La Justicia sella el giro social sobre el matrimonio gay en EEUU
Con la legalización del matrimonio homosexual, el Tribunal Supremo de EE.UU. selló hoy el giro radical que ha experimentado en la última década la sociedad del país sobre un «derecho» al que, hasta hace un lustro, se oponía la mayoría y contra el que incluso políticos progresistas hacían campaña.
Cuando Barack Obama llegó a la Casa Blanca en 2009, el matrimonio homosexual solo era legal en dos estados, no tenía una mayoría social a su favor, y seguía vigente una ley, impulsada por el demócrata Bill Clinton, contraria a este tipo de uniones.
Menos de siete años después, hoy un 57 % de los estadounidenses abraza el matrimonio gay «con naturalidad», una estadística del centro Pew en la que juegan un papel clave los jóvenes del milenio (los que ahora tienen entre 15 y 35 años), según los expertos consultados por Efe.
«El principal factor que explica el extraordinario cambio social de los últimos años es el impacto que ha tenido en los que le rodean a cada persona que ha afrontado esa dura conversación en la que cuenta a su entorno que es homosexual», explicó a Efe Julian Davis Mortenson, abogado experto en litigios de la comunidad lesbiana, gay, bisexual y transgénero (LGBT).
«Ese acto de valentía, esas conversaciones, es lo que cambia las cosas. Es ahí, en la habitación de tu hermano gay al final del pasillo, donde empieza el rápido cambio que ha vivido el país en este tema», añadió Mortenson, profesor de Derecho en la Universidad de Michigan.
La lucha por el matrimonio homosexual, considerada por muchas voces en Estados Unidos como el mayor movimiento contemporáneo de derechos civiles, llegó hoy a su estación final: el Supremo, que blindó estas uniones como un «derecho» en todo el país.
Esta decisión judicial es la más importante sobre el derecho al matrimonio desde que el Supremo derogó la prohibición de las uniones de personas de diferentes razas en 1967.
«A menudo, el progreso llega poco a poco, a veces se dan dos pasos adelante, a veces se da un paso atrás, empujado por el esfuerzo persistente de entregados ciudadanos. Pero a veces hay días como este, cuando ese esfuerzo lento y sostenido es recompensado con la justicia que irrumpe como un rayo», dijo hoy Obama tras conocer el fallo.
Su evolución personal es un ejemplo de la rapidez con la que la sociedad estadounidense, acompañada por políticos y jueces, ha dado un giro en su visión del matrimonio homosexual.
Obama, que hoy celebró la legalización como «una victoria para América», no defendió abiertamente el matrimonio homosexual hasta 2012, cuando un comentario de su vicepresidente, Joe Biden, le obligó a posicionarse con claridad sobre este tema.
Hasta entonces decía estar «indeciso», apelaba a su fe cristiana, y sugería que su línea roja en la defensa de los derechos de los homosexuales estaba en el matrimonio.
Forzado por las declaraciones de Biden a favor del matrimonio gay tres días antes, Obama dijo finalmente en una entrevista el 9 de mayo de 2012: «He concluido que para mí es importante afirmar que creo que las parejas del mismo sexo deberían poder casarse».
Esa fue la primera vez, sólo hace tres años, que un presidente de Estados Unidos se posicionaba a favor del matrimonio homosexual, al que hasta hace un lustro se oponían la mayoría de los ciudadanos.
En su primera campaña, Obama defendió la derogación de la Ley en Defensa del Matrimonio («Defense of Marriage Act» o DOMA), promulgada en 1996 por otro presidente progresista, Bill Clinton.
Hace dos años, en otro fallo histórico, el Supremo declaró inconstitucional una parte clave de la ley, la que impedía que las personas del mismo sexo casadas en los estados donde era legal hacerlo lograran reconocimiento y beneficios fiscales a nivel federal.
La trascendencia de la legalización del matrimonio homosexual «va mucho más allá del simple derecho a casarse», explicó a Efe Anthony Corrado, experto político del centro de estudios Brookings Institution de Washington.
«Asegura además el trato igualitario de todos los ciudadanos con respecto a la paternidad legal y al listado de padres en los certificados de nacimiento, así como al reconocimiento de ciertos derechos cuando el cónyuge fallece», señaló Corrado.
Con el fallo del Supremo, no será posible que en Estados Unidos se repita una situación como la que vivió Jim Obergefell, un ciudadano que denunció al estado de Ohio por no reconocer en el certificado de defunción de su marido John Artur -con quien había contraído matrimonio en Maryland-, que estaban casados.
«El fallo de hoy afirma lo que millones de ciudadanos en todo el país ya sabíamos que era verdad en el fondo de nuestro corazón: que nuestro amor es igual», dijo tras conocer el fallo Obergefell, cuya infatigable lucha ya forma parte de la historia por los derechos civiles en Estados Unidos.