Judicial

Al médico asesinado le robaron celulares y colección de relojes

El apartamento del médico oncólogo asesinado, Jesús Gerardo Reyes Kattar, de 43 años, solo presentaba destrozos en dos habitaciones.

Quienes lo atacaron (no se supo cuántos sujetos en total) solo se llevaron cuatro teléfonos celulares de última generación, que estaban nuevos en sus cajas y que dejaron tiradas en el piso, además de una colección de seis relojes de marca que tenía guardada. No había signos de violencia en puertas.

Eso manifestaron funcionarios policiales que investigan el caso.

De acuerdo a lo que indicaron, el especialista en pediatría y oncología, había trabajado ese martes durante la mañana en el hospital de niños J.M de Los Ríos, en San Bernardino.

A eso de las dos de la tarde se fue con varios de sus pacientes al Complejo Hemato Oncológico y de Radiocirugía del hospital de El Llanito, donde cumplía guardias en horas de la tarde.

Allí era el único representante en esa especialidad que atendía a los pacientes referidos del J.M de Los Ríos, debido a las deficiencias que presenta el centro para prestar atención.

Lo cierto es que el médico terminó de trabajar pasadas las nueve de la noche.

Desde ese momento, cuando se fue a su casa ubicada en la urbanización Los Naranjos de El Hatillo, no se supo más.

Nadie sabe con certeza si fue que lo interceptaron para robarlo, se lo llevaron secuestrado, o lo sometieron cuando llegaba al edificio.

Los investigadores en materia criminal no descartan ninguna hipótesis.

Incluso, dijeron que la vigilancia del edificio no se percató con quién o quiénes llegó el especialista esa noche, pues ingresó en su vehículo Renault Symbol al estacionamiento.

No hay cámaras de seguridad que hayan registrado los movimientos, pues la residencia no cuenta con sistema de vigilancia en video.

Ya siendo la madrugada del miércoles, al médico lo amordazaron con una camisa manga larga, le amarraron las manos y los pies con trenzas de zapatos y le propinaron dos puñaladas: una en el pecho y otra en el abdomen.

El cadáver quedó tirado en la cama de su habitación.

Su computadora personal estaba encendida en una mesa dispuesta frente a la cama.

Ante estas evidencias, los investigadores presumen que quienes entraron al inmueble fueron personas conocidas, o al menos una de ellas lo era, pues no se interesaron en llevarse más pertenencias de valor.

Tras cometer el hecho, los sujetos se fueron en el vehículo del médico y lo dejaron abandonado en la autopista Caracas-La Guaira. Cuando fue localizado por la policía, encontraron credenciales de la víctima que lo identificaban como especialista en el J.M de Los Ríos.

Llamaron a ese hospital para notificar, y de allí los compañeros comenzaron a rastrear a la familia, pues no había ido a cumplir guardia como todos los días, de siete de la mañana a una de la tarde.

Una hermana se enteró de la irregularidad y fue a la vivienda del médico.

Se consiguió con una protesta de estudiantes en Los Naranjos, quienes tenían trancada la vía. Unos policías le dieron acceso a la zona, y al llegar al apartamento consiguió el cadáver. El hombre vivía son su madre, pero actualmente estaba solo porque ella se fue a Estados Unidos.

El cadáver fue ingresado a la morgue el miércoles, donde le asignaron el número 306 del mes de mayo.

Ayer, médicos, enfermeras y pacientes del J.M de Los Ríos protestaron frente al centro de salud para exigir justicia.

Dijeron que el médico era «una persona muy especial».

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