El calvario de morir en Venezuela
"No la mató el sida sino la desnutrición", dijo un primo de la joven
Para nadie es un secreto que el precio de morir en Venezuela se convirtió en otro padecimiento para los familiares, sobre todo, para los que vienen atravesando otra crisis: la escasez de medicamentos. Cancelar un servicio fúnebre, en el caso más económico, ronda el millón 700 mil bolívares, un monto imposible de pagar para muchos. Al menos, así es el caso de Mary Carmen y su familia.
Mary Carmen tenía 23 años. Nació con retardo metal y desde muy pequeña fue internada en una casa hogar en Naguanagua, Carabobo, donde le prestarían ayuda porque su madre también padece una condición especial. Allí vivió buena parte de su vida, hasta que hace dos años fue regresada a su casa en la parte más alta del barrio Lorenzo Fernández de ese municipio y, desde entonces, no la alimentaban bien y era maltratada por un hermano, cuentan familiares durante el velorio.
Cuando era niña, Mary Carmen recibió una transfusión de sangre y al poco tiempo fue diagnosticada con VIH. Tenía un tratamiento que le debían cumplir sí, pero no los medicamentos. Sin embargo, se mantenía fuerte y caminando por las empinadas calles de Lorenzo Fernández.
La joven fue poco afortunada desde siempre, su familia no tenía mucho qué brindarle ni siquiera cariño, menos alimentos. La comida que les llegaba esporádicamente de la caja de los Comités Locales de Abastecimiento y Producción (Clap) era repartida entre varias personas, así que las pocas veces que le daban comida no era suficiente.
Mary Carmen será sepultada este jueves, luego de permanecer unos dos días muerta en la cama donde pasó sus últimos momentos porque no contaban con el dinero para comprar una urna. En la tierra deja a una familia en disputa por problemas de conducta de uno de sus miembros, quien habría amenazado de muerte a otros parientes tras una discusión en donde buscaban el responsable de la muerte de «la niña».