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El gobierno filipino espera firmar acuerdo de paz con los rebeldes

El gobierno filipino afirmó el lunes que espera en un año un acuerdo de paz con la rebelión comunista, durante la reanudación en Noruega de las conversaciones para poner fin a una de las más antiguas insurrecciones del mundo.

Después de medio siglo de conflicto y 30 años de infructuosas negociaciones, los representantes de ambas partes se reunieron en Oslo. El ambiente era jovial entre Manila y el Frente Democrático nacional (NDF), vitrina política del Partido comunista filipino (PCP), y ello gracias a varias circunstancias favorables.

Tras haber asumido el cargo el 30 de junio, el nuevo presidente filipino Rodrigo Duterte -que se presenta como socialista- ha hecho de la reanudación del diálogo con los comunistas una prioridad, y asomó la posibilidad de formar un gobierno de coalición con ellos.

El gobierno filipino se ha impuesto «un calendario de 9 a 12 meses», declaró Silvestre Bello, jefe de la delegación gubernamental.

Ambas partes esperan acelerar el proceso de paz al debatir simultáneamente -a diferencia de lo ocurrido en encuentros pasados- los capítulos pendientes de negociación, como las reformas económicas y sociales, políticas y constitucionales, además del fin de las hostilidades.

«Con este nuevo enfoque, esperamos respetar nuestro calendario» añadió Bello.

El jefe de las negociaciones del NDF, Luis Jalandoni, confirmó este calendario, aunque se mostró más prudente. «Esperamos llegar (a la paz) en un año, aunque ello puede tomar un poco más de tiempo» explicó.

Risas y abrazos

En un precedente intento negociador en 2011, ambas partes se habían dado 18 meses para llegar a un acuerdo. Pero el presidente de entonces, Benigno Aquino, abandonó las negociaciones en 2013 acusando a la rebelión de carecer de sinceridad.

Los comunistas habían exigido la liberación de todos sus integrantes encarcelados, lo que el gobierno rehusó. Este lunes, Jalandoni reiteró esta exigencia como forma de «alentar un alto el fuego».

Como preludio, las dos partes convinieron observar una tregua desde el domingo, y las autoridades aceptaron la liberación provisional de 17 responsables comunistas.

Fundado en 1968, el Partido comunista de Filipinas lanzó tres meses más tarde una rebelión en la que al menos 30.000 personas resultaron muertas, según cálculos oficiales.

Su brazo armado, el Nuevo Ejército del pueblo contaría hoy con 4.000 integrantes, contra 26.000 en la década de 1980.

Noruega, que desempeña el rol de intermediario desde 2001, se congratuló por el ambiente positivo, que se concreta con risas y abrazos entre ambas partes.

«Sabemos que hay (…) temas difíciles de tratar, y divergencias por superar en los próximos días» dijo el ministro noruego de Exteriores, Børge Brende. «Esperamos sinceramente que harán progresos en el interés del pueblo filipino», añadió.

Las autoridades filipinas también han reanudado en agosto las conversaciones de paz con el más importante grupo rebelde musulmán del país, para poner fin a décadas de violencia.

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