Miles de católicos recrean entrada de Jesús en Jerusalén en Domingo de Ramos
Miles de católicos celebraron la tradicional procesión del Domingo de Ramos, que da comienzo a la Semana Santa, y recorrieron a pie el camino que Jesucristo hizo en borrico desde el Monte de los Olivos hasta la Ciudad Vieja de Jerusalén, donde entraron alzando hojas de palma en tono festivo.
Al mediodía, después de la bendición de los ramos a primera hora de la mañana en el Santo Sepulcro y de los oficios religiosos de domingo, grupos de fieles católicos, palestinos y peregrinos extranjeros, se dieron cita en el santuario de Betfagé, en pleno Monte de los Olivos.
Hace 2.000 años, Betfagé era un pueblo entre Betania y Jerusalén y hoy está la iglesia de la Orden Franciscana, construida en 1883 sobre una capilla de los cruzados de siglo XII, y dentro la piedra que la tradición establece como el punto en el que Jesucristo se montó al borrico que lo llevó hasta la Ciudad Santa.
«Jesús comenzó desde aquí bajando en el burro, y la gente tenía esa emoción y alegría, porque sentía que era un hombre muy especial», cuenta Esmeralda Garay, una peregrina ecuatoriana residente en Holanda que visita Tierra Santa por cuarta vez en compañía de un grupo de mujeres católicas latinoamericanas.
«Si en ese entonces ya le saludaron tirando mantos y ramos, yo me siento emocionada de que hasta hoy podamos seguir esa procesión de antaño», añade esta peregrina, que recientemente hizo su juramento como hermana terciaria franciscana.
La procesión, llevada a cabo bajo estrictas medidas de seguridad de las fuerzas israelíes, bajó por el Monte de los Olivos, en Jerusalén Este, la parte de la ciudad ocupada por Israel en la Guerra de los Seis Días, de 1967.
La emoción del acto impregnó los ánimos de los asistentes, entre los que había grupos de «scouts» palestinos, así como peregrinos españoles, latinoamericanos, y de otros países.
«Es muy importante estar en esta tierra, con personas de todo el mundo en un mismo lugar; Jerusalén es siempre el ojo del mundo a nivel político, y unos lo quieren ahora como capital, lo que aumenta el significado de la Pascua este año», considera Randa Hasfura Anastas, peregrina procedente de El Salvador con orígenes palestinos que vino expresamente por la celebración de Semana Santa.
La procesión, encabezada por sacerdotes palestinos que enarbolaban una cruz hecha con hojas de palma, con dos guardias de honor a cada lado, que picaban con un bastón en el suelo, transcurrió en un ambiente profundamente festivo, con cantos de salmos en árabe, aplausos, y el sonido de los tambores que hacían retumbar los jóvenes escoltas.
Después de la bajada por las calles estrechas y empinadas del Monte de los Olivos, la procesión subió la pequeña cuesta que lleva hasta la Puerta de los Leones de la ciudad vieja de Jerusalén, cruzó la muralla ante cientos de turistas y se adentró en el histórico recinto.
En este último tramo es donde, según la tradición cristiana, Jesús fue aclamado por la multitud, que lo recibió con palmas y ramas de olivo, como hacían con los reyes, al considerarle el mesías.
Una vez en el interior de la ciudad amurallada, la procesión terminó en el recinto de la Iglesia de Santa Ana, con las hojas de palma en alto, en el punto en el que según la tradición vivieron Santa Ana y San Joaquín, padres de la Virgen María, y uno de los lugares donde, según la tradición, pudo haber nacido Esta, ya que hay divergencias sobre si fue en Séforis, Nazaret o Belén.