Las negociaciones EEUU-Cuba se dieron en Canadá
A pesar de las frías relaciones políticas entre Canadá y Cuba, el territorio canadiense fue elegido por EE.UU. y Cuba para negociar y sellar la histórica reconciliación anunciada hoy por ambos países.
El primer ministro canadiense, Stephen Harper, dijo hoy en un comunicado que Canadá se complace de «haber hecho de anfitrión» de las reuniones entre EE.UU. y Cuba, y felicitó a ambos países por «su exitoso diálogo y negociaciones» para el restablecimiento de sus relaciones.
«Canadá está contenta de haber hecho de anfitrión de altos funcionarios de Estados Unidos y Cuba, lo que les permitió la discreción necesaria para llevar a cabo estas importantes conversaciones», añadió Harper.
El papel de Canadá en el inicio de la reconciliación entre los dos antiguos enemigos de la Guerra Fría, también fue reconocido por los presidentes de Estados Unidos, Barack Obama, y Cuba, Raúl Castro, quienes agradecieron públicamente a Ottawa su intervención.
Paradójicamente, el papel de anfitrión de Canadá se desempeñó, pese a que las relaciones políticas con Cuba pasan por uno de sus momentos más bajos en las últimas décadas, aunque han crecido sus relaciones económicas.
En datos
Cerca de 800.000 turistas canadienses viajan cada año a la isla caribeña y, según datos oficiales canadienses, las exportaciones cubanas a Canadá en 2013 ascendieron a 453 millones de dólares estadounidenses, 175 millones más que en 2009.
Canadá ya enfrío sus relaciones con Cuba en 1999 cuando el entonces primer ministro canadiense, el liberal Jean Chrétien, anunció que enfriaría sus contactos con el régimen castrista por las duras condenas contra cuatro disidentes.
Harper también ha dejado bien claro su descontento con las autoridades cubanas.
Los contactos a alto nivel entre los dos países han quedado reducidos al mínimo, y Canadá y Cuba se han enfrentado en numerosas ocasiones en foros públicos.
Una de las últimas ocasiones se produjo en 2012, cuando Canadá insistió en rechazar la inclusión de Cuba en los encuentros continentales de la Cumbre de las Américas y, además, señaló que no estaba interesada en buscar fórmulas que permitan su incorporación.
La posición canadiense fue idéntica a la de EE.UU. y contrastó con la inmensa mayoría de los países americanos, partidarios de incluir a Cuba en la cumbre que ese año se celebró en Cartagena (Colombia).
En respuesta a la negativa canadiense a apoyar la integración de Cuba en el proceso de la Cumbre de las Américas, el único país del continente que está excluido, Fidel Castro escribió una misiva muy crítica a Harper y la política exterior canadiense en el continente.
Harper volvió a expresar hoy su política de dureza hacia Cuba, y otros países latinoamericanos, durante una entrevista concedida a la televisión pública canadiense, la CBC, y que será emitida a finales de año.
En la entrevista, de la que CBC emitió un extracto sobre el papel de Canadá en las negociaciones cubano-estadounidenses, Harper apuntó que no espera grandes cambios en Cuba mientras esté en el poder Raúl Castro.
«Los cambios están llegando a Cuba. Ya se están produciendo algunos cambios. Son muy lentos. Pero creo que es una economía y una sociedad que debería haber entrado en el siglo XXI hace tiempo», explicó el mandatario canadiense.
«Probablemente -añadió-, cuando la actual generación de líderes desaparezca, se verán algunos cambios».
El primer ministro canadiense también aprovechó para lanzar veladas críticas a otros países latinoamericanos, aliados de Cuba, a los que también ha criticado en el pasado.
«Otros cambios se producirán antes (que unas elecciones democráticas). Pero espero que lo veamos. Aunque tenemos democracias contaminadas en el continente, (Cuba) es el único lugar donde hay elecciones que son completamente no competitivas y estaría bien verlo en Cuba y creo que finalmente sucederá», aseveró Harper.
Harper se negó a dar detalles de cuándo o dónde se desarrollaron las reuniones entre los funcionarios estadounidenses y cubanos.
También minimizó el papel jugado por Canadá, al afirmar: «no quiero exagerar el papel de Canadá».
«Pusimos a su disposición -zanjó- lugares donde los dos países pudiesen mantener el diálogo y explorar las formas para normalizar las relaciones. Es lo que hicimos y creo que es algo bueno, probablemente algo que debería haber pasado hace tiempo».
