Asociación Cima inaugura Centro Comunitario en José Félix Ribas
Con acciones pequeñas se pueden lograr grandes cosas. Cuando Petra López, una de las fundadoras de la zona uno del barrio José Félix Ribas murió, pidió que el espacio donde estaba su casa se construyera algo para la comunidad: el Centro Comunitario que tiene su nombre y que atenderá en la zona a cientos de niños y jóvenes es ahora una realidad.
La Asociación Civil Cima (Construyendo, Innovando, Motivando y Avanzando) con el trabajo de la comunidad, con apoyo de iniciativa privada, y con autogestión, logró construir un centro que ahora será la sede de actividades educativas y recreacionales.
Cima lleva 7 años trabajando en la zona, quienes viven en el lugar llaman a los jóvenes de esta asociación «hijos», y no es para menos porque los han visto crecer. “Yo conozco a Manuel (Figueredo, uno de los líderes de la Asociación) desde que era un chamo cuando con la palabra venía a convencer para trabajar, se ha ganado la voluntad de todos”, relata María Canelone, activista de la comunidad.
La primera obra fue un parque de 400 metros cuadrados llamado “Semillita” donde antes lo que existía era basura y abandono, un lugar que fue centro de oprobio, en el que había robos y violaciones y que luego se transformó en un espacio de todos.
“Todos deberíamos trabajar con las comunidades sin imponer soluciones de afuera hacia adentro. Muchas veces vienen organizaciones externas a tratar de imponer proyectos ajenos a las necesidades de las comunidades, lo correcto es trabajar e involucrar a la comunidad desde el principio hasta el fin”, declaró Figueredo luego de cortar la cinta que inauguró el lugar.
Declaró que es mentira que los venezolanos esperen siempre que se le regalen las cosas, porque cuando se organizan las comunidades se puede trabajar en equipo por un fin. Aplaudió la acción de los vecinos carpinteros, electricistas y hasta las madres de la comunidad que trabajaron por años en la iniciativa.
Dijo además que es mentira que no haya solidaridad en el país, y aplaudió a todos los empresarios presentes en la inauguración que, “sin vivir aquí apostaron por este centro”.
“Este proyecto nos recuerda que a pesar de la crisis económica, que hace pensar que estamos en una pesadilla perpetua, no debemos dejar de soñar en un mejor país. Que este centro sea un estímulo para que salgan muchísimos proyectos más”, dijo el joven líder de la Asociación.
Más proyectos y alianzas
Cima se ha enfocado en sus años como Asociación en esta barriada, la más grande de Latinoamérica. Surgió por inquietud de un grupo de jóvenes que sintieron la necesidad de comprometerse con la ayuda social en zonas desasistidas en el país. Hay un equipo constante de 5 personas que la lideran y un grupo entre 50 y 80 voluntarios que han participado en ella a lo largo de los años.
Se ha constituido una organización en el seno de la propia comunidad llamada “Mi Cima” que cuenta con 18 voluntarios. Juntos están realizando proyectos también en las zonas dos, tres, cuatro, cinco y la nueve.
Han entregado 525 microcréditos para pequeños emprendimientos, para las mejoras de viviendas y becas universitarias. “Es un voto de confianza para que la comunidad mejore, crezca su capital humano y favorezca a toda la sociedad”, apuntó Figueredo.
En el caso del Centro Comunitario Petra López existe una alianza de la Asociación con otra fundación llamada “Superatec” para impartir cursos de capacitación a la comunidad, un total de 120 cursos entre contaduría, computación, emprendimiento, entre otros. De la misma manera tienen alianzas para la enseñanza de piano y cuatro. Dentro de sus instalaciones tendrá también un espacio para trabajar los consejos comunales de José Félix.
La representante de Superatec, Zandra Pedroza, dijo que la organización trabaja por la capacitación tecnológica de niños hasta personas de 86 años de edad. Indicó que la superación es la clave de la movilidad social y la superación nacional y detalló que este será el centro número 17 que tienen en funcionamiento en el país. Contarán con una cartera de trabajo para ingresar aquellos que puedan incorporarse al mercado mientras siguen estudiando.
Dayerli Darín Martínez, una de las niñas que será beneficiada, no ocultaba la emoción por empezar las clases de computación y música: “Aquí es la primera vez en José Félix que tenemos algo como este centro, mi mamá y mi papá me van a dejar participar”.
Enrique Mejías, miembro del Consejo Comunal, dijo que la comunidad cambió su cara al involucrarse en este proyecto: “Participé tumbando el primer bloque de la antigua casa de Petra, un centro como este hacía mucha falta”.
Dijo que desde ya están enfocados en emprender el proyecto de realización de un hogar de cuidado diario, así como las mejoras de más viviendas y de las escaleras”.
Nicolás Rudas, líder comunitario, invitó al resto de la comunidad a integrarse: “Queremos que esto se magnifique en un mayor esfuerzo educativo y cultural. Hay personas que no saben ni cómo prender una computadora y aquí los vamos a formar”.
Ruda llamó a los lugareños a cuidar y tener un sentido de pertenencia con el centro y con toda iniciativa que se emprenda en la zona.
Federica Schwarz, directora de Cima, dijo que ahora el centro ayudará a disminuir los niveles de violencia a través de la educación y la cultura.
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«es mentira que los venezolanos esperen siempre que se le regalen las cosas»: Toda generalización, sea positiva o negativa, es obligatoriamente falseadora de la realidad. En esta afirmación hay dos puntos que exigen especificar, cuantificar el alcance de lo que se sostiene. ¿Se refiere a TODOS los venezolanos o a una porción -grande, mediana o pequeña- de la totalidad? ¿Se demuestra SIEMPRE o en un porcentaje -bajo, medio o alto- de la totalidad?. Luego de 40 años de gobiernos socialdemócratas o socialcristianos (AD y COPEI) que -es innegable- repartieron dádivas a buena parte de la Población, que se habituó a que el Estado se hiciera cargo de muchas funciones que corresponden a cada familia, y de casi 17 años de todavía mayor repartidera de los ñángaras del «socialismo del siglo 21» (que aumentaron las mesadas, los enchufes, las invasiones, las expropiaciones, el discursito sobre la «redistribución» sin considerar derechos y esfuerzos de los propietarios), mal puede generalizarse para negar esa realidad tan dañina. Otra cosa es resaltar que hay comunidades dispuestas a participar en la modificación de su entorno, que no quieren que les regalen pescados, sino que los enseñen y ayuden a pescar. Venezuela será distinta cuando ese tipo de comunidades autosuficientes y trabajadoras sea cuantitativa y cualitativamente mayor que las otras, las que estiran la mano, exigen y aplauden que los mantengan, aunque no los saquen de la pobreza y los exploten en pro de los demagogos y sus partidos.