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El BCV que se arrodilló ante Maduro, por Blanca Vera Azaf

Una de las preguntas que se consultó a los ciudadanos en el referéndum consultivo para la reforma de la Constitución del año 2007 fue si estaban de acuerdo con la eliminación de la autonomía del Banco Central de Venezuela. El fracaso de aquella propuesta impulsada por el fallecido presidente Hugo Chávez fue absoluto. Si bien nunca se conocieron los números oficiales de aquellos comicios, en la mente del entonces Presidente la idea estaba clara. Las reformas que pretendía y necesitaba habría que llevarlas a cabo por la vía de los hechos y no por la democrática.

Así se inició un largo rosario de reformas de la Ley del Banco Central de Venezuela, que poco a poco condujeron a que el propio poder y autoridad del directorio quedara sometido a las directrices de una figura escogida para ello por el propio Presidente: Jorge Giordani.

El súperministro no sólo diseñó, controló y puso en acción las políticas económicas de la nación durante casi una década, sino que se sentó dentro del directorio del Banco Central para supervisar y dirigir las acciones de cada funcionario; limitando así incluso la autoridad del propio presidente del instituto emisor. De esta manera, la autonomía de una de las instituciones más respetadas y reconocidas por los venezolanos quedó sometida al poder Ejecutivo.

Sin embargo, hay que reconocer que durante el decenio de Giordani y todo el mandato del presidente Hugo Chávez, las cifras del BCV se continuaron publicando. Si bien había ciertos retrasos en algunas ocasiones, e incluso se le daba mayor preponderancia a indicadores menos descriptivos de la situación real, las estadísticas oficiales siempre fueron publicadas.

Con la llegada de Nelson Merentes al Central los medios de comunicación tuvieron incluso la posibilidad de entrevistarlo. Claro está que existían preferencias durante las ruedas de prensa del ente emisor por las preguntas de medios oficialistas, pero los medios independientes siempre se las arreglaron para hacer escuchar sus preguntas y obtener respuestas.

El BCV fue una de las pocas instituciones donde los funcionarios y técnicos lograban guardar las formas, y no se aplicaba apartheid cuando periodistas de la fuente llegaban a la sede. Asimismo, el ente se cuidó de preservar las formas –si no el fondo- y jamás empapeló con fanáticas consignas y afiches las paredes del edificio ubicado en la esquina de Pajaritos. Pero con la llegada de Nicolás Maduro a la presidencia de la República todo cambió y con ello el riesgo país de Venezuela.

Sometido

Todo el gabinete de Nicolás Maduro sabía desde finales del año 2013 que la situación económica podría entrar en un espiral inflacionario. Las diatribas en la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) ya eran evidentes y Arabia Saudita hacía imponer su poder y voluntad; por lo que el nuevo panorama mundial se dibujaba de manera distinta y los precios del petróleo comenzaron un descenso inimaginable.

Para entonces aún había manera de poder revertir la situación, pero Maduro y su alto gobierno decidió -por desconocimiento en un principio y luego por terquedad- aplicar la negación que es la táctica de quienes no quieren aceptar una situación dolorosa.

Fue así como en diciembre de 2013 se gira la orden presidencial al BCV y al Instituto Nacional de Estadísticas de no publicar los indicadores de pobreza y de las remuneraciones de empleados y obreros.

Ese mismo año es designado el entonces presidente de Pdvsa, Rafael Ramírez, como vicepresidente del área económica. Maduro “olvidó” comunicarle la decisión a Nelson Merentes, quien se enteró de su remoción de tal vicepresidencia por la Gaceta Oficial.

Rafael Ramírez estaba alertado por los mercados internacionales que el riesgo país se estaba disparando de manera alarmante y que las condiciones macroeconómicas se estaban deteriorando a un ritmo acelerado.

Consciente de la influencia que aún Jorge Giodani tenía sobre el alto gobierno aprovechó para equilibrar el poder dentro del directorio del BCV eligiendo a una de sus fichas más fieles para que ocupara una de las vacantes. Así Franklin Méndez se sientan en el directorio con la misión de tratar de persuadir sobre la necesidad de ir realizando algunos cambios al modelo económico, en vista de los altos indicadores de escasez y la espiral de inflación.

