Isabel II ya descansa en la bóveda real en Windsor
El féretro de la reina Isabel II fue bajado a la bóveda real de la capilla de San Jorge, en el castillo de Windsor, donde sus restos descansarán junto a los de su esposo, el duque de Edimburgo, en la cripta de la capilla.
El acto se realizó luego de una ceremonia religiosa a la que solo pudieron asistir miembros de la familia real y de otras casas reales.
La ceremonia estuvo dirigida por el deán de Windsor, David Conner, que leyó versos del libro del Apocalipsis, como ocurrió en los funerales de los abuelos de la reina, el rey Jorge V y la reina María, en 1936 y 1953, respectivamente, y en el de su padre, el rey Jorge VI, en 1952.
Conner también fue el encargado de uno de los momentos más delicados del oficio, cuando tuvo que despojar a la reina de sus joyas. El deán quitó de lo alto del féretro la corona imperial, el orbe real y el cetro de oro, que han acompañado a la reina durante la capilla ardiente en Westminster Hall y durante el funeral.
Tras retirarse estos símbolos del reinado y poder de Isabel II, el ataúd entró en la cripta al son de la gaita escocesa, tocada por Paul Burns quien fue el «mayor de gaitas» de la reina, y era el encargado de ser la alarma de la monarca tocando cada mañana bajo su ventana por 15 minutos.
En su honor, Burns tocó «Sleep, Dearie, Sleep» (duerme, querida, duerme), recorriendo toda la abadía.
El rey Carlos III puso bandera militar de la reina sobre él y el lord chambelán (el cargo de mayor rango en la residencia de la reina), Andrew Parker, rompió simbólicamente el bastón de mando, que oficializa el fin del reinado de Isabel II.
Tras esta acción, se entonó el «God Save the King» (Dios Salve al Rey).
A las 19.30 hora local, la familia real asistió a una ceremonia íntima y privada, en la que se dio el último adiós a Isabel II, fallecida en el castillo de Balmoral, Escocia, el pasado 8 de septiembre a los 96 años.