Gerardo Urdaneta: Necesitamos líderes que integren el sentido adecuado de la política
Los constantes problemas en Venezuela, aunados por la falta de respuestas oportunas por parte de la actual dirigencia gobernante, ha intensificado un deseo casi uniforme a la realización de un “cambio”. Mismo que es entendido como un proceso de transición política, pero, en realidad pasa por la sustitución de un liderazgo marchito, por uno que se vislumbra como progresista y esperanzador.
Sin embargo, aun siendo los cargos Ejecutivos muy significativos para el efectuar virajes necesarios ante una situación económica adversa, la capacitación de la ciudadanía para incorporarse y participar de forma activa en los desafíos diarios de la nación ha sido uno de los descuidos u omisiones en el discurso del liderazgo político por años.
Gerardo Urdaneta, Líder Coach, analista del comportamiento humano, con más de 20 años de experiencia profesional en el aprendizaje continuo de los procesos organizacionales y creador del modelo de innovación empresarial ATXA, asegura para iniciar una transformación a grandes rasgos que apunte hacia un futuro sostenible en Venezuela, primero la ciudadanía debe entender su carácter protagónico, basado principalmente en un pensamiento colectivo.
La realidad de nuestro presente -explica Urdaneta- será responsabilidad de nuestra sociedad en la medida que su participación se profundice para lograr cambios trascendentales. Es la estructuración de un bloque que, según dice, comprenda que solo a través de la cohesión entre equipos de trabajo se avanzará hacia el anhelado bienestar social, “de lo contrario viviremos unidos a la miseria de lo individual”.
– En la historia de Venezuela se destacan varios líderes, algunos considerados como “caudillos”, Simón Bolívar, Rómulo Betancourt, incluso el mismo Hugo Chávez son algunos ejemplos. Sin embargo, aún con el trabajo actual de la MUD, ¿considera que al país le hace falta el surgimiento de un liderazgo más firme?
El liderazgo ha ido cambiando en la misma medida que lo ha hecho el mundo y en Venezuela no ha sido la excepción. En los años 80 ser un líder carismático marcaba la diferencia en todo el mundo, y en Venezuela no fue distinto. Este líder carismático impulsaban tendencias y maneras de ver la vida y a su vez, a la sociedad.
Pero en los 90 ese concepto comenzó a cambiar en Venezuela. Se empezaron a ver líderes que se preocupaban más por las necesidades de la gente y facilitar las labores de los ciudadanos. Por ejemplo, el caso de Irene Sáez, quien marcó una gran diferencia, pues, durante su gestión en cargos como la Alcaldía de Chacao, la política no era predominante sino los proyectos por los cuales las personas podían acceder a espacios para satisfacer esas necesidades.
– Entonces, ¿qué ocurrió con los gobernantes de este siglo XXI que continuaron arrastrando vicios del pasado?
Bueno, primero hay que aclarar que para el año 2000 la socialización recoge una relevancia mayor en el liderazgo. Es decir, líderes que unan equipos de trabajo, respeten la idea del prójimo. De hecho ahora se habla de co-liderazgos, ya no de carismáticos, sino de una persona que sea capaz de conducir equipos con mucho talento hacia destinos sociales, empresariales y educativos.
Por ejemplo, los formatos educativos han cambiado, pues los propios maestros ya no son aquellas personas que todo lo saben, debido que ahora se pide que sean capaces de unir talentos. Creo que lo necesitamos para poder marcar una diferencia desde el punto de vista del liderazgo, son personas que integren, que rescatan el sentido adecuado de la política, donde el debate y el diálogo se destacan frente al discurso o tendencia única, para quien los importante es tomar lo mejor de varias ideologías.
– ¿Cree que el venezolano es consciente de esa necesidad?
Considero que es la propia ciudadanía la responsable de tener los líderes de hoy en día. En los 90 era un llamado hacia alguien que quisiera rescatar el clamor popular, pero no nos dimos cuenta que no estábamos eligiendo de manera adecuada a quiénes iban a ser nuestros líderes. No se trata solamente de saber quien acompaña una tendencia o no, sino también entender cuál es la persona que se está postulando para ser guía de la sociedad.
Debemos tener claridad que aun cuando alguien aparente ser un líder carismático y tenga ciertas condiciones políticas, este debe tener trayectoria. Ese es el problema actual, de las personas que encabezan el liderazgo político ¿de cuántos conocemos su currículo o su experiencia social?, solamente nos dejamos llevar por una tendencia, pero creo que debemos ser más exigentes. Conocer si esas personas tienen alguna experiencia, si han manejado equipos de trabajo, si tienen características de cooperación o colaboración, lejos de las preferencias ideológicas.
– ¿Hay en la actual oposición dirigentes que apunten hacia estos conceptos de liderazgos?
Considero que existe una intención clara de generar unidad, unir esfuerzos para dejar de sesgar las informaciones de los equipos de trabajo. Aunque creo que hace falta la implementación de mucha inteligencia emocional para poder sentarse de manera adecuada y rescatar el verdadero sentido político del debate hacia la consecución de acuerdos.
Sobre todo de tener clarísimo el interés colectivo, fuera de lo que significa los intereses individuales. En la medida que eso ocurra avanzaremos más rápido, de lo contrario viviremos unidos a la miseria de lo individual.
No se trata de quién llegó primero, sino de cómo llegamos juntos a la meta y entender lo necesario para resolver los problemas atraviesa la sociedad en el país. Ella actualmente requiere de alguien que le dé lineamientos, si no seguiremos hablando de los problemas y no de soluciones.
– Aunque constantemente se habla del concepto de ‘comunidades activas’, capaces de participar por su cuenta en la resolución de problemas, nuestra sociedad parece estar retrasada en el logro de este avance social ¿por qué nos ha costado tanto integrarnos a esta idea?
