El mundo a merced del líder norcoreano, por Reyes Theis
Por Reyes Theis
@reyestheis
Kim Jong-un, el desquiciado líder norcoreano, parece sacar de sus cabales a las potencias occidentales, e incluso a su principal aliado: China; pero parece no importarle. A pesar de que Estados Unidos y naciones de Europa han aplicado severas sanciones al país por sus amenazantes ensayos militares, Corea del Norte responde cada vez con más ensayos y eleva el volumen de la retórica.
Este martes 29 de agosto, el Consejo de Seguridad de la Organización de las Naciones (ONU) aprobó por unanimidad (incluido el voto de Rusia y China) una resolución condenando la última demostración de Kim Jong-un: el lanzamiento de un misil que sobrevoló el espacio aéreo de Japón y cayó a 1.180 kilómetros de su costa.
En la resolución, el Consejo de Seguridad insta a «todos los estados a implementar completamente y sin demora» las sanciones impuestas por las organización a Pyongyang, reportó El País de España.
Las sanciones significan el bloqueo de las exportaciones de carbón, plomo y hierro de Corea del Norte, que, según la embajadora de EEUU ante la ONU, Nikky Haley, podría suponer unos 1.000 millones de dólares que no ingresarán a las arcas norcoreanas.
Pero antes, las sanciones no demostraron ser efectivas. Desde 2006, con el inicio de los ensayos nucleares, EEUU y otras potencias occidentales han impuesto severas sanciones a Corea del Norte en planos financieros, militar, migratorio, reforzando el aislamiento, limitando la economía, pero incapaces de detener las amenazas.
No obstante, el Gobierno japonés insta a aplicar mayor severidad. El embajador nipón ante la ONU, Koro Bessho, dijo al respecto: «Japón cree que se debe incrementar la presión sobre Corea del Norte».
Por su parte, Kim Jong-un en unas declaraciones recogidas por la agencia surcoreana Yonhap, señaló que el último ensayo lo ordenó en respuesta a los ensayos militares conjuntos entre Estados Unidos y Corea del Sur y como el «preludio de la contención» de la isla estadounidense de Guam, a 3.500 kilómetros de Corea del Norte.
Añadió: “es necesario impulsar el trabajo para modernizar nuestras fuerzas estratégicas, llevando a cabo más ensayos de misiles balísticos con el Pacífico como objetivo en el futuro”.
Entretanto, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, ha señalado, que “todas las alternativas” están sobre la mesa y aspira a que China, aliado histórico de Corea del Norte, sirva para contenerle.
No obstante, la alternativa militar parece no estar a la mano: La razón es que Norcorea cuenta con armamento nuclear y los vecinos – aliados de EEUU: Corea del Sur y Japón, no tienen, por lo que parecen indefensos, pues dependerían, en caso de una conflagración bélica, con el escudo antimisiles que EEUU ha dispuesto y del que habría que verificar su eficacia.
El solo hecho que el misil norcoreano atravesara territorio japonés, sirvió entonces como una prueba para Pyongyang de su potencial, y si su misil fue capaz de volar sobre Japón, no tendría inconveniente en hacerlo caer sobre Tokyo.
Ante esta realidad, algunos analistas han dicho que la alternativa podría ser permitir que Corea del Sur y Japón desarrollen su programa nuclear, a lo que esta última nación siempre se ha negado.
Japón es el único país del mundo que ha sido víctima de ataques nucleares y desde 1967 incorporó a su legislación la prohibición de posesión y producción de armas nucleares, aunque la amenaza latente podría abrir el debate sobre la
necesidad de cambiar lo que ha sido su línea histórica sobre este tema.
Por los momentos, los japoneses guardan el temor de que la historia de Hiroshima y Nagasaki se repita, EEUU sigue adelante con sus ensayos con Corea del Sur y Kim Jong-un pone su ojo en la isla de Guam como uno de sus potenciales blancos.