Javier Rosales fue asesinado con el deseo de querer una mejor Venezuela
Heberlizeth González
«Mr. Heavy» se fue. Lo asesinó la Guardia Nacional. Cada vez que salía a protestar era con un único fin: querer una mejor Venezuela. Su foto, donde se aprecia como todo un caballero, como dice una de sus hermanas, reposaba sobre su ataúd. Esta tarde fue sepultado, así comienza una larga lucha por buscar justicia.
Javier Rosales era alegre, servicial, un excelente ser humano y, sobre todo, muy trabajador. «No es justo que por salir a protestar se nos esté matando», dice su hermana Tania Rosales, en la entrada a la pequeña casa cuya sala se convirtió en una sala fúnebre.
No hay cabida para palabra. Esa comisión de la Guardia Nacional que reprimía en La Coromoto, en Naguanagua, se llevó la vida de un gran hombre, del que sus vecinos hablan desde la entrada al barrio. «¿Hasta cuándo, hasta cuándo vamos a soportar esto? ¿Cómo van a matar a ese señor que no se metía con nadie», comenta una lugareña que vive a unas cuadras de los Rosales. Muchos se lamentan.
En el velorio de Javier había familia y amigos. Muchos mayores. Los jóvenes se fueron del país. Como el hijo de Tania y sobrino de Javier, que emigró cuando estaba a un paso de culminar sus estudios como licenciado en Comunicación Social. «Yo no lo podía detener. Era eso o que me lo mataran como a mi hermano o lo metieran preso, porque él también salía a protestar», relata la mujer.
Un hermano de Javier también se fue a Perú con otra sobrina, por la misma razón que a diario emigran unos 5 mil venezolanos. Este viernes esperaban que llegara a tiempo al entierro, tras regresar a despedir al «Rey de la Pachanga».
Desde ahora, comenzará un proceso de reconocimiento de los militares que reprimían ese 30 de abril, cuando lo hirieron. La familia exige justicia.
