Los apagones de marzo profundizaron el drama de la crisis en Venezuela
Los apagones fueron los protagonistas del final del primer trimestre de 2019. Las fallas eléctricas, que afectaron a casi la totalidad del país durante varios días, dejaron en evidencia la falta de mantenimiento en un sector envuelto en cuantiosos escándalos de corrupción. Tras cumplirse un mes de los desperfectos, las dimensiones de esta nueva crisis nacional, al igual que algunas regiones, aun permanecen a oscuras.
Fue al final de la tarde del pasado 7 de marzo que se registró un corte de energía. Más de 20 estados del país de forma instantánea quedaron sin el servicio. La falla se originó en la Central Hidroeléctrica Simón Bolívar, en la represa de Guri, estado Bolívar.
Sus consecuencias no solo se reflejaron en el funcionamiento de aparatos eléctricos. La posterior escasez de combustible y agua, redes de telefonía celular inoperantes, actividades escolares y laborales suspendidas, centros de salud en emergencia, y comercio inexistente, describían el escenario de un país que, por cerca de una semana, se encontró inmerso en la trama de una película post-apocalíptica. De un mundo distópico.
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El primer vocero de la administración de Nicolás Maduro en pronunciarse fue el ahora ex ministro de Energía Eléctrica, Luis Motta Domínguez, quien aseguró que el servicio de sería restablecido en un lapso de tres horas. Sin embargo, no fue hasta el martes 12 de marzo que el gobierno informó que el suministro de electricidad había sido restituido “en más de 80%”.
Un mes después, Motta Domínguez quedaría fuera del gabinete ejecutivo del líder chavista.
La primera versión oficial sobre el 7M apuntaba a un sabotaje contra el Guri. Luego se modificaría a la presunta ejecución de múltiples ataques “cibernéticos” y “electromagnéticos”, dirigidos desde el exterior, para afectar la operatividad del Sistema Eléctrico Nacional (SEN).
No obstante, expertos consultados por Analítica.com han rebatido esta explicación, pues consideran que la verdadera causa del apagón fue un incendio «en el corredor» de la principal línea de transmisión del servicio del Guri.
Bastaron solo veinte días para que ocurriese un nuevo episodio que prolongara por una semana más los intermitentes cortes de luz y, con ello, la angustia de la gente.
A mediados de 2007, el sector eléctrico fue nacionalizado por fallecido presidente Hugo Chávez. La decisión tuvo un efecto inmediato con la creación de la Corporación Eléctrica Nacional (Corpoelec), sobre la cual se fusionaron las empresas regionales encargadas de la generación y distribución de energía.
Desde entonces, los apagones se han convertido una situación recurrente para los venezolanos, cuyo primer pico importante se vivió en 2010, debido a una sequía que redujo peligrosamente los niveles del agua en el embalse de Guri.
Tras el blackout de marzo y la aplicación año tras año de diversos planes de racionamiento (con escasa efectividad), es ineludible la presencia de un deterioro en la industria, misma que hace 20 años fue referencia por sus avances en Latinoamérica.
Los cuatro jinetes
En la historia contemporánea de Venezuela no existe registro de un apagón que interrumpiera las operaciones del SEN simultáneamente en casi todo el territorio nacional. Es por ello, que las causas del 7 de marzo se vislumbran más profundas que solo una falla puntual. Así lo sostiene el presidente de la Asociación Venezolana de Ingeniería Eléctrica, Mecánica y Profesiones Afines (Aviem), Winston Cabas.
Según el ingeniero, hay cuatro pilares que detallan las razonas del reciente colapso eléctrico: desprofesionalización del sector, falta de mantenimiento e inversión, y la corrupción.
«Hemos llegado a este punto primero por una desprofesionalización que ha coadyuvado a que se abandone las políticas de mantenimiento. De 53.000 trabajadores que tenía la industria eléctrica, aproximadamente 26.000 se han sido del país, de los cuales 14.000 eran técnicos, mano de obra calificada», resaltó.
Se estima que el Sistema Eléctrico Nacional cuenta con una capacidad instalada de 34.000 megavatios, de los cuales las plantas termoeléctricas e hidroeléctricas deben cubrir a partes iguales 17.000 megavatios, explica Cabas.
Pero «desde el Colegio de Ingenieros sospechamos que lo que se está generando en cantidades de energía disponible son aproximadamente entre 7.000 a 9.000 megavatios, para una demanda constreñida de 13.000 megavatios, por lo que ahora se debe estar racionando casi 5.000 megavatios», alertó.
El pasado 1 de abril, el gobernante Maduro puso en marcha por 30 días el denominado Plan de Administración de Carga, una nueva regulación del servicio de energía con el que apuesta a superar los problemas del último mes. El cronograma fue publicado el jueves por Corpoelec, destacando la exclusión de Caracas dentro del esquema.
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Esta política, de acuerdo con el presidente de Aviem, será insuficiente para solventar por completo falla en la Central Hidroeléctrica Simón Bolívar, pues aseguró que se requerirá más de ocho meses para diseñar y reemplazar el transformador que estalló en subestación del Guri.
Lo que vendrá es lo que siempre acostumbra el gobierno (de Maduro): 30 días de racionamiento, luego se extiende por 30 días más… así hasta que en seis u ocho meses logren más o menos reparar el problema (…) aunque este gobierno no tiene la capacidad ni el recurso humano para resolver esta crisis
Winston Cabas
El plan para restaurar el SEN, proyecta el ingeniero, involucraría la inversión de entre 5.000 y 25.000 millones de dólares para estabilizar el sector en un periodo de 2 a 8 años, aunque insistió que esta empresa no será posible si no se realiza antes un cambio de políticas públicas.
Un país paralizado
Los catastróficos apagones del pasado mes continuaron profundizando la crisis económica venezolana, en medio de la pulseada entre el jefe de la Asamblea Nacional (AN), Juan Guaidó, reconocido presidente interino de Venezuela por 54 naciones, y Nicolás Maduro. Mientras, los ciudadanos luchan por retomar una rutina sometida a la incertidumbre.
En Caracas, la puesta del sol se ha convertido en un no-oficial toque de queda. Pasadas las 6:00 p. m, las calles quedan vacías, dejando a la capital venezolana a merced de la oscuridad y la delincuencia. Salvo farmacias y algunos supermercados, son pocos los comercios que prolongan sus servicios más allá de las 7 de la noche.
Marzo elevó el dramatismo del país petrolero, ya de por sí maltrecho por la acelerada espiral hiperinflacionaria, el colapso del sistema de salud y la creciente oleada migratoria, que ahora siente como su reducto nocturno se transforma en un espacio inhóspito.
Por lo pronto, miles de caraqueños salieron este sábado 6 de abril para manifestar en las calles y exigir el restablecimiento de los servicios públicos. La movilización, realizada en el marco del inicio de la llamada Operación Libertad, sirvió también para ratificar su apoyo a Guaidó, quien insiste en continuar una ruta cívica para conseguir la salida del régimen chavista.
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El dato Entre el 7 de marzo y 5 de abril un total de 9544 artefactos eléctricos (neveras, aires acondicionados, televisores, microondas, entre otros) resultaron dañados debido a las fallas eléctricas, según datos del Comité de Afectados por los Apagones.