Calles vacías y descontento marcaron la «toma de Venezuela» en Caracas
Calles, autopistas y avenidas vacías o trancadas, comercios cerrados y otros abiertos y descontento entre algunos manifestantes marcaron la jornada de calle en el día 119 de protestas contra el gobierno de Nicolás Maduro en Caracas, a dos días de las elecciones de la Asamblea Nacional Constituyente.
Caracas, este viernes, fue una ciudad ambigua. Mientras el municipio Chacao estaba trancado casi en su totalidad, en el municipio Libertador, pocas personas protestaban tímidamente un día después de que el ministro de Relaciones Interiores, Justicia y Paz, Néstor Reverol, anunciara que se prohibían las concentraciones y manifestaciones públicas en todo el país hasta el 1 de agosto.
En El Valle, Santa Mónica, Los Chaguaramos y la avenida Libertador, funcionarios de la Policía Nacional Bolivariana (PNB) aparecieron minutos antes de que comenzaran las protestas según la hora establecida por la Mesa de la Unidad Democrática. Dos, tres personas sostenían pancartas en algunas esquinas del municipio. Entre tanto, en el municipio Baruta, en Bello Monte, manifestantes trancaban con alambres, cuerdas y sacos las principales calles de la urbanización.
La dualidad de la capital también estuvo presente en el clima, pues durante la protesta llovía y al mismo tiempo había sol. Tras los primeros minutos de lluvia, en la plaza Alfredo Sadel de Las Mercedes el diputado José Manuel Olivares reportaba trancas en más de la mitad de la capital. «Mientras haya venezolanos comiendo de la basura, mientras haya venezolanos sin medicinas, mientras haya venezolanos que hoy discuten si irse o no del país no habrá nada ni nadie que nos prohíba protestar», decía.
Según Olivares, la oposición, además de exigir que se retire la Asamblea Nacional Constituyente, mantiene las peticiones que planteó desde el 1 de abril: reconocimiento a la Asamblea Nacional, la apertura del canal humanitario, la presentación de un cronograma electoral y libertad para los presos políticos.
En La Candelaria, un contingente de la PNB aguardaba mientras los carros transitaban —en menor número que otros días— con tranquilidad. Panaderías e incluso licorerías permanecían abiertas a pesar de la vigencia de la ley seca. Mientras, la avenida Francisco de Miranda, como es usual cada día de protesta, estaba cerrada de punta a punta. Bello Campo, como en toda la semana en el municipio Chacao, fue el principal foco de la represión por parte de funcionarios de la Guardia Nacional Bolivariana.
«Esta lucha comenzó antes de la Constituyente y no se puede acabar con la constituyente. Este camino va a llevarnos a la libertad», expresó a los medios desde Altamira, tres horas después de las declaraciones de Olivares, el primer vicepresidente de la Asamblea Nacional, Freddy Guevara. A su alrededor, las personas escuchaban atentas con el ceño fruncido: el descontento era evidente. «Guevara, ¿y si dejas las cámaras y te vienes al frente con nosotros a tragar lacrimógenas en Bello Campo? Allá está la guardia reprimiéndonos», le dijo un manifestante al parlamentario. Este contestó que venía de allá y que no había visto nada, pero que al terminar de hablar con las personas se dirigiría para allá.
«No podemos caer en el cuento del diálogo otra vez», «¿por qué cambiaron la convocatoria?» y «¿qué va a pasar el lunes?» eran algunos de los cuestionamientos que los manifestantes le hacían a Guevara. Del político no obtuvieron una respuesta clara. Y a menos de 48 horas de la Constituyente y con el trancazo extendido hasta el mediodía del sábado, entre los venezolanos, al igual que pareciera entre la oposición, reina la incertidumbre.