Miedo de periodistas mexicanos persiste a pesar de protección gubernamental
«No tienen que matarnos para que se giren a vernos» es una de las quejas de Yohali Reséndiz, una periodista mexicana que, a pesar de estar protegida por el Estado, vive con miedo al ver que los protocolos suelen ponerse en marcha cuando ya es demasiado tarde.
El mecanismo de protección acoge actualmente a 498 defensores de Derechos Humanos y a 292 periodistas, cuyas vidas corren peligro por el mero hecho de cumplir con su trabajo.
Y, además, tan siquiera funciona correctamente, tal y como reconoció el propio Gobierno de Andrés Manuel López Obrador el pasado 25 de marzo.
«Estamos analizando distintos instrumentos que nos permitan identificar situaciones de riesgo» para atender a las personas aunque no forman parte del mecanismo, dijo hace una semana el subsecretario de Derechos Humanos de la Secretaría de Gobernación, Alejando Encinas.
Al menos siete periodistas han sido asesinados desde que el líder izquierdista asumió la Presidencia el pasado 1 de diciembre, por lo que la situación es alarmante.
Reséndiz estaba investigando un tema de abuso sexual infantil en 2016 cuando comenzó a recibir amenazas de muerte a través de redes sociales.
A la vez que hicieron públicos sus datos personales y un hombre accedió a su vehículo y le dejó una nota con la inscripción «vas a valer verga» (vas a morir).
Fue entonces cuando la periodista comenzó a recibir protección, empezando por un dispositivo conocido como botón de pánico o de asistencia con el que puede ser localizada, además de comunicarse de manera directa con el personal del equipo de protección.
Con el dispositivo, la periodista, que actualmente trabaja para el medio MVS, tiene la opción de marcar cuatro números de asistencia o ayuda y un botón de pánico, de color azul en el centro del aparato, con el que se avisa directamente a las autoridades en caso de encontrarse en riesgo.