Rusia da un paso más hacia intervención militar en Siria
El presidente ruso, Vladimir Putin, dio un paso más hacia una intervención militar en Siria al obtener del Senado la autorización de efectuar bombardeos aéreos, pocas horas antes de una reunión del Consejo de Seguridad de la ONU dedicada a la «amenaza terrorista».
La aceleración de la intervención rusa en Siria tiene como telón de fondo un pulso entre Washington y Moscú sobre el papel del presidente sirio Bashar al Asad, que los occidentales califican de «tirano» que debe abandonar el poder y Rusia considera un escudo imprescindible contra el yihadismo.
«El empleo de las fuerzas armadas en el territorio de otro país es posible por una resolución del Consejo de Seguridad de la ONU o a pedido de las autoridades legítimas de ese país», dijo Dmitri Peskov, portavoz del Kremlin.
Esta iniciativa se inscribe en el derecho internacional porque el presidente sirio solicitó oficialmente a Rusia una ayuda militar en el combate contra el Estado Islámico (ISIS), dijo por su parte Serguei Ivanov, jefe de la administración presidencial.
Los 162 senadores presentes en la sesión aprobaron por unanimidad la solicitud del Kremlin de poder recurrir a un «contingente militar» en el extranjero.
La última vez que el Senado ruso autorizó al presidente a recurrir a las fuerzas armadas en el exterior fue en marzo de 2014, antes del envío de tropas para concretar la anexión relámpago de la península de Crimea, perteneciente a Ucrania.
La autorización del Consejo de la Federación (cámara alta del Parlamento) es necesaria para que Putin, jefe de las Fuerzas Armadas, ordene una intervención militar.
«El objetivo militar de esta operación es exclusivamente el apoyo aéreo a las fuerzas armadas sirias en la lucha contra el Estados Islámico», explicó Sergui Ivanov, que excluyó -al menos por el momento- operaciones terrestres.
Esta iniciativa es temporal, aclaró Ivanov, que se abstuvo de precisar qué equipos y armas utilizará Rusia en Siria.
«Hablamos de Siria pero no se trata de lograr ningún objetivo geopolítico o de concretar una ambición, como nos acusan regularmente nuestros socios occidentales. Se trata de los intereses nacionales de Rusia», agregó Ivanov.
Desde hace varias semanas, Vladimir Putin lanzó varias iniciativas diplomáticas y militares en el conflicto sirio, imponiéndose como interlocutor ineludible frente al presidente estadounidense Barack Obama.
En las últimas semanas, Estados Unidos acusó a Rusia de haber reforzado su presencia militar en el oeste de Siria, bastión del régimen, y de haber incrementado la entrega de armas a las fuerzas gubernamentales sirias.
Según el Pentágono, Rusia desplegó bombarderos, aviones de combate y al menos unos 500 soldados en el noreste de Siria.
El lunes pasado en la ONU, en su primer discurso ante la Asamblea General en diez años, Putin llamó a la formación de una «amplia coalición antiterrorista» contra el Estado Islámico, que incluya a Siria e Irán.
Barack Obama, que desde hace un año desarrolla sin mucho éxito una campaña contra el Estado Islámico en Irak y en Siria, rechaza esa idea, insistiendo en que se necesitan «nuevos dirigentes» en Damasco.
El presidente francés François Hollande comparte esa opinión y dijo en la ONU que no se pueden «hacer trabajar juntos a las víctimas y al verdugo».
El miércoles, la justicia de Francia inició una investigación penal por «crímenes de lesa humanidad» contra el régimen de Bashar al Asad por hechos ocurridos en Siria entre 2011 y 2013.
Rusia respondió a ambos dirigentes que no les correspondía determinar quién debe gobernar en Damasco.
A pesar de las diferencias, Putin reconoció que tuvo un diálogo «constructivo y sorprendentemente abierto» con Obama cuando se reunieron en el marco de la Asamblea General de la ONU.
Este miércoles, Rusia preside una sesión del Consejo de Seguridad de la ONU sobre la lucha «contra la amenaza terrorista», especialmente la del Estado Islámico en Irak y Siria, en la que presentará un proyecto de resolución sobre la lucha contra el terrorismo.