Llega la paz a Colombia y Venezuela incrementa su conflicto, por Reyes Theis
Desde que en 1821 Venezuela y Nueva Granada unieron sus destinos en una sola nación, colombianos y venezolanos viven pendientes los unos de los otros, como hermanos separados al nacer y que tomaron caminos distintos.
El transcurrir histórico desde que estos países se separaron en 1831 se asemeja a una montaña rusa, con eventos afortunados y desafortunados que han marcado sus destinos.
La década de los 60 del siglo pasado fue particularmente intensa. Colombia y Venezuela eran azotadas por guerras de guerrillas. La inspiración del triunfo de los comunistas barbudos con Fidel Castro al mando en Cuba en enero de 1959, no solo insufló vigor a los movimientos guerrilleros en los dos países, también recibieron dinero y armas, en un intento por extender el dominio ideológico por todo el continente.
Poco a poco la institucionalidad dominó la escena en Venezuela y los movimientos guerrilleros diezmados tuvieron que acogerse, a una pacificación que los incorporó a la vida política.
Con el fin de la guerra de guerrillas en Venezuela, una pujante industria petrolera, una población pequeña y la consolidación de las instituciones democráticas, Venezuela parecía a inicios de los años 70 destinado a ser una potencia continental.
Colombia parecía el hermano que había corrido la peor suerte. La guerrilla fue ganando espacios y encontró en acciones criminales como el secuestro, la “vacuna” y el narcotráfico una fuente de financiamiento a sus actividades. Ante la debilidad del Estado para derrotar a los combatientes comunistas, surgieron movimientos paramilitares, que también recurrieron al crimen para financiarse.
Los mediados de los 80 encontraron a una Colombia rehén de la violencia entre guerrilleros, paramilitares y con bombazos indiscriminados de “Los Extraditables”, un cartel de capos de las drogas que tenían como lema: «Preferimos una tumba en Colombia a una cárcel en Estados Unidos».
El giro
“Cómo han pasado los años, las vueltas que da la vida”, dice Rocío Durcal en una canción que bien podría dedicarle Bogotá a Caracas.
Este miércoles 24 de agosto, los representantes de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) firmaron una acuerdo histórico con el Gobierno de Juan Manuel Santos, para sellar la paz tras más de 50 años de conflicto armado y que debe ser refrendado con urnas electorales, para proscribir las urnas de madera como método de resolución de conflictos.
Ya habían sido desmovilizados el movimiento guerrillero M19 en 1990, las Autodefensas Unidas de Colombia entre 2003 y 2006, mientras en 2016 la otra gran fuerza guerrillera histórica, el Ejército de Liberación Nacional (ELN), anunció en Caracas que iniciaría el tránsito hacia la paz.
La paz llegará a Colombia en momento de un auge en diversos planos. En 2015, Colombia registra incrementos del 3,1% del Producto Interno Bruto. En América Latina, solo Panamá le supera (5.9%) y está por encima de Perú (2.8%), México (2.5%), Chile (2.0%), Argentina (2.0%), Uruguay (1.5%), Ecuador (0.4%), Brasil (-3.5%) y Venezuela (-7.1%).
“La fortaleza de la economía colombiana se fundamenta en importantes transformaciones en lo económico, político y social. Cambios que el país puede mostrar con cifras contundentes. Estamos hablando de un país cuyo PIB aumentó de menos de US$100.000 millones en el 2000, a un PIB cercano a US$300.000 millones en la actualidad y a un PIB per cápita superior a US$6.000, cuando a principios de la década era de US$2.000”, señala un informe de la Asociación Nacional de Empresarios de Colombia.
En el año 2000 Colombia recibió por concepto de inversiones extranjeras directas US$2.436 millones y para 2015, aún sin concretarse todavía el acuerdo con las FARC, la cifra estuvo alrededor de US$12.000 millones.
En otro plano, según el informe Panorama Social de América Latina 2015 de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), la tasa de pobreza se redujo en Colombia entre los años 2010 y 2014 en 6,1 % y aumentó en Venezuela en 4,9%
Lo que no pudieron hacer los comunistas por la vía armada en Colombia, lo lograron en Venezuela por el voto popular, usando los métodos de la democracia que se empeñaron en destruir.
La patria de Simón Bolívar y Francisco de Miranda vive hoy una tragedia humana, a pesar del empeño del Gobierno de Nicolás Maduro en ocultar la situación. Su población sobrevive haciendo largas filas por comida y medicinas, con una inflación que este año puede alcanzar, según el economista venezolano Francisco Faraco, los cuatro dígitos, producto del desmantelamiento del aparato productivo nacional, cuyos productos no pudieron ser sustituidos por importaciones debido al declive de los precios petroleros
Además Venezuela tiene un Gobierno cada vez más cuestionado en el ámbito internacional por su proceder no democrático y que se resiste a cederle al ciudadano la posibilidad del cambio político a través de las urnas electorales.
Colombia entra con retraso en la atmósfera de la paz continental, pero lo hace con firmeza, mientras los sollozos y el olor a pólvora y sangre parecen haber cruzado el río Arauca.