Los comicios de 2018 en Latinoamérica marcaron grandes e inesperados cambios

Durante este año que culmina ocurrieron varios procesos electorales que crearon mucha expectativa en Latinoamérica, principalmente, por la posibilidad o no de que hubiese un cambio de ideológico importante tras los mismos.

La expectativa de que continuara el cambio hacia la centro-derecha, que ha predominado en los comicios del continente en los últimos tres años, generó muchos debates y noticias en la región.

Los votantes de Cuba, México, Brasil y Colombia, en primer lugar, luego los de Costa Rica y Paraguay, se enfrentaron a las urnas ante el reto de darle continuidad o no las políticas que venía implementando el gobierno anterior.

Colombia y el regreso del uribismo

El debate electoral en Colombia estuvo marcado por el respeto o el abandono a los acuerdos de paz firmados en noviembre de 2016 entre el Gobierno y las extintas Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, Farc, que luego devinieron en el partido llamado Fuerza Alternativa Revolucionaria del Común, que le permitió conservar sus conocidas siglas.

Ya antes de la firma, el ex presidente Álvaro Uribe impulsó un movimiento contra los acuerdos de paz que impuso el triunfo del No en el referéndum con el cual el presidente Juan Manuel Santos pretendía reforzar la legitimidad a lo convenido tras cuatro años de discusiones en la isla caribeña, donde participaron también representantes de la víctimas y otras organizaciones con el ánimo de que no se repitiera la guerra interna en la cual estaba sumida Colombia desde mediados del siglo pasado.

El resultado negativo de esa consulta prendió las alarmas en Colombia, entre los países que participaron de una u otra forma en los acuerdos de La Habana, uno de los cuales era Venezuela por solicitud de la propia Colombia, y entre otras naciones, como las integrantes de la Unión Europea, organización con la cual la nación neogranadina había firmado acuerdos para financiar los procesos necesarios para consolidar la paz.

Tras hacer unas modificaciones, el pacto logró firmarse en noviembre, pero, inmediatamente después de la firma las fuerzas izquierdistas, las organizaciones de defensa de los derechos humanos y los líderes sociales y campesinos denunciaban el incumplimiento de lo pactado, pues distintos entes del Estado se oponían o retardaban su cumplimiento.

Por ejemplo, el Congreso no aceleraba la aprobación de las leyes, los entes policiales seguían deteniendo a los guerrilleros y líderes sociales, el paramilitarismo continuaba asesinando a esos mismos actores y, cada vez que podía, Uribe, con amplio poder en Colombia, declaraba que haría todo lo posible por modificar los pactado en Cuba, por considerar que se le daban muchos privilegios a los ex guerrilleros.

Cuando llegó el momento preelectoral, Uribe apoyó a un joven político poco conocido, Iván Duque, quien compitió principalmente con el izquierdista ex alcalde de Bogotá, Gustavo Petro, quien, inéditamente logró pasar a la segunda vuelta electoral y obtener finalmente 41,81% de los votos, frente a 53,98% de Duque. Nunca antes en la historia electoral colombiana un candidato izquierdista lograba tal resultado.

Pero el triunfo de Duque representaba el regreso del uribismo al Gobierno y con ello más ataques contra los acuerdos de paz, y la posibilidad de su irrespeto definitivo, sin contar con una política más contraria al gobierno venezolano que la que había caracterizado a la gestión de Santos.

López Obrador o el izquierdismo en la raya estadounidense

En julio fue el turno de los votantes mexicanos. El izquierdista Andrés Manuel López Obrador (Amlo) por tercera vez competía en la contienda electoral tras perder las dos veces anteriores cuando denunció fraude.

Desde el inicio de la larga y sangrienta campaña, Amlo se perfilaban como el favorito de la contienda presidencial. Los partidos tradicionales, esencialmente el PRI y el PAN, hicieron todo lo posible por evitar su triunfo, pues el discurso de López Obrador era bastante radical contra la corrupción, el combate a la pobreza, las políticas de seguridad que han generado, por el contrario, una violencia récord y el exceso de gastos en el país.

