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Los recuerdos chilenos del papa Francisco durante el vuelo

El vuelo del papa Francisco a Chile se llenó de recuerdos del año que pasó en este país cuando estudiaba como novicio en la Compañía de Jesús y donde aseguró dejó «muchos amigos».

«Para mí no será un viaje difícil. Estudié aquí, tengo muchos amigos y conozco bien Chile», comentó a los 70 representantes de los medios de comunicación, entre ellos Efe, que viajan con él.

Sobre Perú explicó que sabía menos porque había estado solo tres veces «para convenios o reuniones».

Francisco residió durante un año, en 1960, en Chile, durante su noviciado en el santuario de San Alberto Hurtado de los jesuitas.

«Tendremos tiempo para reposar y trabajar», dijo al recordar que es el vuelo más largo directo, 15 horas y 40 minutos (12.123 kilómetros), que tiene la compañía aérea Alitalia, así como también el más largo que ha realizado él durante su pontificado.

El largo viaje fue así objeto de bromas con los periodistas, sobre todo con los chilenos que llegaron a Roma para este viaje, y a quienes les preguntó si estaban cansados.

«No estamos cansados, estamos acostumbrados, nosotros también venimos del fin del mundo como usted dijo», le recordaron sobre aquella frase que pronunció el día de su elección el 13 de marzo de 2013 cuando observó «que habían elegido a un papa venido del fin del mundo».

Sobre ello, Francisco confesó un chiste que le habían contado amigos chilenos que decían que «Chile es una franja de tierra agarrada a la cordillera para no caerse al mar», pero les pidió entre risas que no se lo tomaran a mal o malinterpretaran la broma.

Al ser preguntado por sus recuerdos de su año en Chile, el pontífice argentino comentó que vivió el gran terremoto y maremoto de 1960 que causó muchas víctimas y enormes devastaciones.

Explicó que de esa vivencia se puede destacar la solidaridad de los chilenos en esos momentos y adelantó que lo mencionará en uno de sus discursos.

Los periodistas de los países que visitará, Chile y Perú, entregaron al papa sobre todo dones religiosos, como medallas o imágenes de la virgen de Luján o del Carmen y un retablo de San Marcos.

Un regalo especial fue un modelo de la camioneta verde que usaba el jesuita San Alberto Hurtado para recoger a los niños abandonados o huérfanos y darles cobijo.

La misma camioneta será la que presidirá al papamóvil en el traslado hasta el santuario dedicado a este jesuita fundador del «Hogar de Cristo».

El papa apreció el regalo y le dijo a su colaborador que la dejase a mano porque la iba a usar.

Al inicio del viaje, a los periodistas se les distribuyó una fotografía y el papa explicó su significado después.

«La he encontrado por caso, es del año 45 y es un niño con su hermanito muerto en la espalda esperando el turno ante el crematorio en Nagasaki después de la bomba. Me conmovió cuando la vi y solo quise escribir: el fruto de la guerra y pensé en imprimirla».

«Porque conmueve más que mil palabras», agregó.

Durante los saludos a los periodistas, Francisco afirmó que sigue preocupado por la posibilidad de que cualquier imprevisto desate un conflicto nuclear y que estamos al límite de ello, como ya explicó a la vuelta de su viaje a Birmania y Bangladesh.

El pontífice llegará hoy a Chile donde permanecerá tres días y visitará las ciudades de Temuco e Iquique para después viajar a Perú.

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