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Un semestre y la frontera con Colombia se mantiene bajo candado

San Cristóbal.- “La frontera más viva de Latinoamérica” está dormida. Desde el cierre total decretado por el Gobierno venezolano, desde hace más de seis meses, los municipios Bolívar y Ureña parecen haberse detenido en el tiempo.

En condiciones normales, una persona podía trasladarse en su vehículo hacia San Antonio del Táchira o Ureña en una hora, pero a medida que el diferencial cambiario iba beneficiando al colombiano y el venezolano aprovechaba para vender productos venezolanos en Cúcuta, el tiempo de carretera podía ser de hasta tres horas.

Cinco puntos de control se encontraban en la vía para frenar el contrabando de alimentos y gasolina hacia el vecino país y las colas eran abrumadoras y pese a todos esos controles, los alimentos venezolanos, regulados o no, seguían vendiéndose en el Norte de Santander.

A esto también se le sumaba la comercialización irregular de medicinas, insumos médicos, baterías, cauchos y repuestos para vehículos. A Cúcuta llegaba todo lo que pudiera salirle más barato al colombiano y que daba ganancias al bachaquero venezolano.

Actualmente en la otrora zona de venta de prendas de vestir, zapatos y chaquetas de cuero (al mayor y detal) hay poca actividad resultando afectada hasta la ocupación hotelera,  dado que no solo no hay compradores foráneos sino que tampoco hay clientes connacionales. En los establecimientos de comida tampoco hay suficientes clientes.

La frontera más viva de latinoamericana se encuentra en un profundo letargo producto de una serie de ensayos que finalmente conllevaron a un cierre absoluto del paso peatonal y vehicular salvo permisos especiales; sin embargo, el contrabando de diferentes rubros hacia Colombia no se ha eliminado y se registra a través de trochas cuyos caminos tienen un precio.

La frontera no solo se ha cerrado, como ha dicho el Gobierno, para controlar el contrabando. En épocas de elecciones también los puentes internacionales Simón Bolívar (en el municipio Bolívar), Francisco de Paula Santander (Ureña)  y La Fría (en García de Hevia) no han permitido el paso para frenar un voto no favorable. Los 2.219 kilómetros de esta franja y su dinamismo social, económico y hasta político han sido  evaluados para eventos electorales.

Estar en San Antonio o Ureña e ir hasta Cúcuta implican no menos de 10 minutos. Por ello, mucha gente duerme en Venezuela y estudia o trabaja en Cúcuta o viceversa. “Pasar un momentico” a Colombia o Venezuela era cotidiano, normal.

Allí no había dos nacionalidades ni pasaporte y mucho menos  conflictos entre ambas naciones. Pero la denominada “Venezuela- 2” ha sido un elemento importante para que las fronteras se cerrasen, en épocas de elecciones, cada vez con más tiempo de antelación a las normas tradicionales.

 La  “Venezuela-2” consiste en un importante número de colombianos nacionalizados venezolanos que viven en Colombia. Son considerados también como opositores en su  gran mayoría y de alguna manera pudieran alterar resultados electorales, según los oficialistas.

Desde la oposición tachirense han señalado continuamente que estas personas fueron ceduladas en el gobierno de Hugo Chávez y que “se le dio cédula venezolana a todo el mundo”.

Votos, cierres y economía

En los últimos cuatro años, la frontera ha sido cerrada de forma sorpresiva. El 6 de octubre de 2012, el entonces ministro de Interior y Justicia, Tareck El Aissami y precandidato a la Gobernación de Táchira, dijo a los medios locales que la frontera se cerraría ese día a la media noche pero nueve horas antes, la gente se quedó varada de ambos lados. Era la víspera de la última elección presidencial de Hugo Chávez.

Luego vinieron los comicios para escoger a gobernadores. El  12 de diciembre de 2012, a dos días de esa actividad también los puentes cerraron afectando a personas que por motivos de viaje, enfermedad, estudios  o negocios, no pudieron cruzar la frontera.

Pero el cierre más dramático fue el del año 2013. Ese  martes 9 de abril y faltando cinco días para las elecciones presidenciales entre Nicolás Maduro y Henrique Capriles, trancaron las vías que comunican a Venezuela con Colombia. Representantes de la oposición denunciaron que al menos 75 mil votantes del eje fronterizo dejaron de ejercer su derecho al sufragio.

