de la FIFA durante 24 años entre 1974 y 1998. El dirigente sudamericano fundió el fútbol con el negocio. Ese fue su mayor legado.
Dejó atrás el fútbol estrictamente anglosajón e introdujo las marcas en el deporte rey. Nombres como Kodak, Adidas, Coca Cola o Visa hicieron que la inocencia del fútbol se perdiera, pero también logró expandirlo a zonas inéditas hasta entonces. Los Mundiales, en todas las categorías, dejaron de ser cosa exclusiva de Europa y Sudamérica. El negocio abrió mundo, pero también abrió otra puerta a la corrupción.
El fútbol lloró más
A ese mundo previo al negocio pertenecieron otros nombres que también murieron en 2016. Uno de ellos, el también brasileño Carlos Alberto, falleció de un infarto a los 72 años. Campeón del mundo en 1970, formó parte de una de las mejores selecciones de la historia y fue su capitán. Nadie olvida su golazo en la final a Italia. Aquel disparo cruzado tras un pase de Pelé quedará en la memoria para siempre.
También España se quedó sin otro futbolista que dejó huérfana a la selección que brilló en el Mundial de Brasil 1950. José Parra, con 90 años, era el único superviviente de aquel equipo que quedó cuarto. Incluido en el mejor once de aquel torneo, el defensa del Espanyol desapareció para siempre para volver a juntarse con los Zarra, Gainza, Panizo, Molowny y demás héroes de 1950.
En el Real Madrid, dos veteranos, Manuel Velázquez y Pedro de Felipe, ambos de la misma generación que levantó la Copa de Europa de 1966, también fallecieron en 2016. El primero, fue el fino cerebro de aquel Real Madrid «ye ye», mientras que el segundo defendió con éxito la portería blanca.
El Athletic de Bilbao despidió a Rafael Iriondo, el último superviviente de la delantera mítica del conjunto vasco de los 50. Con 97 años, fue testigo de la desaparición de sus compañeros Panizo, Venancio, Gainza y Zarra. Uno a uno fueron despidiéndose los mitos del Athletic y, el último, se apagó un hombre que ganó cuatro Copas y una Liga y anotó 117 de los 550 tantos marcados por la delantera mítica. Fidel Uriarte, otro clásico del Athletic e internacional con la selección española, falleció el 19 de diciembre a los 71 años.
El fútbol también lloró otras pérdidas, como la de Nando Yosu, entrenador legendario del Racing; Julio Gento, hermano de Paco Gento y jugador del Málaga, Elche y Deportivo; Daniel Prodan, ex futbolista del Atlético de Madrid; y Cesare Maldini, padre de Paolo Maldini, ganador de cuatro Ligas con el Milan y una Copa de Europa en 1963 y con una carrera en los banquillos que incluyó etapas en la selección italiana de fútbol.
El final más trágico
Fuera del fútbol, en el mundo del boxeo también desapareció el español Perico Fernández, que entre 1973 y 1976 se proclamó campeón de España, de Europa y del Mundo. En aquellos años conquistó el cielo y llegó a ser campeón del mundo del peso superligero, versión WBC, tras ganar el 21 de septiembre de 1974, en Roma, al japonés Lion Furuyama. El Alzheimer pudo con él a los 64 años.
En el terreno olímpico, dos halterófilos, el ucraniano Leonid Zhabotinsky, oro en Tokio 1964 y México 1968, y el estadounidense Tommy Kono, campeón olímpico en Helsinki 1952 y Melbourne 1956, se despidieron para siempre.
La lista de deportistas fallecidos la cierran de forma trágica los jugadores y cuerpo técnico del Chapecoense. El humilde club brasileño, que iba a jugar la final de la Copa Sudamericana, desapareció para siempre en el trayecto cuando estaba cerca de su destino, Medellín.
En total, 71 personas perdieron la vida en un accidente de avión con en el que sólo hubo seis supervivientes, tres de ellos pertenecientes al equipo. Otros no pudieron llegar a su destino. De ellos, 19 jugadores y el entrenador Caio Junior. Fue el final más trágico del año.