Tras una larga e intensa noche de protestas, represión y confusión en la parroquia El Valle, de Caracas, la escena de la mañana de este viernes 21 de abril era como la de un campo de batalla, del que se recogían los restos y evidencias de una guerra que, hasta ahora, ha dejado un saldo de ocho personas fallecidas cuando intentaban saquear una panadería ubicada en el sector Cajigal.
Trabajadores de la Alcaldía del Municipio Libertador, escoba en mano, limpiaban piedras, vidrios de botellas rotas y los restos de la basura quemada, usada como barricada para evitar el paso de tanques lanza bombas y la ballena de la Guardia Nacional Bolivariana (GNB).
Los obreros quitaban las huellas de esa extraña noche entre el puente de Coche y una cuadra próxima de la estación de metro Los Jardines, justo frente al lugar de uno de los más fuertes enfrentamientos entre manifestantes y los uniformados, que se prolongaron hasta la madrugada.
Al llegar a la calle 14 de Los Jardines de El Valle, la escena cambió. Allí, hacia el cerro, donde los funcionarios reprimieron con la fuerza de los tanques y la gente respondió con lo que tenía al alcance, se podía sentir todavía el olor a basura quemada en el aire, así como el picor del gas lacrimógeno lanzado «indiscriminadamente», según comentaban en un susurro dos vecinas.
En el lugar, una imagen avizoraba lo que sería el resto del recorrido. Un tractor atravesado recogía escombros, mientras que, con pala en mano, efectivos del Ejército venezolano raspaban el asfalto para levantar los restos fundidos con el asfalto de basura y cauchos. Al otro lado de la avenida, al menos siete patrullas tipo Jeep del Cuerpo de Investigaciones Científicas, Penales y Criminalísticas (Cicpc), custodiaban el lugar.
El equipo de Analitica.com intentó conversar con algunas personas, pero se limitaron a decir: «esto fue una guerra». Nadie quiso identificarse, nadie quiso hablar de los saqueos, fallecidos o de las detonaciones de armas de fuego que habían sido reportadas la noche anterior por redes sociales.
Antonio González, quien vive «por aquí cerca» y aceptó dar su nombre pero no grabarlo en video, se atrevió a responder «es que capaz ahora nos meten una OLP aquí».
Hasta llegar al Hospital Materno Infantil «Hugo Chávez» la escena era la misma, pero allí, los tanques de la GNB y militares desplegados de lado y lado de la avenida Intercomunal, y en el propio centro asistencial -que tuvo que ser desalojado la noche anterior por el efecto de los gases lacrimógenos-, daban la impresión de estar en un cuartel militar y no en un centro de atención médica de niños.
«Esto se puso feo y esta noche se va a poner peor», comentó un señor con un grupo de personas, cuyas opiniones sobre las bombas y piedras que afectaron a los pequeños pacientes del hospital, eran encontradas. «Fueron mandados por la oposición», decía una mujer, mientras otra le respondía: «aquí el gas del bueno fue un horror, yo estaba muy asustada. Mi mamá se estaba ahogando».
¡Cambio de bando!
Hasta el año 2014, cuando Nicolás Maduro derrotó a Henrique Capriles en las elecciones presidenciales para reemplazar al fallecido Hugo Chávez, la parroquia El Valle, de las más populares de la ciudad capital, era consecuente con «la Revolución», pero en 2015 algo cambió; ahí la oposición ganó la Asamblea Nacional, representada por el diputado José Guerra, economista y profesor universitario.
La noche del jueves en esta misma parroquia, otrora incondicional con «el Comandante», al punto de respetar y defender su orden de dejar como encargado del legado a Nicolás Maduro, decidió mostrar con la fuerza de la protesta su descontento con la crisis que vive el país.
Una protesta que, como las realizadas en el este de Caracas, fue reprimida con la misma intensidad. Una protesta que terminó con saqueos, fallecidos, niños desalojados de un centro asistencial, y personas que aseguran haber sido asfixiadas en sus hogares, pero esta vez una protesta del «corazón del pueblo».