La desesperación de las personas los conllevó  a cruzar las ilegales trochas. Hubo detenciones, los municipios fronterizos fueron militarizados y nunca se dio una explicación oficial del por qué se tomó esa decisión.

El panorama era desolador: había gente que se desplazaba para ir a enterrar a sus muertos, porque estaban trabajando; por asuntos personales. Las notas periodísticas se orientaron a las narrativas de los venezolanos que buscaron por todos los medios cruzar la frontera y votar.

Pero en ese mismo año, meses más tarde, el ruido de un posible cierre de la frontera con Colombia volvió a preocupar a los tachirenses.

El 13 de noviembre, un grupo de oficialistas marcharon para exigir el cierre parcial de la frontera venezolana. La actividad fue liderada por el periodista José Gregorio Zambrano, aspirante a la alcaldía de San Cristóbal por el PSUV y quien perdió las elecciones con Daniel Ceballos.

Allí se entregó un documento donde solicitaban que 9:00 de la noche a 5:00 de la mañana de lunes a domingo estuviesen bloqueadas las vías que comunican a ambos países con la finalidad de evitar la extracción de alimentos y combustible.

La respuesta del gobernador José Vilema Mora no se hizo esperar y manifestó no estar de acuerdo con el cierre de frontera. “Ni de forma  parcial, ni intermitente, ni total, en ningún momento ni a ninguna hora.(…) Cerrar el paso ataca directamente la Constitución ya que afecta la integración latinoamericana y caribeña que impulsó Hugo Chávez (…) Por moral, por ética, no puedo, no soy partidario del cierre de frontera, esa no es la solución porque genera problemas e incertidumbre. No puedo sumarme”.

En agosto de 2014, el presidente Nicolás Maduro inició una campaña para frenar el contrabando y aseguraba que esa una de las causas de la fuerte escasez en el país. Ante ello, ordenó el cierre nocturno de la frontera con Colombia. Los ciudadanos solo podían cruzar los puentes hasta las 9 de la noche y partir de las cinco de la mañana. Pero la venta de alimentos regulados así como otros productos según exhibiéndose a la venta al por mayor en el sector La Para de Cúcuta también llamado “el Mercal colombiano”.

Esta medida luego se extendería a toda la frontera venezolana.

Finalmente, en agosto de 2015, luego de un ataque a una patrulla militar, se ordenó el cierre total de la frontera con Colombia. Inicialmente, el gobernador Vilema Mora dijo que cuando el país vecino entregase a los responsables del incidente se abriría la frontera mientras que paralelamente se decretaba estado de excepción en varios municipios

Aunque se logró la captura de personas implicadas en este atentado, la frontera se ha mantenido bloqueada hasta la fecha. Solo los estudiantes, enfermos y personas que necesiten comprar una medicina pueden pasar hasta Cúcuta.

Mientras tanto, el gobernador José Vilema ha declarado varias veces se está considerando abrir la frontera y que hasta Miraflores expondría la posibilidad de reabrir la frontera  en horario diurno y solo para peatones.

Como un gesto de buena voluntad, desde Venezuela se permitió hace dos semanas, que pudieran circular vehículos que estaban represados en ambos países, sin embargo, ahora es Colombia el que puso duras las restricciones para ingresar a su territorio.

Han transcurrido más de seis meses y Caracas y Bogotá parecieran no haber comprendido nunca la dinámica de estos pueblos hermanados por la sangre, el fútbol, las costumbres y los afectos.

Los tachirenses, ante la grave escasez de alimentos y muchos otros productos ya no pueden comprar en Cúcuta aunque les resultara costoso.

La economía fronteriza está deprimida y desahuciada. Las notas de prensa indican  que todavía pasan contrabando hacia y desde ese país mientras que Santos y Maduro parecen haber olvidado que, como dice el comentarista de fútbol Kike Rosales, quien en Táchira no tenga un familiar colombiano, al menos tiene una madrina.

Lorena Evelyn Arráiz  / @lorearraiz

Yolmar Núñez / @Yolmarlnc

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