La marcha de los escudos en Caracas: Sangre, sudor y lágrimas
Una vez más los cuerpos de seguridad del Estado: la Guardia Nacional Bolivariana (GNB) y la Policía Nacional Bolivariana (PNB) fueron los protagonistas de lo que hasta ahora ha sido una de las jornadas represivas más intensas en la capital, en diez días del mes de mayo, que se desarrolló en el caliente asfalto de la autopista Francisco Fajardo.
La convocatoria nacional hecha por la dirigencia opositora para marchar este miércoles hasta las sedes del Tribunal Supremo de Justicia (TSJ), institución que agudizó la crisis política que devino en prácticamente 40 días de protestas, estuvo marcada una vez más por la sangre de más de 80 heridos, las lágrimas por los gases y el dolor por el asesinato de un joven que participaba en la protesta, así como por el sudor de los manifestantes que trataron de movilizarse desde siete puntos de la ciudad.
Sin embargo, lejos de acusar desgano, cansancio o una frustración comprensible, la dirigencia política, pero sobre todo los manifestantes que han transformado las calles y autopistas de Caracas en territorios de lucha y en verdaderos frentes de batalla, lucen lejos de asumir esa postura.
Este miércoles en Caracas, la denominada marcha “Nuestro escudo es la Constitución”, demostró una mutación de lo que los manifestantes y políticos de oposición califican como la resistencia, a un punto que parece cada vez más definitivo de no retorno con un agregado: el carácter compartido de las protestas por cada vez más sectores de la sociedad.
“No podemos ser tan indiferentes. Son casi 40 muertos, carajo. ¿Qué pasa, qué es esto?”, se preguntó en el asfalto de Altamira Larisa Fernández, una de las manifestantes que acudió a la multitudinaria movilización opositora.
De la resistencia a la lucha generacional compartida
La marcha que convocó la dirigencia opositora con una alusión a lo que ha sido un elemento simbólico de la denominada «resistencia»: los precarios escudos, cada vez más perfeccionados, de los jóvenes manifestantes, evidenció la mutación de lo que hasta ahora analistas políticos como el sacerdote jesuita Luis Ugalde señalan como un elemento fundamental: las acciones requeridas en un momento político tan crítico como el actual, no pueden ser ejecutadas por una minoría política, sino la sociedad civil en conjunto.
“¡Ay Maduro, ay Maduro, bien miedoso se te ve porque están los estudiantes en la calle otra vez!”, era la consigna que gritaba más de un centenar de estudiantes que se dirigían hacia la autopista Francisco Fajardo, junto con una variedad de manifestantes que sorprendió incluso a quienes participaban en la marcha.
“No podemos rendirnos. Hay quienes llevan 20 días en protesta, otros 30 días. Yo tengo 41 días e esto y voy para adelante”, explicaba Ernesto Mejía, de 72 años, que aseguraba que único sustento era su pensión y las ganas de un mejor país en lo que le queda de su vejez.
“Marcho junto a mis compañeros por una Venezuela mejor, libre, en la que no tengamos miedo. Esta represión, los muertos, no nos sacará de la calle, al contrario, nos da más fuerza para continuar. Ahora estamos todos juntos y cada vez somos más”, explicó Emily Salazar, una joven de 26 años de edad, estudiante de Ingeniería Civil de la Universidad Central de Venezuela (UCV).
El simbolismo y el saldo fatal
Tras más de un mes de movilizaciones, marchas, protestas y represión en escalada, la crisis política ha hecho que surjan elementos simbólicos. En un primer momento fue la gorra tricolor, luego la bandera, después el color de la vestimenta; ahora es el turno de los escudos, como un símbolo de la resistencia frente a la represión.
“Seguiremos aquí, luchando, en las calles. Entiéndanlo. No vamos a claudicar en nuestra lucha, que es por un país mejor y en honor a todos los caídos en las manifestaciones por un mejor futuro. Nuestras armas son cascos, lentes, escudos, con eso nos defendemos”, explicó el diputado a la Asamblea Nacional por el partido Voluntad Popular, Juan Andrés Mejía, quien añadió que en la jornada habían contabilizado más de 100 heridos solo en la capital.
Luego de una jornada de sol y gas inclementes, a lo que habría que añadirle las botellas o tarros de excremento -un nuevo elemento de defensa por parte de algunos manifestantes ante las gases lacrimógenos, los perdigones y el agua de la GNB-, el día culminaría con el asesinato de un joven manifestante en el área de las Mercedes, Miguel Castillo, de 27 años; y el fallecimiento de Anderson Dugarte, un mototaxista de 32 años que resultó herido en la cabeza por un “arma de fuego” el pasado lunes en una manifestación en el estado de Mérida.
“Tenemos que estar en la calle y estar dispuestos a todo con las armas que nos da la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela”, señaló el primer vicepresidente del Parlamento, Freddy Guevara, desde La Candelaria, en Caracas, momentos después de que grupos armados amedrentaran con disparos la concentración opositora en esa zona.
El Ministerio Público informó este miércoles que con la muerte de Castillo se eleva a 39 la cifra de fallecidos en escenarios de protestas que han sacudido al país en los últimos 40 días. Por su parte, Salud Chacao precisó que este 10 de mayo fueron atendidas al menos 84 personas por heridas durante la manifestación.