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Cuando se caen las caretas: Recuento «fuera de cámara» de la jornada del 23J en la OEA

El populismo pretendió imponerse nuevamente en el recinto de la sesión extraordinaria convocada por el secretario general de la Organización de Estados Americanos, Luis Almagro el pasado jueves 23 de junio, para demandar a los gobiernos del continente pronunciarse sobre la crítica situación que vive Venezuela y la incapacidad de Nicolás Maduro de adoptar medidas para abordar lo que calificó como una «crisis humanitaria inédita».  Desde muy temprano, en la sede de la OEA, ubicada en la avenida Constitución, en pleno corazón de Washington DC, se vio un movimiento inusual pero esperado. Llegó la delegación de Venezuela en una camioneta negra blindada. Atareada descendió la canciller de Maduro, vestida de blanco, con su impelable cartera de marca y luciendo unos costosos zapatos, de esos que no pueden comprarse los venezolanos que pelean por un pedazo de pollo, aunque sea en mal estado. Delcy Rodríguez estaba acompañada por sus subalternos, el coordinador de la cancillería, Roy Chaderton Matos y el embajador ante la OEA, Bernardo Álvarez.

Los malabarismos

La delegación se juntó con un grupo de 5 personas que habían bajado de manera apresurada de dos taxis y un tercero que llegó caminando. Entraron sin dificultad al recinto, lo que indicaba que estaban apuntados a la lista de visitantes permitidos, cuyo chequeo estaba a mano derecha del detector de metales por el que atravesaba la prensa y uno que otro coleado. Los oficialistas siempre mostraron una actitud desafiante que puede resumirse como una combinación perfecta entre el envalentonamiento y una suerte de embriaguez que genera el poder absoluto, abusivo y sin reglas. Estaba claro que Rodríguez, junto a Álvarez y Chaderton traían bajo la manga una estrategia para evitar a toda costa que el verbo del presidente de la Asamblea Nacional se dejara escuchar en el salón que albergaba a representantes de todos los gobiernos del hemisferio. Delcy Rodríguez y sus colaboradores son ejemplo fehaciente del chavismo, al igual que otros movimientos políticos de su estilo, tiene además, la capacidad de convertirse en un detonante para sacar lo peor de cada alma que se les une por convicción o por intereses.

Una vez adentro del edificio y —según nos contó una fuente que estuvo presente en esa sala—, la misión chavista empezó a hacer llamadas, a reunirse con personal de la oficina de Almagro y a amenazar a uno que otro que osara contradecir sus órdenes, incluyendo a una funcionaria, cuyo nombre no pudimos obtener pero que en todo momento se movió atendiendo a la canciller. La fuente nos aseguró que más que un encuentro de negociación previo al Consejo Permanente de la OEA, aquello parecía una ronda inquisitoria, donde un lenguaje borreguil se impuso sobre el protocolo que debería usarse en un cuerpo diplomático de esta naturaleza.

A las afueras de la OEA

Un grupo de venezolanos empezaba a juntarse afuera con banderas y pitos. La ex miss Universo Bárbara Palacios se hizo presente junto a su esposo. También estaba Mitzy Capriles, la esposa del alcalde metropolitano de Caracas, y hoy preso político del régimen, Antonio Ledezma. Junto a ese grupo estaba también el general retirado Antonio Rivero y Rafael Poleo. La ex miss Venezuela dijo que sería recibida por Almagro, y el grupo que la acompañaba se quedó en las afueras, ya que sus nombres no aparecían en la lista de registrados para ese día.

Pasar agachado para ganar

Ramos Allup acudió al encuentro en calidad de invitado especial del secretario general, y durante su visita a la OEA tuvo oportunidad de conversar largamente con Luis Almagro y otros representantes de los países allí representados. También sostuvo dos encuentros con la prensa internacional. Uno temprano, antes que se iniciara la sesión y luego otro, unas horas después de culminar el consejo. La delegación que acompañó a Henry Ramos Allup estuvo todo el tiempo en el salón protocolar y en otro contiguo donde se reúnen los altos funcionarios con la prensa. En ningún momento el presidente de la Asamblea Nacional venezolana se quiso imponer o contrariar los estatutos que rigen el funcionamiento de la OEA. Todo lo contrario, la actitud del diputado venezolano contribuyó a que la reunión se diera y se lograra el objetivo que se perseguía y que no era otro que conseguir que la plenaria de la OEA conociera el informe de Almagro sobre Venezuela y que el mismo fuera discutido en ese encuentro. Rodríguez pidió una moción para que el Consejo no discutiera el tema que contemplaba el Orden del Día. La solicitud de Venezuela fue negada.