En este caso sí se consolidó el inédito triunfo electoral de un izquierdista en la nación azteca.

Amlo quiere concentrarse en solucionar los graves problemas económicos y sociales de su país, pero, en materia internacional señaló que espera tener buenos nexos tanto con el presidente de EEUU, Donald Trump, como con el de Venezuela, Nicolás Maduro.

Precisamente, esa dualidad es la que ha creado incertidumbre en el plano internacional, ya que México fue uno de los que lideró las presiones contra el Gobierno de Maduro, durante la gestión de Enrique Peña Nieto.

Ultraderecha en el Amazonas

En octubre ocurrieron las elecciones en Brasil. Ese proceso estuvo signado por la posibilidad o no de que el principal candidato, amplio favorito para ganar según todas las encuestas, el ex presidente izquierdista Luiz Inácio Lula Da Silva, pudiera competir en la contienda electoral.

Lula fue apresado en mayo, bajo la acusación de haber obtenido supuestos sobornos provenientes de la trama de corrupción de Petrobras. El líder del Partido de los Trabajadores (PT) siempre se ha defendido alegando que no hay pruebas en su contra y que la acusación es una componenda político-legislativa para sacarlo de dicha carrera electoral.

A pesar de que el PT y amplios movimientos sociales y políticos se movilizaron por todo el país para presionar al Poder Judicial para liberar a Lula, esto no ocurrió y en septiembre se venció el plazo para inscribir su candidatura y, como consecuencia, el ultraderechista y defensor de la dictadura Jair Bolsonaro pasó a liderar las encuestas y obtuvo finalmente el triunfo.

Bolsonaro es apoyado por los partidos de centro y de derecha, además de los empresarios y otros sectores conservadores y causa rechazo en la izquierda no solo de su país, sino fuera de sus fronteras, por su discurso discriminador, misógino, racista y homofóbico.

En materia internacional ya ha generado rechazo por su postura proteccionista que lo acerca más a la política del mandatario estadounidense Donald Trump, que a los acuerdos multilaterales suscritos por Brasil.

En el caso venezolano, ya Bolsonaro ha manifestado abiertamente su postura de impulsar la salida de Maduro.

Cuba, cambio de nombre pero no de política

Otro relevo histórico fue la elección de Miguel Díaz-Canel como presidente de Cuba, el 19 de abril, después de casi seis décadas de que los hermanos Fidel y Raúl Castro dirigieran la isla.

Ese cambio de gobierno fue visto como una oportunidad de una transición en Cuba, sin embargo, en sus primeras palabras como presidente, Díaz-Canel aseguró que Raúl Castro «encabezará las decisiones de mayor trascendencia para el presente y el futuro de la nación» y garantizó que dará «continuidad a la Revolución cubana».

La carrera electoral arrancó este año en Costa Rica, cuando en abril resultó ganador el izquierdista Carlos Alvarado; en el mismo mes le siguió Paraguay con el derechista Mario Abdo Benítez.

2019 a la vista

Para el próximo año están en agenda elecciones presidenciales en Argentina, donde el presidente Mauricio Macri ya dio muestras de buscar la reelección; y en Bolivia, Evo Morales fue habilitado para postularse de nuevo, lo que ha generado fuertes protestas  de opositores.

También tienen una cita con las urnas Guatemala, El Salvador y Uruguay, donde se prevé que dominarán los partidos en el Gobierno.

Estados Unidos estará también en el radar con la precampaña para las elecciones presidenciales de 2020 en las que Trump buscará la reelección que ya tuvo una primera medición en las urnas con los comicios legislativos en los que los republicanos se quedaron con el dominio del Senado y los demócratas con la Cámara de Representantes.

Analítica