Segundo día del juicio de los Flores: Defensa vs. testigos y agentes de la DEA
Por Maibort Petit
@maibortpetit
El segundo día del juicio de los sobrinos de la pareja presidencial de Venezuela, Efraín Antonio Campo Flores y Franqui Francisco Flores de Freitas, fue dominado por la agresiva estrategia de la defensa, enmarcada en la tres aspectos fundamentales:
1) Acabar con la credibilidad de los informantes confidenciales CS1, CS2 y CW1 ante los miembros del jurado;
2) Acabar con la credibilidad de los agentes de la DEA, y hacerlos ver como burócratas «incapaces de mantener la objetividad en una investigación que fracasó por la incompetencia de las personas involucradas» y
3) fue el gobierno de los Estados Unidos el que elaboró un plan meticuloso para atrapar a dos peces gordos ( los sobrinos de la primera dama venezolana) animados por intereses políticos y monetarios.
En la jornada de este martes sólo testificó el agente especial de la DEA, Sandalio González. El abogado de Campo Flores, Randall Jackson apuntó las baterías contra el agente encargado de llevar a cabo gran parte de la operación que finalizó con la captura de los dos hombres en Haití.
Lo primero que hizo Jackson fue poner en duda la información suministrada por las fuentes de la DEA, señalando que los ahora criminales convictos, José Santos Peña (CS-1) y José Santos R(CS-1) habían recibido millones de dólares del gobierno americano para hacer una investigación diseñada para tentar a los dos sobrinos de la primera dama.
El abogado dijo que la DEA paga grandes incentivos aquellos informantes que les suministran datos que les permiten capturar «peces gordos», y sin duda alguna «los sobrinos de Cilia Flores son unos de ellos».
Comentó -frente al jurado- que González había intimidado a los dos acusados, al momento de hacerles el interrogatorio en el avión que los trasladaba desde Haití a Nueva York.
Recordó que los dos imputados «estaban temblando de miedo» y él se aprovechó para presionarlos y hacerlos hablar, amenazándolos con penas de por vida si no colaboraban con el gobierno americano.
Dijo que es costumbre de la DEA hacer que los acusados procedan de inmediato con la declaración de culpabilidad para llegar a la cooperación de los involucrados, «pero cuando fracasan en los primeros intentos de llegar a un acuerdo entonces se empeñan en que acusado testifique», presionándolo para que confiesen el crimen que supuestamente cometieron.
En ese sentido, dijo que González presionó a sus clientes para que testificaran en su contra sabiendo que los dos acusados no tenían la capacidad de cometer dicho delito.
El agente de la DEA negó todos los señalamientos del abogado defensor de Campo Flores, y, por el contrario, dijo que los acusados habían declarado de manera voluntaria, que sus notas reflejaban lo que habían dicho ambos imputados y que no grabó los interrogatorios por un asunto «únicamente de seguridad».
Jackson también confrontó la relación de González con CW-1, «El Sentado». Dijo que este testigo cooperante había mentido al gobierno de los EEUU, después de haber llegado a un acuerdo de cooperación.
Comentó que «El Sentado» hizo negocios de drogas entre el verano y el otoño de 2015, justo después de haber llegado a un acuerdo con el gobierno de los EEUU para cooperar y evitar ser extraditado y juzgado en tribunales americanos.
La defensa puso en tela de juicio la seriedad de la DEA en la escogencia de sus fuentes confidenciales, y catalogó como «un fracaso» el hecho que la agencia antinarcóticos de los EEUU no haga un seguimiento a sus informantes, incluyendo una prueba rutinaria de drogas, el uso del polígrafo y la averiguación de sus cuentas bancarias o propiedades.
Sandalio González dijo que eso no estaba contemplado en los procedimientos de la agencia, y que no había suficientes especialista para realizar exámenes de polígrafo, ya que los que habían estaban muy ocupados. Igualmente advirtió que la DEA no tiene presupuesto para tal fin.
Jackson acusó a González de haber establecido una relación de amistad con el informante CS-1, José Santos Peña con lo cual perdió la objetividad en el trabajo realizado para capturar a Campo y a Flores. De hecho resaltó que el agente de la DEA le había enviado saludos en el Día de Acción de Gracias, Navidad y Año Nuevo, y que además le había prometido ayudarlo cuando los fiscales del gobierno lo encauzaron por haber cometido serios crímenes, entre los haber mentido a las autoridades federales.
El Defensor de Campo Flores insistió que la DEA instruyó a sus informantes sobre cómo conseguir las evidencias para encauzar a los dos acusados por un crimen federal, destacando que fue CS-1 quien siempre trajo a colación en las conversaciones que la droga iba a ser llevada a los EEUU.
Los sobrinos presidenciales se mostraron al público vestidos de ropa civil. Con corbata y sweaters elegantes, con el cabello bien cortado y afeitados de manera impecable.
Campo Flores, como ya es costumbre, sonreía y conversaba muy animado con su abogado John Zach. Por su parte, Flores de Freitas siguió pensativo y reservado, sólo sonrió cuando saludó a su mujer sentada en las bancas de la sala, y a otra señora cuya relación con el acusado no logramos averiguar.
Las esposas de los sobrinos de la pareja presidencial lucían elegantes, con hermosas carteras de marca, y ropas finas bien combinadas.
Los abogados se presentaron como un equipo ganador, nada inusual en este tipo de casos, que por su repercusión mediática ofrecen a la oportunidad a los abogados de querer aparentar ganadores en cada una de sus presentaciones frente al jurado y la prensa.
El asunto es que el caso de los Flores es criminal, y será el jurado, luego de analizar las evidencias que presentó la Fiscalía, el que decida si los dos hombres son culpables de conspirar para traficar droga a los EEUU y de conspirar para manufacturar y distribuir dicha droga en territorio estadounidense.