Desde la nueva vicepresidencia económica se trazó un plan macroeconómico en el que participaron figura como José Rojas y Felipe Pérez Martí; el objetivo era presentárselo a Maduro para comenzar a actuar con rapidez y evitar que la crisis económica fuera en aumento. De hecho, hubo incluso economistas que reconocieron que los cambios que se pretendían impulsar eran lo necesarios. Pero con el primer debate sobre la necesidad de aumentar el precio del combustible Maduro quedó espantado y reculó.

Fue así como la orden presidencial se hizo escuchar nuevamente y los técnicos del BCV debieron cumplir la orden de dejar de omitir las cifras sobre el índice de diversidad de productos en enero de 2014. Dos meses después se tomó la decisión de dejar de publicar el índice de escasez.

Mientras tanto el plan de la vicepresidencia económica se fue debilitando y dejó de tener el apoyo de Maduro, quien prefirió escuchar la estrategia del sector radical, liderado por el vicepresidente de la República, Jorge Arreaza,  quien argumentaba que era necesario reforzar las fiscalizaciones e impulsar el discurso de la guerra económica.

Giordani, por su parte, quedó relegado y salió del gabinete económico. Semanas más tardes y a través de una carta manifestó su descuerdo con la gestión gubernamental, no por lo radical sino por su desacuerdo con la nueva generación que tomaba el control del gobierno.

Meses después Ramírez y su programa de resurrección económica fueron echados a un lado por el alto gobierno. Con los meses Cilia Flores le pediría el cargo y su sobrino Erick Malpica Flores se convertiría en uno de los funcionarios más poderosos del país manejando la Tesorería déla Nación y la de Pdvsa.

A mediados de 2014 -en una medida sin precedente- se omitió la obligatoriedad de hacer públicas todas las estadísticas, lo que viola la ley del BCV, que estrictamente establece la obligatoriedad de publicar tales números.

Como consecuencia las cifras del producto interno bruto y de la balanza de pagos no se difunden desde septiembre del año pasado. El índice nacional de precios al consumidor, el índice de desarrollo humano y el de producción petrolera no se conocen desde diciembre de 2014.

En julio de 2015 Transparencia Venezuela introdujo ante el Tribunal Supremo de Justicia una demanda contra el ente emisor por incumplir la rendición de cuentas de las cifras macroeconómicas y violación de la Constitución. Sin embargo, en agosto de este año, el máximo tribunal declaró inadmisible la demanda con el argumentó de que Transparencia Venezuela no fue capaz de presentar ante esa instancia.

Menos cifras, más riesgo

En una reunión que se llevó a cabo en Nueva York con inversionistas de bonos de la República y de Pdvsa en los últimos días de septiembre, el ministro de Economía, Finanzas y Banca Pública, Rodolfo Marco Torres, manifestó su compromiso de publicar los números oficiales sobre el comportamiento de la economía.

Esta promesa fue hecha luego de la queja generalizada de los inversionistas, quienes explicaron la desconfianza que se crea cuando hay opacidad en las cifras; lo que conduce a que el riesgo país se eleve. Hasta la fecha el ministro Marco Torres sigue en deuda con la promesa.

Los propios sindicatos han manifestado su desacuerdo con el ocultamiento de las estadísticas del BCV porque se afecta directamente a los contratos de los trabajadores, quienes no tienen referencia alguna para exigir aumento salarial a sus patronos porque se desconoce cuál es la inflación oficial.

Aquí y ahora

Ante el nuevo panorama de la victoria de la mayoría calificada por parte de los diputados de la oposición en la Asamblea Nacional, hay expectativas con respecto a hacer cumplir el mandato legal al ente emisor; así como la intención de realizar reformas en algunos artículos que impidan que el Banco Central continúe creando dinero inorgánico, que es el principal motor de la inflación.

En el BCV saben que la responsabilidad de ocultar las cifras por orden de Nicolás Maduro recaerá directamente en el presidente, el vicepresidente y en todo el directorio del instituto.

Extraoficialmente se ha podido conocer que dentro del ente emisor existe la firme intención de publicar todas y cada una de las estadísticas que se han omitido antes del 31 de diciembre de 2015. De hecho, en recientes días se han comenzado a publicar los balances del banco. En el último de ellos se pudo conocer que la deuda neta de Pdvsa con el ente emisor asciende a 145millardos de dólares, si se calcula al tipo de cambio de 6,30 bolívares por dólar.

No sabemos si este es el principio del fin del oscurantismo estadístico al que nos ha sometido Nicolás Maduro, lo que sí sabemos es que al cierre de noviembre de 2015 la inflación acumulada fue 219,4%, según fuentes extraoficiales.

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