Nos ha constado porque no hemos pensado en lo colectivo, mucho menos en darle respuesta a un sector específico de la sociedad, y, además, hemos malinterpretado el concepto de comunidad.
La mejor expresión es una junta de condominio al momento de hablar de los problemas que aquejan a la vecindad. Tradicionalmente a esas reuniones asisten pocas personas, pero la pretensión del resto que no acudió a la discusión es que los pocos que se encuentren solucionen los problemas. Eso es los que ocurre con el país. Es el problema que históricamente hemos tenido: delegamos a terceros la solución de nuestros propios problemas. Debemos ser activos e integrarnos a ese proceso de solución, y ver las comunidades no como elementos de movilización política, sino como elementos de evolución cultural, desde los cuales se tome un rol mucho más protagónico.
Si la gente participa más en el debate y actúa realmente sobre los temas sociales y colectivos con un propósito bien establecido, seguramente se van a obtener resultados positivos.
– ¿Qué se necesita para lograr esa mayor participación ciudadana en temas de interés nacional?
Creo que hace falta mucho más debate y exposición abiertos para llegar a acuerdos. Ya tenemos claro que existe un problema, pero si seguimos hablando del problema y ocupando la mayor parte de los medios disponibles solo para hablar de eso, difícilmente llegaremos a una solución. Se debe integrar a todos los sectores de la sociedad.
Además, si la situación que vive el país en algún momento se da un efecto de cambio, y solo es para cobrar venganza, seguramente iríamos rumbo a otro momento mucho más complejo que el que se vive en la actualidad.
Por eso debemos establecer muy bien cuál es el propósito colectivo para separar los problemas y enfrentarlos con soluciones, con una narrativa que esté alejada de lo negativo.
– Por otro lado, el análisis también pasa por entender que existe dos vertientes políticas con gran aceptación (oficialismo y oposición) que se mantienen enfrentadas, pero se insiste en la posibilidad de un diálogo, ¿ese proceso es realmente posible y qué grado de relevancia posee?
En todo proceso de negociación cuando no se exhiben los argumentos tangibles, es decir, los intereses de ambas partes, se vuelve más complicado porque siempre van a haber manifestaciones escondidas.
El diálogo en el país está muy complejo porque entre las partes no pueden aceptar el 100% de condiciones impuestas, pues entonces ya no sería un diálogo sino un obligación.
Para ese proceso será fundamental el arbitraje. Tiene que haber una tercera parte que establezca cómo se debatirá en la mesa. Yo voto porque seamos los propios venezolanos los que tomemos el camino del entendimiento y que el arbitraje solo sea parte del deseo ciudadano de encontrar una solución.
– La pirámide de Maslow habla sobre una serie de necesidades que deben ser cubiertas para la estabilidad de cualquier persona. En el caso de los políticos, ¿sobre cuáles necesidades deben girar sus primeras decisiones?
En primer lugar, solucionar, como bien lo dice Maslow, las necesidades fisiológicas, es decir, que haya alimentos y establecer condiciones para que todos puedan tener un hogar; la seguridad es la segunda, pues es importante tener certeza de que puedo estar tranquilo en la calle y en mi casa, al tiempo que se dé preponderancia a la seguridad social.
Por otro lado, es que tengamos la oportunidad de ejercer libremente una profesión con acceso al empleo, que no implique que algún trabajador tenga otras responsabilidades a causa de un contexto político, y que lo que se esté haciendo tenga un protagonismo social para agregar valor a este país.
– Si la comunidad juega un papel fundamental en el progreso de un país, ¿qué se debe hacer para rescatar la sociabilidad e institucionalidad del país?
Yo insisto en que se debe haber mucha más exposición sobre un pensamiento positivo de lo que vive Venezuela, dejar de proyectar solamente el problema para pensar en la solución. Unir esfuerzos entre los sectores educativos, gremios y la comunidad en pleno que tomen una posición mucho más protagónica en el presente.
Es necesario entender que quienes seguimos aquí, lo hacemos porque queremos construir y rescatar a un país y estamos seguros que en Venezuela llegará un “momento” de cambio… Eso va a pasar pronto.
– ¿Cómo se puede convencer a alguien sobre este “momento positivo” por venir en medio de estas circunstancias tan adversas?
Cuando la gente me pregunta sobre una solución rápida yo les digo: ya tenemos 17 años en esto. Todo lo que ha pasado en ese tiempo no se puede solucionar en un día, ni tampoco podemos esperar que un solo grupo solucione lo que ha pasado en una sociedad en ese tiempo.
Comprender que una parte de la sociedad que había sido olvidada por un tiempo fue atendida, eso es un motivo de aprendizaje que no podemos olvidar, sobre que no se puede gobernador para un solo sector. Tiene que haber políticas para todos.
Soluciones existen y van a existir siempre y cuando tengamos claridad en que hay que buscar una manera positiva de afrontar el problema. El esfuerzo debe ser en bloque. Podemos cambiar la actualidad, con una mejor manera de actuación ciudadana, apostando a líderes que tengan realmente trayectoria en el ejercicio gerencial y administrativo para que nos puedan gobernar de una manera diferente.
Las comunidades deben pensar más como ciudadanos al rescate de los valores y los principios. Por su puesto, fortalecer los poderes públicos a través de la maravillosa oportunidad que nos brinda la Constitución con los procesos electorales, pero haciéndolo con conciencia ciudadana, no para fortalecer a una tolda política o defender una ideología.
De esa manera podremos empezar a cambiar las cosas porque estos son tiempos de innovación, integración, emprendimiento y cooperación.