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El terrorismo llegó a Occidente para quedarse

Las sirenas, la sangre y el caos llegaron a París el 13 de noviembre. La apocalíptica escena de muertos por balas y explosivos llevó al presidente François Hollande a decir que Francia estaba en guerra. Pero los autores no eran extranjeros, en su mayoría eran franceses.

Ese detalle es clave y lleva a preguntarnos: ¿Una posible derrota militar de ISIS por parte de una coalición militar en Siria e Irak significaría el fin del terrorismo proveniente del fundamentalismo islámico? o  por el contrario ¿Los explosivos y las muertes serán parte de la cotidianidad en Occidente?

“El Estado Islámico es un fenómeno mental, sentimental, espiritual, es también político, económico y social”, sostiene Makram Haluani, internacionalista y profesor de posgrado de la Universidad Simón Bolívar de Venezuela. Añade que aunque las potencias tomen las zonas controladas hoy por ISIS “esto -el terrorismo contra Occidente- no va a pasar”.

Se calcula que en Europa hay casi 45 millones de musulmanes, el equivalente al 5% de la población. No todos viven felices. Muchos son objeto de discriminación laboral o de burlas por sus rasgos étnicos y su forma de hablar y con frecuencia sus ritos y costumbres son irrespetados. En Francia, por ejemplo, desde 2011 se prohíbe usar a las mujeres la burka, un velo largo que solo deja expuestos los ojos y las manos.  Una vestimenta  insultante para los occidentales, no así para algunos creyentes del Islam.

Aunque los pasaportes de estos europeos musulmanes señalan como lugar de nacimiento Francia, Bélgica o España, su cultura es extraña a la de su sitio natal. Ellos podrían tener el sueño de un territorio donde vivan de acuerdo a la Sharia, la ley islámica. De eso se aprovecha Isis.

“El peligro interno es el de una serie de jóvenes que se sienten diferentes a la mayoría de quienes habitan sus países y son capaces de asesinar e incluso de pagar con sus propias vidas por un ideal político religioso”, explica Juan Manuel Uruburu Colsa, profesor del área de Estudios Árabes e Islámicos de la Universidad de Sevilla, España.

Añade que hay otros factores que molestan a los musulmanes nacidos en Europa. “Por ejemplo, la cuestión palestina indigna a la totalidad de los jóvenes europeos de origen musulmán por la solidaridad histórica del pueblo árabe con la causa palestina. La postura de los gobiernos europeos durante todos estos años ha sido –en ese aspecto- bastante vergonzosa”, asevera.

Las razones para ir a ISIS

Algunos de estos jóvenes europeos deciden no quedarse en sus países de nacimiento y se van a combatir con el Estado Islámico, que les ofrece sueldos, prestigio en su entorno, la posibilidad de vivir de acuerdo a sus tradiciones y creencias, además de un ideal para vivir: conquistar un espacio físico donde implantar el Estado Islámico.

Ellos se suman a quienes son reclutados por ISIS o se integran voluntariamente, como los exintegrantes de la Fuerza Armada iraquí que quedaron desempleados tras quedar casi desintegrada. Todos ahora forman parte del sanguinario ejército del Estado Islámico.

Los métodos violentos con que obran los seguidores de ISIS perturban a la sociedad occidental, que ve cómo los terroristas usan las redes sociales creadas en Silicon Valley para difundir sus atrocidades. Pero la violencia parece formar parte de los métodos de este grupo humano, según Ayaan Hirsi Ali, una escritora y dirigente política holandesa y destacada crítica del Islam.

“Un musulmán no puede repudiar partes del Corán. No es que los fundamentalistas hayan secuestrado el mensaje, presuntamente tolerante, del Islam, es que el mensaje de la violencia forma parte del Islam, y ningún musulmán puede rechazarlo sin romper con su fe”, declaró Ali al diario El Mundo de  España. De tal forma que “muchos musulmanes se encuentran con que no tienen, culturalmente, un lugar claro en el siglo XXI”, expuso.

La profecía de Huntington

Samuel Huntington (1927-2008) fue un profesor de Ciencias Políticas de la Universidad de Harvard y en 1993 escribió un polémico artículo, que luego fue recogido en el libro titulado “El Choque de civilizaciones y la reconfiguración del orden mundial” publicado en 1996.  El autor pronosticó  que el choque de civilizaciones dominará la política a escala mundial” y que “las líneas divisorias entre las civilizaciones serán los frentes de batalla del futuro”.

Entre las motivaciones para esa aseveración cuestionaba los intentos de Occidente por tratar de llevar, muchas veces a la fuerza, su cultura a otras naciones. “Occidente, y particularmente los Estados Unidos, que siempre han sido una nación misionera, cree que los pueblos no occidentales deben comprometerse con los valores occidentales de democracia, mercados libres, gobierno limitado, derechos humanos, individualismo, imperio de la ley, y deben incorporar dichos valores en sus instituciones. En otras civilizaciones hay minorías que aceptan y promueven estos valores, pero las actitudes dominantes hacia ellos en las culturas no occidentales van del escepticismo generalizado a la oposición radical. Lo que para Occidente es universalismo, para el resto del mundo es imperialismo”, señalaba.

Al respecto, el profesor Haluani  no cree que la sociedad occidental esté lista para vivir los retos que plantea parte del mundo islámico.  “Ha estado –esta sociedad- muy preocupada los últimos 50 años por construir y perfeccionar su propia versión del capitalismo que no supo exportar exitosamente a países orientales, africanos, medio orientales, por la simple razón que tienen un modo de vivir, una cultura, una religión distinta.  Ellos –los musulmanes- quieren volver a su religión. Los modelos occidentales solo crearon más discriminación”, sostiene el académico.

Ese intento occidental por exportar su modelo liberal a través de las llamadas primaveras árabes, como en el caso de Egipto, o de intervenciones militares, como en Irak, sumado al desprecio que viven los nativos de Europa y al caso palestino, irritan al mundo musulmán. Parece que las sirenas seguirán sonando en Occidente.

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