Familiares de los abatidos en La Guaricha aún esperan por la entrega de los cadáveres
Heberlizeth González – Carabobo.-
@heberlizeth
«Los cuerpos se están descomponiendo. Ellos eran seres humanos que merecen ser velados y sepultados, pero quieren hacer una entrega controlada desde la morgue al cementerio y enterrarlos en una fosa común», dicen familiares de los 12 hombres que resultaron abatidos la mañana del viernes durante enfrentamientos con cuerpos de seguridad en La Guaricha, Mariara, donde también perdieron la vida dos funcionarios del Cuerpo de Investigaciones Científicas, Penales y Criminalísticas (Cicpc).
Desde ese mismo día, familiares se apostaron a las afueras de la morgue de Valencia y la seguridad fue reforzada para evitar que ingresen a rescatar los cuerpos. Supuestamente esperan por una orden de Caracas para poder entregarlos, pero nunca llega. Exigen al fiscal general Tarek William Saab, que vele por los Derechos Humanos en este caso, porque, además, aseguran que algunos de ellos habrían sido ajusticiados.
Adolfredo Parra es uno de los que permanece a las afueras de Patología Forense esperando que entreguen el cuerpo de su papá Cristóbal Parra, de 81 años, quien habría muerto producto de un balazo que le efectuó un antisocial en su propia casa mientras se enfrentaba a los Cicpc. De acuerdo a la versión difundida en redes sociales por el director general, comisario Douglas Rico, a la vivienda del anciano llegaron los funcionarios preguntando si había alguien más y lo negó. Sin embargo, al ingresar a inspeccionar, estaban dos sujetos que asesinaron al inspector José Cassiany y al detective Luis Querales. En medio del intercambio de balas habría sido herido Cristóbal Parra, aunque su hijo niega tal versión.
«A mi papá lo sacaron vivo y esposado de la casa y luego apareció muerto en la morgue. A mi papá lo ajusticiaron porque, supuestamente, escondía a delincuentes en la casa, pero ellos aprovecharon que la puerta estaba abierta para entrar y resguardarse. Mi papá no se dio cuenta», dijo el hombre.
Según Wilmer Rivera, tío de Moíses Gabriel Paredes, otro de los fallecidos, su sobrino iba saliendo a trabajar a Pasta Sindoni cuando, aparentemente, lo ajusticiaron. Asegura que era un muchacho sano y que no se enfrentó a las autoridades. Reconoce que otros jóvenes sí lo hicieron para «resguardar sus vidas».
En medio de la algarabía de los familiares que denunciaban una masacre, hubo silencio al ser consultados sobre quién es «Robert Guaricha», el líder de esa organización criminal que opera en el sector. Aseguran no conocerlo, aunque un hermano de él fue uno de los abatidos y quien asesinó a los funcionarios.
Por los hechos, están dispuestos a ir a la capital a denunciar lo sucedido.