Tras el plebiscito ¿Seguirá la guerra a Colombia? por Reyes Theis
Por Reyes Theis
El pueblo colombiano habló duro y fuerte. Los resultados del plebiscito sobre el acuerdo de paz de Colombia entre las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) y el Gobierno de ese país, mostró un país polarizado, que no estaba preparado para asumir una decisión tan trascendente.
El triunfo del “No” fue por escaso margen (menos de 60.000 votos), mientras la abstención superó el 60 %.
Lo primero que la gente se pregunta es: ¿Significará el triunfo de la negativa del acuerdo la continuación de la guerra en Colombia, como lo había advertido el presidente Juan Manuel Santos antes de la consulta?
Si nos atenemos a las declaraciones de las partes involucradas, diríamos que no. Quienes impulsaron las dos opciones, al conocer los resultados lanzaron mensajes conciliadores y hasta coincidentes, dando un respiro a la sociedad colombiana esperanzada en que la paz al fin llegará a Colombia, tras más de 50 años de confrontación armada y que según el Centro de Memoria Histórica de ese país ha ocasionado más de 260 mil muertos.
“El cese al fuego bilateral sigue y seguirá vigente. Todos quieren la paz. Mañana convocaré a todas las fuerzas políticas para escucharlas y escoger el camino a seguir”, dijo Santos el domingo 2 de octubre, acompañado de parte de su tren de Gobierno, al conocer los resultados.
Añadió que “el jefe negociador va a viajar para informar a las FARC el resultado de este diálogo político. No me rendiré, seguiré buscando la paz hasta el último momento de mi mandato”.
Sus palabras fueron un bálsamo tranquilizador. Aunque ya la cúpula guerrillera había discutido con el Gobierno colombiano el escenario del triunfo del “No”, el mensaje de Santos calmó en algo la ansiedad de los combatientes, que desconocen qué pasará con ellos.
Fue un mensaje resiliente que tuvo su eco en las partes en disputa.
El comandante del grupo guerrillero, Rodrigo Londoño, alias Timochenko, expresó que las FARC “mantienen su disposición de paz” y se comprometió a usar solo la palabra como arma de construcción hacia el futuro. Una clara referencia a que las armas de fuego debían execrarse como mecanismos de resolución del conflicto colombiano.
Un actor muy importante en el proceso fue Álvaro Uribe Vélez. El exmandatario y su partido Centro Democrático impulsaron la opción del “No”, sin embargo, luego de informados los resultados no planteó el asunto como un tema de vencedor y vencidos. En cambio dijo: “El sentimiento de los colombianos que votaron por el “Sí”, de quienes se abstuvieron y los sentimientos y razones de quienes votamos por el “No”, tienen un elemento común: todos queremos la paz, ninguno quiere la violencia”.
Incluso, envió un mensaje conciliador hacia el grupo guerrillero “Pedimos que no haya violencia, que se le de protección a la Farc y que cesen todos los delitos, incluidos el narcotráfico y la extorsión. Señores de la Farc: contribuirá mucho a la unidad de los colombianos que ustedes, protegidos, permitan el disfrute de la tranquilidad” y señaló que: “Queremos aportar a un gran pacto nacional”.
Para la exsenadora colombiana Piedad Córdoba, “el resultado nos dice que tenemos que hablar”, declaró a Telesur y mostró su optimismo en que “la paz se va a dar con reformas y acuerdos”.
Así las cosas, las partes están de acuerdo en que el mandato del pueblo es que el acuerdo sea reelaborado, que cuente con un respaldo nacional más amplio y que sea presentado a la consideración del pueblo cuando haya logrado un consenso mayor. Quienes no estarán muy satisfechos serán las FARC, porque muy probablemente la reelaboración del acuerdo significará medidas más duras que atiendan la exigencia de quienes lo consideran benevolente con la guerrilla.
¿Renegociar qué?
El tema de la justicia transicional es uno de los elementos más polémicos del acuerdo que establece que quienes confiesen sus crímenes recibirán penas privativas de libertad entre 5 y 8 años de prisión, pero para quienes no confiesen sus crímenes y hayan cometido hechos muy graves la pena puede estar entre 15 y 20 años. No obstante, se abre la posibilidad del cumplimiento alternativo de penas, como el servicio comunitario.
Las decisiones de penas estarán en manos de un tribunal especial y las FARC podrán proponer (no designar) hasta la mitad de los nombres de sus integrantes.
Además, las FARC contarán con una representación de 10 parlamentarios: 5 senadores y 5 representantes a la Cámara, así no obtengan los votos necesarios para obtener las curules, en las elecciones de 2018 y 2022.
Al respecto Uribe señaló en su comunicado: “Insistimos en correctivos para que haya respeto a la Constitución, no sustitución; justicia, no derogación de las instituciones; pluralismo político sin que pueda percibirse como premio al delito”.
Estos elementos formarían parte de una nueva negociación tomando en cuenta hasta dónde las FARC están dispuestas a ceder, pero considerando que se encuentran muy diezmadas en el plano militar y moral.
Este frustrado acuerdo duró cuatro años de negociación. Las bases de uno nuevo habría que sentarlas, quizás usando como papel de trabajo el acuerdo ya alcanzado, porque sería impensable partir de cero.
Por otra parte, aunque partidarios del “Sí” y del “No”, las FARC, el Gobierno y la oposición, han señalado que el interés mutuo es la paz, habría que ver cómo la rivalidad Santos-Uribe, y la posibilidad de sacar rédito político del proceso de paz ante los comicios presidenciales 2018, puede atentar contra el proceso. La paz estable y duradera, como lo prometió Santos a Colombia, parece que todavía tardará llegar.