Dilma destituida, pero queda políticamente viva, por Reyes Theis
Dilma Rousseff. La exguerrillera torturada por la dictadura, la dirigente social, la aliada de Luiz Inacio Lula Da Silva, fue finalmente destituida el miércoles 31 de agosto por el Senado brasileño.
Con 61 votos de los 54 que se necesitaban para la remoción, Dilma abandona la Presidencia brasileña. Es el segundo mandatario en dejar el Palacio de Planalto sin culminar su período por acusaciones de corrupción. En el año 1992 Fernando Collor de Mello renunció por la contundencia de las denuncias y su inminente destitución por el Senado. Antes de su renuncia denunció que su caso se trataba de un golpe de estado, tal como Rousseff califica su remoción.
El lunes, durante su alegato ante el Senado que duró 20 minutos, Rousseff recordó los sacrificios personales que había pasado por la democracia, pidió el voto en contra de su destitución y señaló que votar a favor de su remoción sería hacerlo con el sistema.
“No he cometido ningún crimen de responsabilidad, las acusaciones en contra de mi no son justas. Esto es terrible para la democracia. La democracia está de mi lado. Frente a las marcas terribles de la tortura que tengo sobre mí, los puedo mirar con la cabeza alta. Cuatro décadas después no hay ninguna repercusión legal. Quienes me han juzgado es el voto popular y tengo un respeto por todos, pero miro con la cabeza en alto a quienes me juzgan y siento aquí la injusticia y que se está condenado a la democracia junto con mi condena. Luego seremos jugados por la historia. Les pido que voten contra el juicio político y a favor de la democracia”, indicó en forma altiva, sin mostrar tristeza ni debilidad.
Pero ni su discurso, ni sus alegatos convencieron a los senadores, que en su mayoría ya tenían una decisión tomada antes de iniciarse el proceso en la Cámara Alta.
La acusación
El caso por el cual el Parlamento brasileño decidió la suspensión de Dilma no tiene que ver con una presunción de enriquecimiento ilícito, ni con los escándalos de Petrobras, sino con un mal manejo de cuentas, que se acuerdo a la oposición brasileña constituyen un delito de “Responsabilidad”, establecido en la Constitución brasileña como uno de los supuestos para destituir al Presidente de la República.
Los problemas con el manejo de las cuentas refieren al uso de las “llamadas pedaladas fiscales” que consiste en el retraso del Tesoro Nacional en la ejecución de los pagos a bancos estatales para mejorar artificialmente las cuentas de la economía. Ver ¿Cometó Dilma un delito?
En el caso de Rousseff se le señala de retrasar el pago de beneficios sociales y pagos de subsidios a través de las instituciones: Caixa Económica Federal y el Banco Nacional de Desenvolvimento Econômico e Social (BNDES) para hacer ver que las cuentas fiscales estaban mejor. Las entidades tuvieron que recurrir a sus propios fondos para pagar los subsidios, que luego fueron resarcidos por el Estado.
¿Qué viene para Brasil?
Michel Temer tomó posesión en un acto protocolar y sabiendo con anticipación que los resultados serían desfavorables a Dilma Rousseff, tenía todo listo para partir el mismo día de la defenestración a China para participar en la reunión del G20.
El mandatario no la tendrá fácil. Una encuesta del Instituto Datafolha, de julio pasado señaló que el 33% de los encuestados no lo conocen y que cuenta con una aceptación de tan solo 14%.
Además el Presidente tiene también abierto un proceso judicial en su contra y que viene de las investigaciones del financiamiento de la campaña electoral presidencial en el que compartió la fórmula como aspirante a vicepresidente que encabezó Rousseff. Tendrá además como tarea estabilizar la debilitada economía brasileña, que se contrajo en el año 2015 en un 3,8%, el peor desenvolvimiento económico desde 1996.
El Jefe de Estado llevará los destinos de Brasil hasta las elecciones de 2018, comicios para los que se prepara a participar el exmandatario Luiz Inacio Lula Da Silva, si es que acaso no es apresado e inhabilitado políticamente tras las múltiples investigaciones sobre presuntos hechos de corrupción en su gestión gubernamental.
La sesión del Senado de este miércoles decidió además no inhabilitar para el ejercicio de cargo público a Dilma Rousseff. Votaron a favor de inhabilitarla por ocho años un total de 42 senadores, por 36 en contra y 3 abstenciones. De esta forma no se lograron los 54 votos necesarios y que habrían supuesto el fin de la carrera política de la exmandataria, por lo que seguirá siendo una figura muy importante en el escenario político brasileño.
¿Lula, Dilma, Kirchner a prisión?
La situación es complicada para los Gobiernos de izquierda de América del Sur que coincidieron en el período de Hugo Chávez.
Cristina Fernández de Kirchner enfrenta un proceso judicial por el manejo del esquema cambiario en Argentina de finales del año 2015 y que le ocasionaron pérdidas a la autoridad monetaria. Por ello fueron embargados parte de sus bienes por 1 millón de dólares, mientras se abren nuevas investigaciones y se judicializan casos de corrupción de políticos y empresarios de su entorno.
La interpretación que hace Kirchner de los que está sucediendo con los gobiernos de izquierda en la región es que hay una especie de avanzada contra los movimientos sociales y partidos progresistas. «Cualquier coincidencia con lo que sucedió y está sucediendo en nuestro país no es casualidad. Es estrategia dura y pura, sobre la región, contra los gobiernos nacionales, populares y democráticos y sobre sus líderes políticos. Se trata de volver al pasado de pobreza y mediocridad para las grandes mayorías en beneficio del inmenso poder económico de unos pocos. ¿Se darán cuenta los pueblos? ¿Lo advertirán las sociedades modernas bombardeadas mediáticamente?», le escribió al presidente Evo Morales.
Lo cierto es que Lula, Dilma y Kirchner están en aprietos que los podría llevar a prisión. Mucho que reflexionar tienen Nicolás Maduro, Rafael Correa y Evo Morales sobre su futuro.
