Desde las primeras horas de la mañana las voluntarias de Proyecto Nodriza comienzan a picar los vegetales, amasar los bollitos y prenden el fogón para la comida que servirán a cerca de 140 personas entre madres en período de lactancia y niños de la comunidad San Isidro en Petare que asisten los siete días de la semana a almorzar.
Gracias a la ayuda de diferentes organizaciones nacionales e internacionales, la iniciativa logra tener los alimentos necesarios para ir variando los menús entre arroz, ensalada, carne molida, huevo, sopa y pasta. Sin embargo, no escapan de la realidad de los servicios públicos de Venezuela.
Cuando las tres bombonas de gas que poseen se acabaron, Desiré Rodríguez, jefa de cocina, no le quedó más remedio que salir corriendo a ver dónde conseguía al menos un cilindro para resolver. El problema es que la voluntaria solo logró recolectar 2.800 bolívares en efectivo y cada una costaba 5.000 bolívares, por lo que no se la quisieron vender en menos de ese precio.
-Me puse a buscar a ver si alguien me podía prestar más dinero y no conseguía- recordó angustiada- Otra muchacha logró cuadrar una bombona con unas personas que venden en la carretera ¿Quién va a tener ahorita 15 mil bolívares en efectivo?- se cuestionó Desiré.
El agua es otro obstáculo que las madres deben superar. Hace más de un año que no llega el agua a la calle donde está el comedor y a través de conexiones con mangueras improvisadas pueden surtir desde otros hogares.
Antier salimos y había una cisterna de agua que se quedó accidentada y el chofer lo que hizo fue abrir la manguera y dejar que el agua se botara.
Al ver esa situación, Desiré sintió mucho dolor debido que el agua se estaba desperdiciando mientras dos de los tanques del comedor estaban vacíos, pero por suerte consiguió que el señor le surtiera un poco y es la que comenzaron a usar para seguir con la preparación de los alimentos.
A las 11:30 a.m. los niños comienzan a llegar. Cada quien con su plato y vaso que deben traer limpios de su casa. “No se puede llevar comida para la casa” plasma un papel en el comedor acompañado de frases de agradecimiento y valores que en Proyecto Nodriza quieren inculcarles a los pequeños.
Antes de comer no puede faltar el rezo. “Gracias señor por estos alimentos que hoy nos das. Multiplícale a cada quien que no tiene, en especial a todos los niños del mundo. Amén”.
Mientras servían la comida, Marines Caraucá comentó que tiene más de un año asistiendo a Proyecto Nodriza y sus hijos, de tres y siete años, se han visto beneficiados no solo con la comida, sino también con la atención psicológica y pediatra que les brindan. Mientras tanto, ella apoya en la cocina con la higiene y logística.
Desde la fundación han visto casos de niños con cuadros de desnutrición que han podido mejorar gracias a la ayuda que ofrecen. Además, expresaron su preocupación por algunos padres que, aunque no han abandonado a sus hijos, se encuentran en muy malas condiciones y el apoyo que ejercen es muy poco.
Cuando empecé a venir vi a una amiguita que llegó con el bebé prematuro y desnutrido. Hace no mucho la volví y el bebé está grandísimo gracias a este proyecto.
Génesis Caraucá, madre de tres niños beneficiados.
Proyecto Nodriza espera seguir atendiendo a los niños de San Isidro y La Dolorita que en sus casas no tienen los recursos para garantizarles la comida diaria, bajo la dirección de la diputada a la Asamblea Nacional, Manuela Bolívar.