Pacientes del Hospital José María Vargas denunciaron que deben pagar entre 500 y 5000 bolívares para poder hacer uso de los baños que están dentro del centro de salud, el precio varía según la necesidad que tengan.
En una protesta realizada este jueves en la entrada del hospital, las personas que asisten de manera recurrente manifestaron que la mayoría de los sanitarios están inoperativos y que les cobran hasta el papel higiénico.
“¿Cómo es posible que tengamos que pagar para eso? Solo hay dos baños que sirven, uno está muy retirado y a mí por la edad me cuesta mucho subir, además no tienen agua, hay que usar tobos”, contó Jesús Aguilar, paciente de la tercera edad.
Aguilera tiene cinco meses esperando por una cirugía para remover una hernia, explicó que cuando llegó por primera vez al hospital tuvo que pagar para que le abrieran la historia pues allí no hay ni siquiera “hojas blancas”.
“Me he tenido que hacer tres exámenes pre-operatorios porque a cada rato me cancelan la operación, además tuve que comprar todo lo que van a usar los médicos y enfermeras porque aquí no hay», relató.
Por su parte,Gerson Márquez, quien está padeciendo de una trombosis en la pierna y tiene un quiste en su cara, también está a la espera de una intervención quirúrgica y aseguró que para ello debe comprar “guantes, bisturí, sutura y gasas”.
Márquez trabaja en la administración pública y admitió que no puede costear su tratamiento y mucho menos los insumos. “Yo ganó 45.000 bolívares mensual y una sola de mis pastillas cuesta 68.500 bolívares”, situación que lo ha obligado a pedir colaboración en las calles.
Condiciones deplorables
Todos los centros de salud público que existen en el país presentan deficiencias en su infraestructura, y en cuanto al servicio que prestan por la falta de inversión de parte de las autoridades gubernamentales.
El traumatólogo del Hospital Vargas, Carlos González, comentó que hasta la fecha el único servicio que recibe insumos es el de la emergencia y la mayoría proviene de organizaciones no gubernamentales como: “Médicos sin Fronteras”.
“A pesar de la falta de materiales y medicinas la atención médica no se niega pero solo se puede atender al 10% de los pacientes que ingresan y dependiendo de la patología que tengan porque no tenemos medicinas para enfermedades crónicas o para atender a diabeticos”, alertó González.
Carlos Prosperi, médico internista, aseveró que este centro de salud no está en las condiciones para garantizar el derecho a la vida a quienes más lo necesitan pues ni siquiera se les puede brindar, a quienes se encuentran hospitalizados, una dieta.
“Hoy no se les garantiza la comida a los pacientes, no hay material para realizar rayos X, el tomógrafo no funciona desde hace cinco años y la única ambulancia que tenemos está parada desde hace dos años porque ni siquiera los cauchos están en buen estado”, explicó Prosperi.
En lo que se refiere a la Ayuda Humanitaria, ambos profesionales de la salud señalaron que desconocen si allí ha llegado algún tipo de insumos por parte de la Cruz Roja Venezuela y la Media Luna Roja, a pesar de que este es uno de los hospitales que más ha hecho públicas sus denuncias en cuanto a las condiciones.
Trabajadores padecen
Quienes laboran el Hospital Vargas no solo deben enfrentarse a los obstáculos que representan la intermitencia en el suministro de los servicios públicos, también deben sobrevivir con los bajos salarios que perciben.
El camillero, Alvaro Herrera, denunció que lo quieren despedir porque faltó una semana a su trabajo: “No tenía como pagar el pasaje porque no me alcanza con el sueldo que me pagan y me quieren obligar a que asista todos los días”.
Herrera en ocasiones se ha visto en la obligación de asistir al trabajo caminando desde su lugar de residencia en Nuevo Horizonte en el sector de Catia. El camillero es el sustento de su hija de tres años y gana salario mínimo, “con eso solo me alcanza para comprar un kilo de arroz”, contó.
Por otro lado, Mayerling Parra, quien labora en el área de dirección de enfermería, manifestó que para poder subsistir hace trabajos extras en sus tiempos libres porque lo que devenga no es suficiente.
“He llegado al punto en el que tengo que asistir al trabajo con mi propia ropa porque ya ni siquiera nos dan los uniformes. Es muy duro para mi venir a trabajar y dejar a mis hijos en casa sin un plato de comida por esta crisis”, dijo Parra.
Los trabajadores, además exponen sus vidas día a día por la insalubridad que hay en todo el lugar, están propensos a contraer enfermedades e infecciones porque no cuentan con la protección que requieren.