Como informamos durante esa jornada, el orden del día tenía como punto único la presentación del informe Almagro. La votación 20 votos a favor, 10 en contra y 2 abstenciones permitieron leer el informe de 132 páginas del secretario general e iniciar el debate que abre la oportunidades de invocar la Carta Democrática Interamericana, lo que involucra un proceso de varias etapas para restablecer el sistema democrático en Venezuela y buscar salidas para la aguda crisis que viven los venezolanos.

Se caen las caretas

¿Qué sucede cuando las caretas se caen de repente? Se produce un interesante develamiento del pensamiento de los personajes que muestran rasgos de su verdadero rostro.  Algunos —en estos casos— empiezan a decir lo que realmente piensan, sin tapujos ni censura. Eso fue lo que ocurrió en la jornada del 23J en la OEA. Los representantes del chavismo quedaron desnudos, y mostraron lo que realmente son, seres entregados a un régimen que por años ha manipulado la realidad y logrado que el mundo viera a Venezuela de acuerdo a su particular óptica y con el matiz que ellos le habían imprimido. En los salones de la OEA se mostró el caos y la tragedia que vive Venezuela y, sin la lupa chavista, los cancilleres de algunos países del hemisferio, (acostumbrados a rendir reverencia a las propuestas del chavismo), empezaron a mostrar actitudes más complicadas de entender y de sobrellevar, cargadas de contradicciones. El representante de Haití fue uno de los que dijo que si bien estaba obligado a votar por el chavismo, creía que se podían buscar opciones variadas para tratar de encontrar solución a los problemas que obviamente existían.

Almagro hizo una radiografía de Venezuela y del chavismo

Luis Almagro tocó con precisión punzante la realidad que viven 30 millones de venezolanos. Describió cómo es la crisis por sectores y cómo el gobierno de Maduro se enfrasca en una asfixiante retórica que cierra las posibilidades de solucionar el conflicto.

Durante la jornada del 23J en la OEA se puso de relieve la crisis humanitaria y la triste realidad que amerita una salida mucho más compleja de la que imaginamos.

Las limitadas capacidades y la menguada formación académica y conocimiento del mundo diplomático que exhibe la canciller Delcy Rodríguez, se mostró sin disimulo alguno en la plenaria. De nada valió el malabarismo que pretendió evitar que la crisis de Venezuela se impusiera en la discusión.

La rueda de prensa para convertir el fracaso en victoria

Luego de la sesión, los empleados de la misión venezolana pidieron a los periodistas que se trasladaran al salón ubicado en el segundo piso donde se ofrecería una rueda de prensa. Allí estuvimos. De entrada había una restricción para hacer preguntas a la canciller. Sólo cuatro medios lograron ese privilegio. A las preguntas hechas por la prensa seleccionada, aparecían respuestas fantasiosas sobre la situación en la que se encuentra el sistema de salud y en especial los hospitales en Venezuela. Rodríguez negó que hubiese crisis humanitaria e, inclusive, se atrevió asegura que el niño Oliver Sánchez no murió por falta de medicamentos contra el cáncer sino de una complicación de la misma enfermedad.

La delegación venezolana huyó de aquel escenario que se le volteó, y que sirvió de ventana para que el mundo viera que el régimen de Nicolás Maduro, como el emperador de aquel cuento de niños, se quedó desnudo a la vista de todos. En la OEA se mostró sin censura la decadencia del sistema que gobierna a Venezuela desde 1999 y que convirtió un país de oportunidades en un ejemplo perfecto de fracaso y descalabro.

Allí nos quedamos algunos periodistas. Ramos Allup había salido y sus colaboradores nos informaban que regresaría para sostener una segunda rueda de prensa, lo que ocurrió dos horas después. El presidente del parlamento llegó con la delegación que lo acompañaba, siempre sonriente y claro. Nos dijo que el gobierno había salido apabullado. Reveló que había decidido «pasar agachado en la OEA para lograr el objetivo que era que el informe se discutiera».

“Y lo logramos, misión cumplida”, acotó sonriendo.

Lo que se quiso convertir en victoria en los medios oficiales, sólo pasó a ser un chiste entre diplomáticos. Desde el cierre de la sesión, el informe de Almagro quedó abierto a debate y en los próximos días se sabrá el rumbo que tomará la discusión. Por ahora, el asunto tiene más factores positivos para la oposición que para el gobierno. “Creo que vamos bien”, nos dijo Ramos Allup, lo que no exime que aún falte por recorrer un largo camino para conseguir de manera consensuada y efectiva la solución pacífica y democrática a la tragedia que vive Venezuela.

— Ahora toca librar otras batallas —dijo el parlamentario— Dos posibles sentencias del Tribunal Supremo de Justicia.

La obstaculización de la realización del referendo revocatorio este año es el próximo objetivo del gobierno y para lograrlo está dispuesto a todo.

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