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Una crisis socioeconómica con un régimen represor: ¿Qué fue «la masacre del Caracazo»?

Hace 32 años Venezuela vivió una revuelta que terminaría pasando a sus libros de historia. El 27 de febrero de 1989 se inició en las afueras de Caracas una oleada de protestas que después se extendieron por toda Venezuela y generaron grandes disturbios. Y que pasó a la posteridad con el nombre del Caracazo.

Venezuela era un país joven y pocos vivieron ese escenario, pero quienes lo hicieron tienden a atribuir al descontento popular y a la actuación de las fuerzas del orden en el control del Caracazo la ola que acabaría llevando al poder a un militar desconocido hasta entonces.

Según el balance oficial, la represión del ejercito dejó cientos de fallecidos. Además un profundo malestar en el que muchos vieron una de las razones de la aparición en la escena política del comandante Hugo Chávez, que en 1992 lideraría una intentona militar por hacerse con el poder y, finalmente, en 1998, resultó elegido presidente.

En la década de los 80 la enorme deuda externa, la crisis cambiaria, la inflación, la corrupción, la fuga de capitales, el abuso de poder y, sobre todo, la caída del precio del crudo sumieron al país en una enorme crisis.

Carlos Andrés Pérez, quien ya había dirigido el país durante los años de auge económico (de 1974 a 1979), asumió en febrero de 1989 un nuevo mandato como presidente.

Muchos vieron en él la esperanza para salir de unos problemas que habían pasado ya de lo económico a lo social y que habían llevado a que comenzaran a escasear los alimentos.

Hervidero social

El recién elegido presidente anunció una serie de medidas económicas que acabarían siendo conocidas como el paquetazo. Se trató de un plan acordado con el Fondo Monetario Internacional que exigía grandes ajustes macroeconómicos.

Todo se inició en Guarenas, cuando la población empezó a protestar por el aumento del precio del pasaje en el transporte público, apenas el día anterior se había incrementado el costo de la gasolina.

Se quemaron autobuses, se cortaron calles, se formaron barricadas y después comenzó el saqueo a comercios. La ola de violencia se extendió de Guarenas a casi todo el país.

Todo eso, aderezado con escándalos de corrupción que involucraban a las más altas esferas del poder, con asesinatos de estudiantes y con una política gubernamental que no dudaba en reprimir las protestas.

Derramar sangre para tomar el control

El ejército acabó tomando el control de la situación ante la incapacidad de la policía de restablecer el orden. Y lo hizo derramando sangre.

Las protestas dejaron 276 muertes, según la cifra oficial reconocida por el fiscal general. Pero las ONG denuncian que nunca se ha hecho una investigación exhaustiva de lo ocurrido, primero en Caracas y después en el resto del país, el 27 de febrero de 1989.

Las víctimas mortales, según algunas asociaciones civiles, pueden llegar a los tres millares.

Para la ONG Programa Venezolano de Educación-Acción en Derechos Humanos (Provea) fue una auténtica «masacre», señaló en un duro informe que hizo sobre el balance de víctimas y fallecidos durante las protestas.

«Una de las más graves violaciones de derechos humanos de la Venezuela contemporánea», se lee en el documento.

Esta organización no solo denunció que nunca se pudiera contabilizar el número real de muertos en las protestas, sino también la brutalidad policial: uso de artillería pesada, la suspensión de garantías, personas desaparecidas, torturas, tribunales militares y fosas comunes.

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